Cuba

Una identità in movimento


Importancia de la antropología cultural en la formación de los actores del desarrollo local: el promotor de la cultura

Guillermo Julián Hernández


INTRODUCCIÓN

La antropología cultural, como disciplina, tiene mucho que ofrecer en la formación del sistema cognitivo de los promotores culturales y otros actores que desarrollan acciones de intervención sociocultural en la comunidad.

Enfatizar el papel de la antropología no significa menoscabar el aporte que otras ciencias sociales aportan a la formación de la cosmovisión que debe tener un promotor cultural para el desempeño exitoso de su gestión profesional. Antes al contrario, el planteamiento de una metodología que permita la asunción transdisciplinaria y holística del objeto de estudio en cuestión, desde el inicio del proceso, es indispensable. En tal sentido, la participación de otras disciplinas relacionadas con los contextos socioculturales es fundamental, en tanto implica la formulación de diferentes enfoques sobre un mismo asunto.

El presente trabajo se limita a destacar un grupo de saberes de la antropología cultural que pueden facilitar el desempeño de los actores del desarrollo local, con énfasis en la figura del promotor cultural. Se destacarán la conceptualización de la cultura, el enfoque etnocéntrico, la diversidad cultural, el método comparativo y sus limitaciones, entre otros temas que son de la incumbencia de la antropología y en los cuales el promotor cultural puede encontrar respuesta, en alguna medida. El abordaje de todo el corpus teórico de la antropología y su relación con el perfil del promotor cultural no constituye objetivo del presente trabajo. Se infiere que una mirada a contenidos parciales de diferentes escuelas o matrices teóricas antropológicas permitirá comprender cuán importante es su inclusión en los planes de estudio de los cursos para la formación de actores sociales.


ENCARGO SOCIAL DEL PROMOTOR CULTURAL

Ante todo conviene precisar algunas coordenadas del trabajo del promotor cultural que tributan a su encargo social.

En primer lugar puntualizar que éste desempeña su labor a partir del tiempo libre que disponen los integrantes de la comunidad. De hecho, el promotor desarrolla su trabajo precisamente en la comunidad, en un segmento de ella, o en instituciones que existen en el territorio, ya sean escuelas, fábricas, entidades culturales u otras.

De igual modo establecer que el acto de la creación, sea individual y/o colectiva, constituye la base indispensable que coadyuva a la realización de los procesos de promoción. Es precisamente en el binomio creación-apreciación, para algunos teóricos partes consustanciales del ciclo de la promoción, en el cual ésta desempeña un papel decisivo.

Por tal razón, el promotor requiere de un sólido andamiaje teórico-cultural que le permita utilizar con inteligencia y eficacia las diferentes técnicas y dinámicas de que dispone el trabajo social.

A partir de lo anterior no será difícil comprender la necesidad inexcusable que tiene el promotor de dominar profundamente la conceptualización de la cultura, si se aceptan, además, dentro de sus funciones[1] más importantes, las siguientes:


  1. Conocer a fondo la política cultural y contribuir en su implementación paulatina, pero sistemática.
  2. Relacionarse con los factores del territorio en el cual despliega su labor.
  3. Contribuir a la transformación cualitativa de las personas, mediante las acciones y participación en las actividades.
  4. Promover y participar en las investigaciones socioculturales, con el propósito de conocer a fondo el terreno en el que desarrolla sus tareas.
      a. Plantear proyecciones estratégicas a corto y mediano plazo ajustadas a la realidad contextual del territorio.
  5. Facilitar la vida cultural del territorio, conjuntamente con otros agentes.
  6. Estimular la promoción de la cultura popular tradicional.

Vale acotar que la cultura se mueve en la amplia esfera de la ideología[2] y la subjetividad. Un mal manejo u orientación de la misma puede invertir y/o malograr los objetivos esperados. Así de sencillo, una decisión sobre un tópico cultural que no esté validada por la teoría y la práctica y que no responda a las necesidades sentidas del segmento de la comunidad con el cual se trabaja, puede conducir a la apatía y rechazo por parte de los participantes, en el mejor de los casos; y la pérdida de valores e incorporación de malos hábitos, en el peor.


