Adentrarse en las interioridades de su mundo, es descubrir en esencia la espiritualidad del alma humana, el sentido de cubanía, la aprehensión de lo propiamente nacional.
El que contempla la obra escultórica de Felipe Guillén descubre las raíces de la historia patria sin más predio que la diversidad de formas.
Devienen sus producciones, anécdotas de indios, españoles, mambises y campesinos, en unas a través de líneas fuertes y formas ásperas para denotar fortaleza, carácter e intransigencia; en otras, nos trasmite sensualidad.
Las caderas femeninas son focalizadas para mostrar, la prodigiosidad de un parto y a veces la rudeza en la expresión de un determinado carácter.
Llegó para descubrir los caminos de la historia en el caudal del arte y la magnificencia de una manifestación dentro de la cual él es una leyenda.
"Comencé en febrero del 81 por embullo de mi primo. Él estudiaba en la Escuela elemental de arte y tenía que realizar una obra, pero le faltaba el deseo. Me pidió que lo ayudara y al primer golpe ya la tenía".
"Mi primer trabajo fue una mujer que se lanzaba a una piscina. Él la diseño y yo la esculpí".
"A muchos niños los inspira ver a algún familiar incursionando en el arte. En mi no fue así. Mi padre era cocinero y eso era lo que aspiraba ser".
"Al principio trabajaba en cualquier madera, mientras más dura y oscura mejor. Ahora trabajo la caoba, casi exclusivamente. "Inicié con una temática libre. Lo mismo hacía un desnudo que un hombre pensando o un indio. Con el tiempo me quede con la línea de la escultura aborigen y los temas históricos de Bayamo. Ahora trabajo la temática de los campesinos".
Sobre el tópico aborígen, Guillén expresa:
"Es amplia y me facilita un trabajo de creación más abarcador, es infinita la expresión de formas que puedes lograr entorno a los misterios del indio".
De personalidad ilustre de la cultura le tiene su Bayamo, para ella ha logrado lauros que ponderan en este ámbito su lenguaje natural y campestre, entre ellos: Cinco premios entre provinciales y municipales, un Gran Premio, premio de la popularidad, dos premios y una mención en Ciudad de La Habana, en la Jornada Cucalambeana de Las Tunas en el 2005 y el 2006 y una mención en igual año.
"Para mí Bayamo lo es todo. Nací y me crié aquí. Mi mayor trabajo ha estado apegado al parque y a la Casa de la Cultura. Esta ciudad es la raíz de mi obra".
Para orgullo de Granma este asiduo escultor no despoja por ningún concepto las tradiciones de su terruño.
Sus invenciones ilustran elementos autóctonos como el órgano oriental, la Iglesia San Salvador de Bayamo, la ventana de Luz Vázquez, la quema de Hatuey, la campana de La Demajagua y las resonantes cargas al machete por los mambises en la guerra de los Diez Años; a ellas se adicionan figuras indígenas cazando, recolectando, amamantando a un niño... quizás una de las maneras de saldar nuestra deuda con la Historia.
La creación del artista se halla en ExpoCuba, la Escuela provincial de Instructores de Arte, la Fábrica de cigarros Rubén Nogueras, Escuela profesional de Arte Manuel Muñoz Cedeño y el Gabinete de arqueología.
Escoger entre sus más de 200 piezas la predilecta, se torna imposible:
"... es como cuando tienes hijos, los quieres a todos y no puedes preferir a uno más que a otro porque se desprendieron de algo tuyo, así sucede con mis obras", sin embargo "mujer pariendo" ocupa un lugar especial.
No es la temática aborigen, histórica, colonial o campestre, lo que marca la satisfacción de Guillén, si no la resonancia y el impacto que provocan en el hombre y la acogida del público.
Hablar de musas en este artista es como buscar una aguja en un pajar, pues tiene bien definido lo que quiere, aunque como una sumatoria de fuerzas una obra da pie a la otra: "A veces quiero hacer tantas cosas a la vez que no sé por cual empezar"-quizás en esto radica su profusión, en la madurez de su pensamiento, en lo certero de sus ideas.
LA PEQUEÑEZ TRASCIENDE
Comentar con un niño cómo la sencilla utilización de madera, goma, lija y cincel se traduce en la expresión de un rostro, una ventana o cualquier otra escultura, es como hablarle de duendes y mundos encantados, pero ciertamente la minuciosidad de estos objetos, es la llave para sus más de cien piezas.
En ocasiones piedras, plumas, mármol y yagua logran el realismo del vestuario, el entorno o el rostro de sus representaciones, incluso el color en sus tonalidades claras y obscuras contribuye a estos fines.
"Lo que más he hecho es enseñar. Desde que comencé a trabajar en los portales de la casa de la Cultura. Allí iban muchos niños y jóvenes a contemplar mi obra y muchos después se ponían a inventar con palitos y cuchillitas. Hace poco un joven me llamó y me dijo: Lo que hago ahora lo aprendí viéndote. Tú me motivaste".
Fuente: http://www.lademajagua.co.cu/infgran5393.htm
Publicado: 29 de noviembre de 2006