Ya lo sabes, él es Orúmbila; mira con que respeto levanta sus voces el coro.
La fiesta, el bembé, el güemilere, la locura, lo que ustedes quieran, ha llegado a su punto culminante: Ochún es el río en la época de la crecida y quiere entregarse a todos los hombres, es una mulata.
La negra Yemayá ha convertido su carcajada en un rictus indecoroso e invita a Changó a hacer una cosa que no se puede expresar aquí.
— Changó, vamos a hacer esto — y todas las vírgenes taponean sus oídos.
— ¡Jejey jécua, Jejey jécua! Caramba, Oyá, ¿qué tanta candela en tus caderas?, confiadeno,mamá...
La demencia, el olor a sexo, los amortiguadores al sufrimiento. Allí en el cielo y en la tierra también.
Pero Changó dice:
— Bueno, Señores, no más ritmo. Vamos a comer algo, ¿no?
Todos se sientan a la mesa y comen, comen mucho hasta reventar, mas alguien faltaba: Eleguá.
Más tarde vino:
— ¡Changó, mi comida!
— Pídasela a Yemayá.
— Saramaguá — le dice Echú a ella —, Changó me ha mandado a que te pida mi comida.
— Sííí, ¿quieres omituto?
— No, unyen.
Quiero que todo el mundo sepa que esta conversación se desarrollaba en la puerta de una casa, no en el mismo batá ni tampoco en la deYemayá, la cual todos saben que está en el mar.
— Bueno, entra — te dice la mujer.
Eleguá entra confiado y, cuando está dentro, la mujer, que ha permanecido fuera, cierra la puerta con llave y se marcha.
Allí quedó el malo encerrado tres días y tres noches sin tener con qué alimentarse, sin ver la luz, sólo pensando en su maldad. Cumplido este tiempo, Changó lo liberta y le dice:
— Todo te ha ocurrido para que otro dia no me engañes.
— Olrray — dice Echú, y se marchó.
Muchas veces le han dado este castigo a este hombre y se repetirá en todos los tiempos; pues cuando está majadero se le encierra y se le priva de comida, y entonces es cuando trabaja de a duro. Ya lo saben los santeros: los yalochas, los babalochas y los babalaos.
Punto y aparte.
Tomado de: RÓMULO LACHATAÑERÉ, El sistema religioso de los afrocubanos, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, pp. 363-367 (or: en la revista "Polemica", La Habana, marzo de 1936, año II, no. 1. Con ilustraciones de Jorge Rigol)