LA ANTROPOLOGÌA Y EL PROMOTOR CULTURAL

En tal sentido, no es difícil afirmar que en el campo de la conceptualización[3] de la cultura es justamente donde la antropología puede ser más útil al promotor cultural, ya que esta disciplina, desde que se constituyó como ciencia, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, se ha mantenido estrechamente vinculada a los estudios de la cultura, tal como lo corroboran los siguientes teóricos:


Desde que inició su desarrollo (la antropología), la idea de cultura no ha conocido interrupción. (...) ninguna gran escuela de antropología, que es "la ciencia de la cultura", ha visto a sus seguidores volver la espalda a la cultura. Por ahora[4].


En efecto, desde el surgimiento de la escuela evolucionista (2da. mitad del S.XIX), liderada por los ingleses Herbert Spencer (Inglaterra, 1820-1903), Edward G. Tylor (1832-1917) y el norteamericano Lewis Henry Morgan (1818-1881), padres fundadores de la antropología; la preocupación por el estudio de la cultura ha sido una constante. Hay que tener presente que la primera formulación científica de un concepto de cultura fue planteada, precisamente, por la escuela evolucionista que integraban los antropólogos que se citan anteriormente, en particular Tylor, quien en su artículo "Cultura Primitiva"[5] expresa:


La cultura o civilización, tomada en sentido etnográfico amplio, es ese complejo total que incluye conocimiento, creencia, arte, moral, ley, costumbres y otras aptitudes y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad.


Es conveniente que el promotor comprenda e incorpore, para un mejor desempeño de su trabajo, la importancia que tuvo para los científicos del siglo XIX "ese complejo total", como le llamó Tylor, en tanto planteamiento muy avanzado, al considerar la cultura como un contenido englobador — hoy se diría holístico — de un conjunto de características y aptitudes, incluyendo la civilización.

No obstante, también es necesario para el promotor conocer que previamente al concepto expresado por Tylor, se movían algunas nociones que ya consideraban dentro del concepto de cultura no solo el arte, la literatura, la religión y la civilización, sino además la idea de progreso.

Representantes de escuelas o matrices antropológicas del s. XX, posteriores al evolucionismo, sometieron a profundo análisis y crítica objetiva las esencias del concepto tylorista. Se podrían citar muchos ejemplos, pero solo se aludirá a Clifford Geertz (1926-¿?), quien asevera:


Los ensayos que siguen, en sus diferentes maneras y en sus varias direcciones están todos dedicados a reducir el concepto de cultura a sus verdaderas dimensiones, con lo cual tienden a asegurar su constante importancia antes que a socavarla. Todos ellos, a veces explícitamente, pero con más frecuencia en virtud del análisis particular que desarrollan, preconizan un concepto de cultura más estrecho, especializado[6] y, según imagino, teóricamente más vigoroso que el de E.B. Tylor, al que pretende reemplazar, pues el "todo sumamente complejo" de Tylor, cuya fecundidad nadie niega, me parece haber llegado al punto en el que oscurece más las cosas de lo que las revela[7].


También deben ser parte del sistema cognitivo del promotor algunas limitaciones que tuvo la antropología en sus inicios, tales como el concepto unilineal del desarrollo, o lo que es lo mismo, formular la tesis de que todas las culturas pasan por diferentes etapas o estadios de desarrollo: empezando por las más primitivas — salvajes — para pasar posteriormente a bárbaras y al final a la etapa civilizada, pero a semejanza del país metrópoli. Lo cual denota una carga de etnocentrismo y destaca su fuerte arista de discriminación racial.

