A pesar de su fundamentado estudio y su brillante y detallada exposición, su tesis tardó muchos años para ser aceptada, pues era una teoría que discrepaba esencialmente de las ideas que hasta entonces eran propagadas acerca de la fiebre amarilla.
Pero lo más increíble en torno a este descubrimiento del médico cubano, es que a pesar de su constancia en años posteriores para incrementar los conocimientos en torno a esta enfermedad, con la realización de pruebas experimentales, y su generosidad en compartir sus conocimientos con la comunidad científica internacional y en especial con la de los Estados Unidos, se intentó escamotear la gloria a Carlos J. Finlay, y adjudicarla ilegítimamente al médico norteamericano Walter Reed, quien recibió del sabio cubano todos los resultados, hallazgos y las fundamentaciones teórica y práctica.
Pasaron años y fue necesario una lucha tenaz de instituciones y científicos de Cuba, para que se hiciera justicia a Carlos J. Finlay, y para que la historia de la ciencia reconociera la verdadera esencia de su descubrimiento. Uno, la teoría científica del contagio de la enfermedad, y otro, la identificación del mosquito como agente de transmisión o vector de la fiebre amarilla.
Gracias a este descubrimiento fue posible establecer las medidas sanitarias prácticas para el control del mosquito Aedes aegypti y las campañas para la erradicación del mismo y, por consiguiente, de la epidemia de fiebre amarilla.
Por eso honor y gloria a Carlos J. Finlay en el Día de la Medicina Americana, establecida el 3 de Diciembre de 1933, como homenaje a quien falleciera el 14 de agosto de 1915, mucho antes de que le fuera reconocido finalmente la paternidad de su genial e histórico descubrimiento.
Wilkie Delgado Correa
Doctor en Ciencias Médicas
Profesor Consultante y Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas
Escritor y periodista
Página enviada por Wilkie Delgado Correa
(1 de diciembre de 2008)