Ese vasto territorio — continental e insular —, que abarca desde EE.UU. hasta la Patagonia, al que por la mayor o menor presencia de población de ascendencia africana los estudiosos han denominado "Afro-América", puede sin duda ser considerado un espacio físico socio-culturalmente privilegiado. Privilegio que deriva de ser — ya por más de cinco siglos — constante escenario de encuentros — sin obviar los desencuentros — de culturas y religiones.
En ese escenario — que no obstante algunas posibles generalidades, no es homogéneo — se inserta Cuba, con sus particularidades: históricas, sociales, políticas, y, culturales/religiosas.
A diferencia de la América continental y de parte del Caribe, fue muy rápidamente eliminada de esta Isla la presencia significativa de población autóctona, y no llegó hasta la actualidad la presencia de indígenas traídos desde otras partes del continente.
Aunque con aportes — de menor peso cuantitativo y cualitativo — de diversos grupos etno-culturales — japoneses, chinos, sirios, polacos... —, coinciden los estudiosos en que la etno-génesis de la actual población cubana, esencialmente, tuvo su origen en la mixtura de diversos grupos étnicos hispanos y africanos que legaron, por tanto, a gran parte de los cubanos(as) de hoy, no sólo el ADN, sino también, y posiblemente más importante, muchos de sus hábitos y costumbres, alimentación, lenguas, creencias, filosofía de vida...; en fin, todo aquello que, en constante proceso de pérdidas y ganancias, creaciones y recreaciones, puede ser hoy considerado como Cultura Nacional Cubana.
Cultura esta a la que se incorporan hoy, inmersos en una nueva y más agresiva etapa del proceso "globalizador" — con el soporte tecnológico que
potencia y facilita el desarrollo de la llamada "era de las comunicaciones" —, nuevos componentes, a la par que se facilita el desarrollo y la posible pérdida de otros e, igualmente, la irradiación hacia el exterior de algunos de estos.
Importante particularidad
A diferencia de otras regiones "afro-americanas" en las que se manifestó una tendencia a la "ghuettizacion" — manteniendo cada grupo etno-cultural, como generalidad, una inclinación a la reproducción biológica endógena —, en la población cubana lo característico ha sido la tendencia — más o menos sostenida, y no sin obstáculos y cuestionamientos — al mestizaje biológico. Tendencia esta que, superando los aspectos biológicos, se expresa con solidez y nitidez en las esferas culturales/religiosas; la música y la danza, la "Santería" o Regla de Ocha y el Vodou cubano, son algunas muestras de ello.
Obligados a la convivencia — especialmente entre los sectores de menores recursos económicos —, los diferentes grupos etno-culturales que — por sus voluntad o en contra de esta — se asentaron en esta Isla, no optaron por el mosaico — que aunque bello para el espectador, mantiene separados sus elementos componentes —, sino por el caleidoscopio — que funde, confunde y refunde sus colores, hasta mostrar esos bellos e inesperados nuevos colores, que gustan y embelesan a quienes les observan, pero, a la vez, pueden crear confusión en aquellos que no comprenden el proceso, en ocasiones, porque no lo han seguido.
Cuba y su ideal de nación
Pocas cosas son tan deseables en un proyecto nacional como la objetivación de un principio ético humanista, que haga justicia a cada uno de sus componentes sociales. Del mismo modo, ningún otro tipo de principio, hasta el nivel de evolución alcanzado por la humanidad, halla tantas dificultades para su concreción.
Negros(as) y mestizos(as) cubanos(as) bien lo saben. Desde la etapa de la lucha anticolonialista, y aun antes, desde los siglos de cimarronaje, hasta la actualidad, muchas de sus aspiraciones han quedado supeditadas a la causa del macro-proyecto de unidad nacional.
Si a partir de 1959 fue decretada la eliminación de las discriminaciones, y entre estas las existentes por motivos raciales, lo que quedó reflejado luego en la constitución de 1976, la praxis corrobora que las legislaciones pueden reprimir voluntades, mas no pueden cambiar las subjetividades.