Lo anterior es una consecuencia directa de lo que se ha dado en llamar "el pecado original de la antropología", el cual se puede resumir en el papel que ésta desempeñó para facilitar el dominio colonial en los países llamados periféricos.

De igual modo, el método comparativo formulado por Tylor fue objeto de fuertes críticas por parte de Franz Boas (Germ. norteam. 1858-1942)[8]. Este método, que tuvo sus orígenes en el campo de la biología y fue adaptado a la antropología, planteaba la aproximación de los sistemas sociales actuales con culturas anteriores. Las limitaciones que Boas adjudica a este método se sustentan en los siguientes criterios:[9]


  • Es imposible explicar todos los tipos de cultura afirmando que son similares, debido a la similitud de la mente humana.
  • El descubrimiento de rasgos similares en sociedades diferentes no es tan importante como la escuela comparativa consideraría.
  • Los rasgos similares se pueden haber desarrollado por muchas razones diferentes en culturas diferentes.
  • La visión de que las diferencias culturales son insignificantes no tiene base. Son las diferencias culturales las que tienen mayor importancia etnográfica.[10]

Resulta interesante hacer un aparte en este punto de la diversidad cultural, por lo que implica para los estudios actuales sobre los temas de cultura y desarrollo. También para concederle a Franz Boas el debido mérito, en tanto precursor de un pensamiento de mucho avance para su época, al fundamentar la tesis de la importancia que tienen las diferencias culturales en los procesos de desarrollo. No se debe obviar, en este aparte, otro de los planteamientos fundacionales que acompañaron la vida y obra de Franz Boas, lo cual en más de una ocasión le trajo nefastas consecuencias[11], al defender que:


...la variación de fenotipos dentro de una raza hace imposible hablar de razas inferiores y superiores[12].


Temas tan importantes como su concepción antirracial y sus contribuciones sobre la diversidad cultural sitúan a Boas, se reitera, como un precursor en este campo. Mucho tiempo después la UNESCO se pronuncia al respecto:


La Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural se aprobó por unanimidad en una coyuntura muy singular: acababan de producirse los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 y la 31a reunión de la Conferencia General de la UNESCO constituía el primer gran encuentro de nivel ministerial después de aquel día aciago.

Ello brindó a los Estados la ocasión de rea?rmar su convicción de que el diálogo intercultural es el mejor garante de la paz, y de rechazar categóricamente la tesis que auguraba un choque ineluctable entre las culturas y civilizaciones.

Un instrumento de esta envergadura es algo novedoso para la comunidad internacional.

En él se eleva la diversidad cultural a la categoría de "patrimonio común de la humanidad", "tan necesaria para el género humano como la diversidad biológica para los organismos vivos", y se erige su defensa en imperativo ético indisociable del respeto de la dignidad de la persona[13].


Estas aportaciones de la antropología le facilitan al promotor cultural su tarea porque, tal como se explica en párrafos anteriores, el promotor realiza intervenciones en la comunidad y las mismas deben estar sustentadas en criterios que estén validados como ciencia constituida para evitar errores que puedan tener consecuencias fatales para el sentido de pertenencia y la cultura popular tradicional de la localidad. El conocimiento, no solo de la conceptualización de la cultura, sino de su evolución en el devenir del tiempo es sumamente importante para el promotor cultural. Ello le permitirá adecuar y suscribirse a un criterio abarcador o selectivo, dado el caso que por necesidades del proyecto se determine trabajar con una noción estrecha, como la cultura artística y literaria, la cultura culinaria, o la cultura física, por ejemplo.

Aproximarse al método comparativo de Tylor y fundamentalmente a la crítica que Franz Boas hace al respecto, le permitirá al promotor aprehender que el reconocimiento de la diversidad cultural sustenta todo proceso de desarrollo local. Conocer los resultados alcanzados en otras comunidades y territorios es importante. Valorar los métodos empleados resulta de utilidad como referentes a considerar. Pero imitarlos, en detrimento de las costumbres y tradiciones inherentes de cada territorio, del perfil identitario que lo define, de la historia y necesidades que lo singularizan, constituye un error grave en el trabajo cultural masivo.

