Dos cuestiones sostienen el criterio de Alejo Carpentier sobre su novela "¡Écue-Yamba-O!" (Carpentier 1977); ellas son el pintoresquismo que resbala superficialmente en la piel del personaje — argumento según el creador inservible — y la intención — por génesis creativa de una novatada — de hacer vanguardia en el placer de sumarse a una moda de contemporaneidad; unidas estas cuestiones convierten a la novela, para los ojos de su autor, en su primer y gran error profesional.
Sin embargo, a pesar de toda la magnitud significacional y narrativa de la obra posterior de Alejo Carpentier, "¡Écue–Yamba–Ó"! tematiza en ficción toda una teoría y práctica de la historia cubana de las tres primeras décadas de la República[1], por supuesto, subordina esta creación al influjo juvenil de una pléyade de intelectuales que encuentran en su quehacer artístico un modo de protestar y expulsar su furia ante una situación socio-política y económica que los asfixia ideológicamente. La fuerte presencia descriptiva de la historia cubana de la tercera década del siglo XX, es entonces la clave del valor innegable de la primera novela carpentereana.
Para verificar lo planteado se propone como objeto de análisis el capítulo 27 de la novela, cuyo título muestra la intencionalidad diegética del autor: Política.
Hasta este momento, en el desarrollo discursivo de la novela, Carpentier ha venido trabajando un narrador que en total omnisciencia y con ausencia de marca, resuelve sus enunciados en un discurso seudo-indirecto donde el verbum dicendi ha estado presente o no a partir de su incidencia en los eventos relatados. Por su parte la focalización externa totalizadora o focalización cero muellea el discurso seudo-indirecto para mostrar hasta este punto de la diégesis el desarrollo del camino narrativo de Menegildo, en su formación como personaje protagónico a la vez que héroe, sin privilegiarlo de ninguna forma y sólo siguiendo su cadena estructural de acciones.
El Capítulo 27 se sitúa en la parte central de la novela y esto presupone, si bien no un giro caracterológico para el héroe, sí una toma de posición respecto al parámetro narrativo "saber + querer + poder"; es necesario ahora que Menegildo comprenda hacia dónde dirigir su fuerza para encontrar sus principales metas: salir adelante en la vida y disfrutar sin trabas del amor de Longina, para esto es necesaria su integración a la situación periférica que lo rodea.
¿Cuál es entonces la fórmula narrativa que se utiliza? El cambio en la estructuración de la tipología del narrador. El subsistema en su totalidad se remueve y qué técnica mejor para que Menegildo comprenda su esencia de personaje protagónico y héroe, que ingresar en su conciencia y con el uso de sus propios medios expresivos, confundirlo con la voz del narrador sin cambio de niveles ni alteraciones o alternancias de registros.
El capítulo comienza presentando un narrador claro y elocuente en su omnisciencia de tradición realista, sin marcas ni alardes vanguardistas, con un discurso seudo-indirecto fácil en su sencillez, con verbum dicendi conciso y determinante. Sin embargo, ya en mitad del segundo párrafo se inserta Menegildo en la voz del narrador que cambia a un discurso directo no regido en el cual aparece el registro del personaje sin alteraciones ni rupturas en el nivel, apareciendo signos gráficos, en este caso comillas, que determinan los giros discursivos en la presentación de un registro estilístico vulgar con variantes marginal y geográfica. Esto es: "Menegildo que nunca 'le entraba' al ron (…) comentarse hasta la saciedad una formidable 'sacada en primera' y la 'cubba' del pitcher que logró 'ponchar' al mejor bateador" (Carpentier 1977: 90).
En el sentido discursivo el narrador aprovecha todas las capacidades de este discurso directo no regido para determinar índices implícitos lógicos y socio-culturales para la caracterización del héroe en su incorporación a la secta ñáñiga[2] a partir del uso de la variante que establece la comunicación entre las potencias que integran este culto africano y sus miembros, cuyo llamado dialecto apapa les hace decir: "que soltara generosamente 'manguá' que adquiere sufragios"; nominando manguá al dinero.