Herederos, todos(as) — negros(as), mestizos(as) y blancos(as) —, de una cultura y de una educación euro céntrica, cristiana, machista y discriminadora, a pesar de que, especialmente los más jóvenes mostraron una mayor disposición a pasar sobre viejos esquemas socio-culturales — profundamente enraizados en las mentes —, generadores de prejuicios y creadores de falsos arquetipos — francamente racistas —, lo que contribuyó a la aceleración del proceso de mestizaje biológico — así como a la aceleración de la transculturación y del sincretismo — de la población cubana, no puede decirse que el racismo — entiéndase, para el caso en cuestión, el rechazo por el color de la piel y algunos otros rasgos fisonómicos como el tipo de cabello (rizo o no), grosor de los labios y forma de la nariz (afilada o achatada) — desapareció del entorno isleño.
Formas más sutiles de este tipo de discriminación comenzaron a manifestarse, y el lenguaje coloquial se vio plagado de frases tales como:
- "Para ser negrito(a), es bonito(a)".
- "Es un negro(a) de salir".
- "Es un negro(a) inteligente".
- "Ese negro(a) piensa como blanco(a)".
- "Es negro(a), pero es ingeniero(a) y gana cuatrocientos pesos".
- "Hay que 'adelantar' la raza". (Por supuesto, lo 'adelantado' es tratar de tener hijos de piel más clara).
Frases como:
- "Negra 'pela', primero, y, negra 'coco timba", después.
- "Negra(o) solariega(o)".
- "Negra(o) chusma".
- "Es negro(a), pero tiene muchos 'fulas" (dólares).
- "Tiene que ser negro(a)". (Siempre que alguna persona no blanca hace algo incorrecto o no aceptado por las convenciones sociales).
- "No actúes como los(las) negros(as)".
Y otras, heredadas algunas de épocas anteriores o de nueva factura, continuaron / continúan en uso, e incluso, textos de canciones (¿"Quién tiro la tiza? El negro ese") y chistes populares — considerados jocosos e inofensivos por muchos, pero sin dudas dañinos unos y, otros, reveladores de la difícil situación —, transmiten el verdadero estado de una realidad que es palpable — a pesar de que muchos, a veces por ignorancia, y otras veces, muy mal intencionadamente, pretendan negarlo —; realidad sensible, y, sobre todo, sufrible, para ese gran por ciento de la población negra y mestiza de la Cuba de hoy.
"Cimarronaje" cultural
Movimientos socio-culturales como el de los Rastafaris y, más recientemente, el de los Raperos, que van — quizás a veces desde posiciones extremas, que pueden ser consideradas "fundamentalistas" — al rescate de la dignidad negra, en explícita actitud de "cimarronaje" cultural, son expresiones de la insatisfacción de una población que no quiere dejarse "blanquear" culturalmente y convertirse en un elemento estéril en su aportación a la Cultura Nacional — posición que no es asumida por todos(as) los(las) negros(as) y mestizos(as), pues algunos(as) optan por la vía de la "asimilación" y, otros(as), ni siquiera se plantean la necesidad de una identidad de este tipo —; un grupo que rechaza la imposición de patrones culturales que le conduzcan hacia la "asimilación".
No es casual que el Rastafarismo penetrara por las provincias orientales
— Santiago de Cuba, que es su centro, es la ciudad cubana más caribeña, dada su cercanía geográfica a las islas vecinas y la tradicional presencia de población de estas allí —, ni que se reprodujera luego en el barrio capitalino de San Miguel del Padrón.
Tampoco es obra del azar que fueran jóvenes negros(as) y mestizos(as) del capitalino barrio de Alamar quienes iniciaron, en los años '90, los cimientos del Rap cubano.
En los tres sitios antes mencionados la presencia negra y mestiza significativa, aunada a las condiciones de dificultades económicas y de marginación social, han sido elementos detonantes de una problemática sostenida de discriminación racial. Situación que, a partir del denominado "Período Especial en Tiempo de Paz" — con las condiciones de severas restricciones económicas que impuso —, y, a partir de la "dolarización" de la economía cubana — generadora de profundas desigualdades socio-económicas —, ganó mayor visibilidad, al ser negros(as) y mestizos(as) la población más afectada en tales circunstancias. Pero situación de conflictividad que, sin dudas, ya existía.