Aunque no se considere necesario abundar en detalles; baste significar el papel indispensable que desempeña la investigación y sus herramientas (el trabajo de campo, por ejemplo) en los procesos de profundización de los contenidos y características, que perfilan tanto la creación, como la apreciación, binomio que, como se ha reiterado a lo largo del presente trabajo, sustenta la promoción cultural en sus diferentes niveles. La siguiente cita de la Dra. Graciela Pogolotti valida la aseveración expresada:


Le corresponde a la investigación científica estudiar — como lo hacemos — nuestras tradiciones, es decir, la herencia acumulada. Le corresponde, también, estudiar eso quizás más difícil aún: los nuevos valores, las nuevas tradiciones, las nuevas necesidades del presente. Un trabajo difícil, complejo, pero, desde luego, indispensable. Y que es la base inicial de toda labor real, profunda de promoción cultural[14].


La metodología de investigación, como asignatura, aborda la enseñanza de diferentes métodos y técnicas que facilitan el conocimiento de un objeto dado. La antropología puede ofrecer también al promotor cultural algunos conocimientos en esta rama, fundamentalmente sobre el trabajo de campo, que le permitan complementar las adquisiciones que incorpore desde otras ciencias y/o metodologías.

Los estudios antropológicos en el trabajo de campo se sustentan en los enfoques emic y etic. Esto permite la indagación en el estudio de las culturas desde la perspectiva de los propios participantes — conocimiento que los integrantes de determinada cultura tienen de su entorno y los consideran importantes y apropiados —; y desde la óptica de los observadores — a partir de conceptos propios, significaciones y representaciones de los especialistas que realizan el trabajo de campo, incluyendo sus saberes y especialización cultural.

Es conveniente recordar que, si bien es cierto, los primeros antropólogos de la segunda mitad del siglo XIX desconocieron el trabajo de campo, por lo cual fueron conocidos como "antropólogos de salón" o "antropólogos de gabinete"; muy tempranamente, a principios del S. XX la escuela o matriz conocida como relativismo cultural o particularismo histórico, fundada por Franz Boas y más adelante la escuela funcionalista que lideró Bronislaw Malinowski (1884-1942) — el mismo que prologó el "Contrapunteo Cubano del Tabaco y del Azúcar", del sabio Fernando Ortiz — concedieron, cada uno desde miradas no exentas de imprecisiones, una importancia capital al trabajo de campo, incluyendo el dominio de la lengua de los sujetos y la convivencia con los mismos, para un mejor desempeño.


RESUMEN CONCLUSIVO

  • La antropología cultural es una ciencia relativamente joven, cuyo corpus teórico aborda y profundiza en la relación del hombre con su entorno cultural.
  • Todas las escuelas o matrices antropológicas — desde la evolucionista hasta las más recientes, pasando por el particularismo histórico o relativismo cultural; el funcionalismo; el estructuralismo cultural; cultura y personalidad; el evolucionismo; el materialismo cultural y el neoevolucionismo; entre otras, le confieren significativa importancia al estudio de la cultura, a su evolución como concepto y a su adecuación a los diferentes momentos históricos.
  • El promotor puede encontrar en la antropología cultural una fuente inagotable de saberes para dominar la teoría del desarrollo de la cultura, lo cual le permitiría realizar un trabajo más eficaz en su empeño por alcanzar resultados y transformaciones en una comunidad.
  • La antropología cultural le brinda también al promotor cultural importantes herramientas para el trabajo de campo: la observación directa, el registro de los incidentes diarios, los enfoques emic y etic, así como reglas para la convivencia y el análisis de datos.
  • El conocimiento de algunas limitaciones de determinadas escuelas antropológicas le facilitará al promotor no incurrir en errores y deficiencias ya conocidos por la praxis.
  • Los análisis de Franz Boas sobre la diversidad y las diferencias culturales le permitirán al promotor establecer precisiones en cuanto al modelo y la asunción de influencias foráneas. Aceptar e incorporar aquellas que realmente fructifiquen y contribuyan a fortalecer la identidad cultural y la memoria histórica y desechar todas las que atenten y vayan en detrimento de la conformación idiosincrática de la localidad. José Martí Pérez, Apóstol de la Independencia de Cuba, lo resumió magistralmente en muy temprana fecha:

Injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas[15].