Se establece además una combinación entre el discurso directo no regido, el discurso referido anticipado y el discurso seudo directo pues se inserta plenamente integrada a la sintaxis una tipografía diferente — uso de negritas, mayúsculas y guiones — para determinar la situación política del país a través del pugilateo electoral y su matrimonio con la demagogia que caracteriza a cada candidato que pretende el gobierno de la República, pues la conversación en la que está inmerso el personaje Menegildo detalla el contexto del autor al mismo tiempo que subraya los tintes de su héroe quien junto a sus hermanos o ecobios ñáñigos manifiesta su esfera de valores a la vez que aprende y comprende cuál es el mundo en que le toca desarrollarse y obtener sus metas como personaje.
Había quien votaba por el Gallo y el Arado. Otros confiaban en Liborio y la Estrella, o el Partido de la Cotorra. La lucha se había entablado entre el Chino–de-los-cuatro–gato, el Mayoral–que-sonaba–el–cuero, y el Tiburón –con-sombrero–de-jipi (…). Pero, por otra parte, sostenía que cualquier dotol vestido de dril blanco y escoltado por tres osos blandiendo garrotes (Carpentier 1977: 90)[3].
El artista proporciona datos rotundamente verídicos sobre las elecciones de finales de 1920 en Cuba[4], valiéndose de un narrador que en uso de un lenguaje eminentemente populachero blande nombretes, apodos y motes que la jerga callejera emplea en una caracterización legítima de cada uno de los señores que pretenden la presidencia de la República: Zayas[5], "el chino de los cuatro gatos", en representación del exiguo Partido Popular[6], Menocal[7], "el mayoral que sonaba el cuero", apoyando en su condición de Conservador[8] al primero y José Miguel Gómez[9], "el tiburón con sombrero de jipi", por el Partido Liberal[10], todos ellos respectivamente simbolizados en la peseta gigantesca — movimiento de dinero corrupto, empréstitos y deudas —, el látigo o los timbales — movimiento de cuero y esclavitud — y la bañadera que salpica plateado — movimiento del ladrón que roba enriqueciéndose y deja robar y logra llevar las riendas administrativas y políticas del país con "bestias que hablan, peces que obtienen sufragios y aves ladronas de urnas de votos" (Carpentier 1977: 90).
En otro orden de cosas, el uso de la focalización externa totalizadora o cero se combina ahora con la focalización interna pues independientemente de que el narrador quiera situarse fuera y sobre la cadena diegética, este uso discursivo anteriormente descrito lo lleva a tomar la perspectiva de Menegildo personaje, en su aprehensión de la realidad social que lo rodea presentándose así una focalización doble. Ahora bien, si se piensa que todos los participantes de la reunión en que está Menegildo van mostrando, a través de la voz del narrador, todas sus opiniones políticas sobre el estado de cosas que presupone la agitación de las elecciones de 1920 y se expresan estos personajes por medio de su instancia narrativa, pudiera considerarse también como un atisbo de focalización interna estereoscópica pues seguramente cada cual debe tener su versión y opinión., sin privilegio del narrador, sobre este momento vital que se toma como marco a la novela.
Por otra parte vale considerar que en esta manera o técnica narrativa sobresalen dos de la cinco zonas determinadas por los estudios narratológicos para la aparición de la voz del autor sobre la del narrador, y serían estas la reflexión axiológica en la valoración de una Cuba extorsionada y absorbida económicamente por el imperio yanqui, citando simbólicamente quizás la mano de Enoch Crowder[11] sobre la de Alfredo Zayas para manejar las disposiciones del país, y el uso de artificios organizadores que en su deseo de vanguardismo Carpentier estructura para el discurso de su narrador. Estas dos zonas descuellan cuando a través del discurso reflexivo seudo-directo, está presente la visión carpentereana unida al criterio de sus compañeros de la Protesta de los Trece y del Grupo Minorista[12].
¡Hasta la rústica alegría de coco y los caballitos de queque retrocedían ante la invasión de los ludiones de chicle! La campiña criolla producía ya imágenes de frutas extranjeras madurando en anuncios de refrescos! El orange-crush se hacía instrumento del imperialismo norteamericano, como el recuerdo de Roosevelt o el avión de Lindberg…! Solo los negros, Menegildo, Longina, Salomé y su prole conservaban celosamente un carácter y una tradición antillana. ¡El bongó, antídoto de Wall Street! El Espíritu Santo, venerado por los Cué no admitía salchichas yanquis dentro de sus panecillos votivos…! ¡Nada de hots-dogs con los santos de Mayeya! (Carpentier 1977: 90).
