Carlos Esquivel, esencialmente un poeta
Nora Amalia Vargas León
La noticia corrió por Internet el 25 de marzo de este año. Un cubano y específicamente de Las Tunas se hacía acreedor del Premio de Poesía en el Concurso Internacional de Poesía y de Cuento Jara Carrillo,[1] de Alcantarilla Murcia, España.
Se trata de Carlos Esquivel, quien resultó vencedor entre casi 200 de las obras que concursaron en esa categoría literaria, la cual incluía participantes de varias comunidades españolas, Uruguay, Bolivia, Argentina y por vez primera de Japón, Israel y Norteamérica.
El cuaderno merecedor del alto premio fue Cosas que uno puede hacer y deshacer en La Habana, en el cual este joven autor, pero muchas veces premiado, incursiona en una poesía que tiene por base el humor, un requisito de los organizadores del evento.
Doblemente contenta pues se trata de un paisano y de un amigo, me encuentro con Carlos después de algún e-mail de mi parte y algunas llamadas de la suya. Hablamos del premio y de su obra en general.
Nuestro encuentro, transcurre en un momento de tristeza para el escritor, quien a pesar del premio se muestra nostálgico, lamenta la pérdida de un familiar querido y ello enturbiaba la alegría que siempre trae consigo este tipo de reconocimiento.
La conversación fluye entonces en un ambiente melancólico, que todavía hoy transpira en estas letras.
— Este libro Cosas que uno puede hacer y deshacer en La Habana cumple los requisitos del concurso de escribir a partir del humor, cómo se asocia eso con tu narrativa?
— Es un premio que tiene una importancia fundamental, porque ahora mismo está reconociendo un tipo de poesía bastante marginada, que es la literatura que de alguna manera juega con las más zonas morbosas, con el humor más fino, Y ser reconocido en un concurso de estas características en un país que es la madre y el padre de autores como Bécquer, Quevedo, Garcilaso, y Cervantes es algo para sentirse halagado, pues ellos salvaron un humor diferente.
— En este libro trabajé como si fuera un juego, con poemas de corte bastante epigramático, escueto, y sintético, y desarrollando una idea muy irónica, con mucho riesgo y apostando por eso, y eso sí, pienso que el lector además de conmoverse va a tratar de sonreír, va a tratar de buscar otra forma de encontrar ese ser que está más allá de él mismo. El libro tiene un comportamiento más risible, y distinto a lo que comúnmente se ve en la poesía.
— Cómo fue el proceso de escribirlo?
— De alguna manera Los epigramas malditos tienen que ver mucho con este libro, es otro modo de encontrar la contención poética, y se ve el epigrama en la síntesis del poema, pero creo que hay un aliento más suelto, es un poeta menos cauteloso del que en realidad soy, o sea un poeta con más fibra de abundancia.
— Fui por una búsqueda poética diferente, buscando un lector con una influencia más directa de los grandes de España, con un corte humorístico bien fino y acendrado en lo mejor de la lírica española d e todos los tiempos. Este libro será publicado por el ayuntamiento de Alcantarilla, de Murcia, y se presentará en una ceremonia unida al premio Encuentro.
— Has escrito novelas. ¿Cómo fue ese momento de creación?
— Escribir incluso narrativa fue algo nuevo, yo me siento fundamentalmente un poeta. En décima tengo dos libros y estoy escribiendo uno que se titula El libro de los cobardes, y pronto va a salir Toque de queda, premio Cucalambé en el 2005.
— La novela y la narrativa dan la oportunidad de vigilar más de cerca la realidad y de ficcionar más fácil el entorno, Eso no lo había encontrado y no lo había podido asumir desde la poesía. Y estoy en el momento literario más acertado para entender y lograr esto.
— Yo creo que el género que mejor define la autoridad de un autor es la novela, no creo que sea la poesía. La poesía está más cercana porque estamos en presencia de un hablante lírico, que es más fácil identificar con el poeta, pero la novela se desarrolla a partir de la vivencia de uno mismo, es la forma ideal para poner sus propias formas de haber expresado la vida. En esta novela que escribí, Un lobo en una colina, hay algo de mí, están la desidia, la rabia y la inconformidad del personaje ante tantos sucesos de índole social. Este personaje es un eje alrededor del cual están girando otras historias.
