Cuba

Una identità in movimento

La Giraldilla: símbolo de la capital cubana

Carmen González Hernández



La GiraldillaLa Giraldilla, con su porte elegante y su gesto altanero, obliga al paseante a elevar la mirada para verla proyectada contra el azul del cielo de la capital cubana, de la que es un hermoso símbolo.

Entre los años 1632 y 1634, la Giraldilla, en forma de veleta, fue colocada en el punto más alto del Castillo de la Real Fuerza, el primero construido en La Habana en 1539, para defenderla de cosarios y piratas.

Hoy está reemplazada por una réplica; no obstante, quienes deseen observar la original podrán darse ese lujo con una visita al Museo de la Ciudad, ubicado en el antiguo Palacio de los Capitales Generales, donde se exhibe.

En 1538, el Rey de España, Carlos I, nombró Capitán General de Cuba y Adelantado de La Florida a don Hernando de Soto.

Al llegar a Cuba y tras tomar posesión de su cargo, dejó como gobernadora de la Gran Isla a su joven esposa, Doña Inés de Bobadilla, y salió hacia La Florida.

Documentos de la época dan fe del recorrido del guerrero hasta el norte del territorio que hoy ocupan varios estados del continente.

De acuerdo con los historiadores, el ocho de mayo de 1542 descubrió el Mississippi, río que atravesó con posterioridad.

Pero se dejó llevar por una leyenda indígena que vincula ciertas aguas del coloso fluvial con la fuente de la eterna juventud, y comenzó a buscarla, enloquecido. En medio de esa demencia, fue afectado por unas fiebres, que le arrancaron su azarosa vida.

Pero la hermosa gobernadora de Cuba ignoraba todo eso. Ella esperaba el regreso de Hernando.

Durante años, todos los días subía a lo alto de la torre del vigía del castillo — sede en esa época de la familia del Gobernador — para ser la primera en ver el barco que traería de regreso a su amado.

La espera tejió una singular leyenda de amor y fidelidad en torno a aquella mujer que, quizá como luego se murmuraba en las enlodadas calles, murió de amor.

También se afirma que en Isabel de Bobadilla se inspiró un escultor y fundidor cubano, llamado Jerónimo Martínez Pinzón, de origen canario, para lograr una verdadera obra de arte.

Juan Bitrián Viamonte, gobernador de la plaza entre 1630 y 1634, fue quien mandó a fundir la escultura en bronce, para colocarla sobre la torre añadida poco después al Castillo. Él también, en recuerdo a la Giralda de su natal Sevilla, la bautizó como Giraldilla.

La estatua, de unos 110 centímetros de altura, presenta la falda recogida sobre una de sus rodillas, muestra al pecho un medallón con el nombre del escultor y en la cabeza una corona.

Algunos historiadores señalan que lleva en su brazo derecho una palma tronchada y en la izquierda una banderola coronada por la Real Cruz de Calatrava, orden de la cual era caballero Bitrián.

En la parte inferior se ven las grapas que sujetaban la banderola, arrancada por alguno de los múltiples huracanes que azotaron a la ciudad en tiempos pasados.

¿Cuántos huracanes habrá soportado allá en lo alto esta mujercita que debió dar miles de vueltas desde su creación, hasta su rescate?

Nadie lo sabe. Pero hoy permanece tranquilo en el museo, aunque quizá busque, en el rostro de cada uno de sus admiradores, los rasgos de su inolvidable Hernando.


Fuente: AIN



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