Ciudad de La Habana, 8 de marzo de 2009


Guillermo Julián Hernández
Profesor de la Universidad de La Habana, de la Universidad del Arte (ISA) y del Centro Nacional de Superación para la Cultura, del MINCULT
Tel: 838 2299
Calle 15 e/ 2 y Paseo
Vedado, Plaza de la Revolución

Guillermo Julián Hernández Centro Nacional de Superación para la Cultura





NOTAS

  1. Para ampliar ver trabajo del autor "Aproximación al perfil del promotor cultural", publicado en: Cuba una identità in movimento. Archivocubano. http://www.archivocubano.org/educa/promotor_cultural.html.
  2. Una ideología es el conjunto de ideas, tendentes a la conservación o la transformación del sistema existente (económico, social, político...), que caracterizan a un grupo, institución, movimiento cultural, social, político o religioso. Esta consta de dos características: una representación de la sociedad, y un programa político. La primera, se enfoca en como actúa la sociedad en su conjunto (vista desde un determinado ángulo); y a partir del análisis del comportamiento de dicha sociedad, se elabora un plan de acción; el cual tiene el objetivo de acercar a la sociedad real en cuanto lo posible a la sociedad ideal. (http://es.wikipedia.org/wiki/Ideología. Wilkipedia La Enciclopedia Libre. Fecha de acceso: 3 de noviembre 2008.
  3. Utilizo la categoría concepto o conceptualización en el trabajo como una manera de operar y para no crear confusiones, ya que mi objetivo en este momento no es establecer diferencias semánticas entre concepto y noción. Aunque aclaro que ésta última es la que suscribo. Asumir la categoría de noción me permite establecer que todo está en constante constructo, mientras que concepto tiene un carácter conclusivo.
  4. Bohannan, P. y Glazer M. "Antropología. Lecturas". Editorial Félix Varela. 2da. Edición. La Habana, 2003. Introducción pp. XIX y XX.
  5. Tylor, Edward B. "Cultura Primitiva". En: Bohannan, P. y Glazer M. "Antropología. Lecturas". Editorial Félix Varela. 2da. Edición. La Habana 2003, p. 64.
  6. El subrayado es del autor de este trabajo.
  7. Geertz, Clifford. "Descripción densa: hacia una teoría interpretativa de la cultura". En: La interpretación de las culturas, Edit. Gedisa, Barcelona, 1987, pp. 19-40. Tomado de: Basail, Alain y Álvarez Daniel (compiladores) Sociología de la Cultura, Selección de Lecturas T. 1, 1ra. Parte. Editorial Felix Varela, La Habana, 2004. p. 48.
  8. Franz Boas, (1858-1942), antropólogo y etnólogo germano-estadounidense. En 1883-1884 efectuó una exploración científica de la isla Baffin en la zona ártica. Dos años más tarde emigró a Estados Unidos y realizó el primero de una multitud de viajes para estudiar a los kwakiutl y a otros pueblos de la Columbia Británica. En 1899 se convirtió en el primer catedrático de antropología de la Universidad de Columbia, donde impartió sus enseñanzas hasta 1937. Fue el primer antropólogo que combinó la experiencia del trabajo de campo con la labor docente. Organizó y participó en la expedición Jesup de 1902 al Pacífico norte, que planteó la posibilidad de la existencia de una estrecha relación entre las culturas del norte de Asia y las de la región de la Costa Noroccidental del Pacífico, en América del Norte. Demostró asimismo la necesidad de estudiar una cultura en todas sus facetas, incluida la religión, el arte, la historia y el idioma, así como las características físicas de sus individuos. Una de sus conclusiones más notables fue afirmar que no existe una auténtica raza pura y que ninguna etnia es, de manera innata, superior a las demás. Sus publicaciones incluyen El crecimiento de los niños (1896), La mente del hombre primitivo (1911), Antropología y vida moderna (1928) y Raza, lengua y cultura (1940).
  9. Bohannan, P. y Glazer M. "Antropología. Lecturas". Editorial Félix Varela. 2da. Edición. La Habana, 2003. pp. 83-84.
  10. El subrayado es del autor de este trabajo.
  11. Franz Boas estuvo interesado siempre en el estudio de los problemas raciales. Tanto es así, que en sus presupuestos antropológicos no reconocía la diferencia de razas y menos aún la existencia de razas superiores. A partir de la década del 30 del siglo XX, con el surgimiento del nazismo alemán y la propuesta hitleriana de un supuesto etnos ario alemán superior; su obra se consideró perversa por esta ideología y fue incinerada públicamente en la universidad de Kiel, la misma institución en la cual había alcanzado su grado de doctor, en 1881.
  12. Bohannan, P. y Glazer M. "Antropología. Lecturas". Editorial Félix Varela. 2da. Edición. La Habana, 2003. pp. 83.
  13. UNESCO. "Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural". Adoptada por la 31 Reunión de la Conferencia General de la UNESCO. Paris, 2 de Noviembre de 2001, p. 1.
  14. Pogolotti, Graciela. "Quitarnos la cultura es quitarnos el alma". En: Revista Revolución y Cultura. No. 3, Ciudad de La Habana, marzo de 1984. pp. 12-17. Tomado de: Colectivo de Autores. "Pensamiento y política cultural cubanos". Antología. T. III.
  15. Martí Pérez, José Julián. "Nuestra América". Periódico El Partido Liberal, México. 30 de enero de 1891. Obras Completas. En: T. 6 "Nuestra América I Conf. Internacional Americana. Comisión Monetaria Internacional Americana. México.", p. 18. Edición Digital Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2001.