— Ahora mismo voy a emprender un libro que me tiene muy enganchado, es una novela sobre Dulce María Loynaz, en la cual ella es un personaje que se relaciona con un periodista, y este tipo de relación va a llevar a un juego con fantasmas, con elementos oníricos y una suerte de fabulaciones de Cuba, de la Patria que están pasando por los ojos de un periodista bastante distinto a como era Dulce, pero va a encauzar una historia muy bonita de lo que ha sido y es Cuba para dos seres humanos tan diferentes. Todavía no tiene título.
— Te mantienes en el municipio de Colombia, un pueblo de central azucarero al sur de Las Tunas, tu tierra natal, y eso es ya bastante difícil para un joven escritor con tantos premios.
— Creo que asumir el acto literario desde un lugar donde la mayoría de la gente no te entienden, es ya difícil, las personas te agradecen que tú estés ahí, pero no conocen hasta qué punto uno está sufriendo en esas condiciones y se está haciendo daño por persistir de ese modo, simplemente porque no quiere hacer cosas que normalmente las otras personas hacen y eso tiene un precio y un sacrificio que siempre estoy dispuesto a asumir.
Carlos Esquivel, es un hombre de tanta altura física como literaria, pero a ratos me da la impresión de un niño que guarda una tristeza varada en el algún recodo de su infancia. La ausencia de la figura paternal marca los desgarramientos de su obra tanto lírica como escrita en prosa. Luego el encuentro temprano con la guerra y su carga de muerte allá en Angola, entristecieron aún más, si es posible, la memoria de este niño que ya estaba preñada de una intuitiva atracción hacia lo mejor dentro de las artes.
Autor de una lírica muy culta, de honda búsqueda y citas de autores encumbrados, Carlos cuenta sobre su acercamiento al fascinante mundo d e la literatura.
— He sido bastante indisciplinado con mis lecturas, no hace tanto me líe a Robinsón Crusoe, que no pude leerlo cuando niño y también a Alicia en el país de las maravillas, ésta última por segunda vez, algunos me han criticado por eso.
— Mi entrada a este tipo de literatura fue en una etapa en que estuve enfermo y durante tres meses permanecí casi sin ejercicio físico y ahí descubrí muchísimos libros de aventuras, a Alejandro Dumas, a Emilio Salgari y El Conde de Montecristo, para mí una de las grandes novelas escritas en español, las obras de Mark Twain, José Martí , que ha sido uno de los autores que siempre me han inspirado, a César Vallejo, a quien descubrí estando en Angola y a Eliseo Diego, y también a Nicolás Guillén y a Pablo Neruda.
— Me pongo a prueba con los autores. Mi búsqueda en otros límites se la debo al cine a autores tan importantes como Federico Fellini, Rosellini, Kurasawa. Todo ello me ha formado una identidad artística muy llena de anversos. Me ha pasado con la pintura como con la música, desde pequeño admiraba a Silvio Rodríguez a Pablo Milanés a Los Beatles y eso me creó una fundamentación estética bastante fuera de lo común.
La obra de Carlos Esquivel, miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, no pasa inadvertida ni para críticos, ni lectores medios. Jurados de concursos nacionales de importancia como el Regino Botti de cuento, y El Cucalambé, de décima, en su carácter iberoamericano, encontraron en él a un ganador. Ahora su obra recibió la mirada de intelectuales de España, un país que como él mismo reconociera ha dado tanto a la literatura. De manera que con este autor cubano no pasa lo que a otros: el reconocimiento tardío o el no reconocimiento.
Carlos ha marcado su impronta con una manera muy peculiar de hacer la décima y de narrar, que encuentra seguidores en algunos de sus amigos y colegas. Su escritura desgarrada, opresiva en ocasiones, gráfica en cualquier tema ya sea erótico o existencial, no muestra fisuras, evidencia la sabiduría de un ser humano que aun cuando fuera inadaptado e incomprendido, no podrá tildarse jamás de intrascendente.
Nota
- Jara Carrillo fue un poeta español cuya obra se inscribe en la llamada Generación del 28.
Fuente: http://www.tiempo21.islagrande.cu/gente/esquivel.htm