Situación que, por demás, es muestra significativa de la alienación que, en medio de otros procesos desalienadores que a nivel macro — económicos, políticos, sociales y culturales — generados en las últimas décadas, han tenido lugar entre la población cubana. Proceso alienante al que, quizás imbuidos por los arrebatos quiméricos que conlleva todo proceso de transformaciones revolucionarias, por demasiado tiempo no sólo no se le concedió la debida atención, sino que llegó a ser tema tabú para los cientistas sociales, se ignoró por parte de los medios de prensa y se reforzó la falsa idea de una Cuba "blanca", en los medios masivos de comunicación, en los que todavía resulta raro ver reflejada la verdadera composición "racial" de la sociedad cubana, limitando lo "negro" a lo folklórico y a lo marginal.
Un "logro" parcial
Si algo ha ganado la población negra y mestiza en Cuba en los últimos años, ha sido la tendencia creciente — no diría mayoritaria — a "desoccidentalizar" su apariencia. Las trenzas han dejado de ser "peinado de negras", que "debían avergonzarse" por no tener "pelo bueno" y que, para no "ofender" la sensibilidad ajena — si es que a esa actitud puede considerársele "sensible" —, no "debían" mostrar el cabello suelto.
Hoy, personas de cualquier color y de ambos sexos, lucen trenzas sin necesidad de cubrir su peinado o verse necesariamente expuestos a diferentes tipos de censuras, incluida la burla. Esto, no sucedía una década atrás.
Lástima que eso no sea todavía bien entendido por gran parte de las fuerzas del orden — no obstante ser negros y mestizos muchos de ellos —, para quienes peinar trenzas — como exhibir varios aretes, cadenas, tatuajes, etc. —, pareciera ser signo inequívoco de "sospecha" de ilegalidad y, por tanto, aumentan las posibilidades de que, cuando menos, a la persona portadora de tales atributos se le exija con frecuencia mostrar su identificación.
Alerta sobre algunos riesgos presentes
Que Cuba, tras el inicio de su etapa republicana — 1902 — no se convirtió en una homóloga de la Sudáfrica previa al gobierno de Nelson Mandela, con su práctica de "ghuettos" y 'bantustanes" — pese a la política de "blanqueamiento", que hoy llamaríamos de "limpieza étnica", puesta en vigor en las primeras décadas del siglo XX —, todos lo sabemos. Como sabemos que el "paraíso terrenal" aún dista mucho de alcanzarse en algún lugar de este mundo en que habitamos, cada vez más violento y discriminador. Pero eso no es motivo que coadyuve a la pereza, al acomodamiento y al conformismo.
Justificar con causas históricas — colonialistas y/o capitalistas — el estado de conflictividad por el que actualmente atraviesan las relaciones "inter-raciales" — sólo por emplear el término en boga, pues no creo que se trate conceptualmente de razas plenamente diferenciadas lo que en Cuba existe — en esta Isla, puede ser una actitud ingenua, pero también mal intencionada o, al menos, acomodada. En cualquiera de los casos, no deja de implicar serios riesgos.
De igual manera "folklorizar" el tema, utilizando de este lo que pueda ser "vendible", como proyectos inadecuados y/o preparación de libros de fácil y rápida factura y, por lo mismo, tendientes a superficiales tratamientos de la problemática, es tanto irrespetuoso, como riesgoso.
Temas complejos requieren de investigaciones profundas. El tema de la situación de las actuales relaciones "inter-raciales" en Cuba — complejo, sensible, susceptible, y hasta espinoso —, amerita no sólo la realización de investigaciones serias, sino ser abordado por investigadores honestos — cualquiera sea el color de su piel, aunque algunos insistan en que no deben ser negros(as) ni mestizos(as) —, que metodológicamente le aborden de modo interdisciplinario y transdisciplinario.
Asimismo — en contra del criterio de quienes desechan la importancia terapéutica de la catarsis —, precisa contar con los criterios de los afectados, conocer las causas reales de sus molestias, sus frustraciones, sus necesidades, sus aspiraciones, sus potencialidades y sus posibilidades, entre otras cosas. Únicamente así se podrá pasar de los momentos de teorizaciones o, la par de estos, a las acciones concretas.
En ese camino — largo y difícil de transitar — las soluciones habrán de buscarse entre todos y, sólo entonces, se habrá iniciado el necesario proceso de bajada hacia la "Cuba profunda", desde la cual se emerja más fortalecidos(as), para iniciar entonces el proceso de concreción de ese sueño — para muchos convertido en pesadilla — por más de un siglo atesorado y acariciado, de alcanzar una Cuba "con todos y por el bien de todos".