Acerca de cómo surgió el tango existen más hipótesis que certezas: unos dicen que proviene de los ritmos africanos; otros, que es una derivación de la habanera cubana. Del baile nacional de su país ofrece el maestro Antonio Cardelliccio esta sobria definición: "Danza argentina de movimiento moderado en compás de 2-4. Se supone que es de origen cubano por su analogía con la habanera".
También se ha dicho que viene a ser como una elaboración del candombe, baile ejecutado por los negros esclavos del hermano país austral y de Uruguay, y el cual resultaba una especie de versión de la contradanza o el minué europeos, con la adición de movimientos africanos reminiscentes de la coronación de los reyes congos.
La especulación de ciertos musicólogos emparienta sus aires con el tanguillo gaditano o tango de Cádiz, bailado por gitanos andaluces. En fin, que no se establecido el origen cierto de este tipo de música, pero siempre nos saldrá al paso un fenómeno evidente: la transculturación.
Por su origen plebeyo y oscuro, esta misma danza que haría furor en los centros más elegantes de Europa, apenas decursados los tres primeros lustros del siglo pasado, tuvo primeramente un obstinado rechazo en el centro de Buenos Aires. Pero el ritmo danzario, pegajoso y dulzón, "la emprende a empellones contra el vals, la polca, la mazurca y el lancero, y los domina a todos en su calidad de guapo. Tampoco resiste el encontronazo viril el popular schotis de entonces" dice el escritor José Portogalo.
El tango había ido invadiendo poco a poco las tabernas y los cafés bonaerenses del puerto, ganando en popularidad. La ejecución del baile encontró virtuosos, músicos, compositores, cantantes de fama, como Carlos Gardel, y con el advenimiento del fonógrafo, los conjuntos típicos y las voces de sensibles intérpretes iban a poner el ritmo en las cuatro esquinas del mundo.
Hacia los años 20 se produjo el auge del tango, y voces femeninas como las de Rosita Quiroga, Azucena Maizani, Mercedes Simoni y Tita Marello, imprimen a las nuevas y viejas melodías su gran temperamento.
El tango surgido en la primera época y en su formato más conocido, tuvo en las vecindades del puerto su mejor cuna, y esto es incuestionable. Uno de los más famosos, "Caminito", de Juan de Dios Filiberto, surgió de entre las brumas del Riachuelo, "entre las barcazas soñolientas y el pitazo de los buques fluviales" al decir de Portogalo. Y precisamente viene al recuerdo un viejo tango "Nieblas del Riachuelo", con letra y música de J. C. Cobián y Cadícamo. Y que dice:
Turbio fondeadero donde van a recalar
Barcos que en los muelles siempre han de quedar,
Sombras que se alargan en las noches del dolor
Náufragos del mundoi que han perdido su ilusión.
Puentes y cordajes donde el viento viene a aullar,
Barcos carboneros que jamás han de zarpar.
Torvo cementerio de las naves que al morir
Piensan sin embargo que hacia el mar han de partir...
Creemos que hasta los más jóvenes conocen esta melodía traída a Cuba por Charlo hace casi 50 años, y que un intérprete nuestro, el ya desaparecido Pascasio (Pacho) Alonso lo ha hecho perdurar entre nosotros dándole forma de bolero.
El tango-canción ha tenido en Cuba larga vigencia aunque como baile apenas se cultiva. La voz de Gardel se encargó de sembrar, el primero entre nuestros padres y abuelos, ese sentimiento, y la voz del zorzal criollo la perpetuó la placa discográfica alimentando una popularidad que perdura por casi 70 años.
Nuevas voces de grupos entusiastas, a las que se suman ñas decenas de peñas de nuestras Casas de Cultura, contribuirán a arraigar aún más la popularidad de la canción porteña.
http://www.nautica.cubasi.cu/marmus.htm
(Resumido de la revista MAR Y PESCA)