La hipótesis del auto abastecimiento se volvió realidad cuando el derrumbe de la Unión Soviética interrumpió de la noche a la mañana el suministro de petróleo y paralizó la agricultura industrial.
Los fertilizantes fueron reemplazados por montañas de abono de lombriz y los pesticidas por microorganismos y hasta insectos beneficiosos, dando lugar a una agricultura orgánica a fuerza de necesidad.
La agricultura urbana se rige desde hace más de una década por el criterio de productividad que el presidente Raúl Castro busca aplicar ahora en la economía socialista de Cuba.
En el vivero de Alamar, por ejemplo, los trabajadores tienen un salario y se reparten además las utilidades de la cooperativa, así que cuanto más producen, más ganan.
El ingreso medio ronda los 950 pesos cubanos (42,75 dólares), más del doble del promedio nacional.
La fórmula ha dado resultados. La cooperativa arrancó en 1997 con cuatro integrantes y hoy tiene 160, incluídos dos doctores en ciencias. La producción anual supera las 240 toneladas de hortalizas en una superficie de 11 hectáreas, o 13 campos de fútbol.
Raúl Castro dio algunos pasos en esa dirección, buscando reducir la dependencia de Cuba de las importaciones de alimentos por la que desembolsará este año unos 2.500 millones de dólares.
Su Gobierno descentralizó la toma de decisiones y aumentó los precios que el Estado paga, por ejemplo, por la leche, resultando en un aumento de hasta 20 por ciento en la producción.
En septiembre comenzó a repartir tierras ociosas en usufructo.
Algunos expertos temen que el costo de las importaciones y la destrucción de los huracanes vuelva a colocar a Cuba en la senda de los agroquímicos. El Gobierno ha dicho que pretende construir una fábrica de fertilizantes con ayuda de su aliado Venezuela.
(Editado por Marion Giraldo)
Página enviada por Pedro Gellert
(16 de diciembre de 2008)