BIBLIOGRAFÍA

Bohannan, P. y Glazer M. "Antropología. Lecturas". Editorial Félix Varela. 2da. Edición. La Habana, 2003.

Colectivo de Autores. "Pensamiento y política cultural cubanos". Antología. T. III. Pogolotti, Graciela. "Quitarnos la cultura es quitarnos el alma". En: Revista Revolución y Cultura. No. 3, Ciudad de La Habana, marzo de 1984.

Geertz, Clifford. "Descripción densa: hacia una teoría interpretativa de la cultura". En: La interpretación de las culturas, Edit. Gedisa, Barcelona, 1987, pp. 19-40. Tomado de: Basail, Alain y Álvarez Daniel (compiladores) Sociología de la Cultura, Selección de Lecturas T. 1, 1ra. Parte. Editorial Félix Varela, La Habana, 2004.

Martí Pérez, José Julián. Obras Completas. T. 6. Edición Digital Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2001.

Tylor, Edward B. "Cultura Primitiva". En: Bohannan, P. y Glazer M. "Antropología. Lecturas". Editorial Félix Varela. 2da. Edición. La Habana 2003.

UNESCO. "Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural". Adoptada por la 31 Reunión de la Conferencia General de la UNESCO. Paris, 2 de Noviembre de 2001.








Página enviada por Guillermo Julián Hernández
(9 de marzo de 2009)


Cuba. Una identità in movimento

Webmaster: Carlo NobiliAntropologo americanista, Roma, Italia

© 2000-2009 Tutti i diritti riservati — Derechos reservados

Statistiche - Estadisticas