Vuelve la diégesis a señalar a Menegildo, ahora fortalecido políticamente en sus propios conflictos morales, y el discurso vuelve también a la normalidad seudo indirecta inicial y su focalización cero, de modo que pueda continuar la historia del personaje y porque además el capítulo cumplió su cometido estructural.
Nótese que así se observan y demuestran las quebraduras de la opinión que Carpentier manifestó sobre su primera novela pues puede considerarse que sí logra a través de su interpretación de la nacionalidad cubana y su descripción histórica epocal insertarse a partir de usos indistintos de un discurso narrativo ágil y fuerte, en las maneras creativas y constructivas de la Vanguardia.
Indiscutiblemente, la Historia y la Literatura han estado siempre unidas, fusión ancestral que se basa en el propio devenir humano, si se tiene en cuenta que el arte forma parte superestructural de la conciencia social sustentada, a su vez, por las relaciones económicas e históricas en general de la Humanidad.
Es este hecho el que provoca que todo creador — artista, particularmente hablando sustente su obra a partir de su propia situación vital, independientemente de su filiación estética y/o estilística; y Cuba, por supuesto, no está eximida de este fenómeno, pues absorbe una influencia artística marcada por los momentos históricos por los cuales ha atravesado en su formación nacional. En este sentido, recoge y autoctoniza influjos artísticos que le provee el arte universal sobre todo, particularmente, de sello iberoamericano.
Preséntase el siglo XX, para el creador cubano, signado por grandes ideas filosóficas que han conmocionado el universo, herido por un sistema neocolonial de absorción, exorción y corrupción, impuesto por una gran potencia enriquecida por dineros y vilezas, y finalmente, marcado por el vanguardismo de la modernidad artística.
Maestro indiscutible de la narrativa cubana, Alejo Carpentier sintetiza lo mejor de nuestra cultura más autóctona, cultura del negro y del blanco, en una conformación criolla típica del genuino hombre cubano y, sobre todo, americano. En el caso que ocupa "¡Écue-Yamba-Ó!" (Carpentier 1977), novela formativa en lo que respecta a la técnica narratológica y consecuentemente — si se atiende a su momento de creación-vanguardista, Carpentier valora el salto del negro inculto e ignorante hacia la, nunca mal llamada, escuela de la vida y particularmente, hacia un momento histórico definido de la vida que toca a Menegildo, protagónico de la novela, personaje imbuido en su mitología e idiosincrasia ñáñigas.
— A medida que el escritor envejece, escribe con más facilidad hace con el oficio. En la carencia de oficio está la dificultad del escritor joven, poco experimentado: tiene la cabeza llena de ideas que no sabe llevar al papel. Su inexperiencia lo hace escribir libros de los que después se arrepentirá.
— ¿Es este el caso de "¡Écue-Yamba-O!"?
— Claro "¡Écue-Yamba-O!" Se quedó en el pintoresquismo inmediato y superficial. Debí profundizar, calar hondo; pero me quedé en el traje de los personajes (Carpentier 1985: 237).
Sin embargo, y muy a pesar de la opinión del propio autor sobre su obra y el personaje, la novela logra situarse en un lugar cimero al consultarla como texto histórico de la década del 20 y aún de los años anteriores y posteriores a este momento. Si bien no es una obra contentiva de las exquisiteces narrativas que prodigan aplausos, posteriormente, a Carpentier, "¡Écue-Yamba-Ó!" es una novela de mucho mérito para la Historia de Cuba.
Es el culto guineano lo que sustenta la evolución narratológica del héroe y protagonista Menegildo pues la fantástica belleza de la secta ñáñiga — unida, salvadora, amiga — anima la trayectoria del personaje en su parámetro protagónico "saber + querer + poder". La novela concierta una serie de pruebas para el personaje:
- Búsqueda de la verdad en el ñañiguismo.
- Apetencia de sexo.
- Reafirmación humana.
- Muerte.
Debe tenerse en consideración que estas pruebas se encuentran diluidas en toda la novela, pues en capítulos iniciales se presentan personajes en relación con el trabajador del azúcar. Es dentro de ellos que el héroe escoge a su dama y a su antagonista; aparece entonces un tipo especial — el bracero antillano: este grupo está compuesto por hombres de Haití y Jamaica. Haciendo alusión al gobierno de José Miguel Gómez — quien se registra en el texto a través de la metonimia de signo Tiburón, apodo dado por el pueblo en uso de registro vulgar — surgen los braceros antillanos dentro de la novela, descritos en un tono totalmente despectivo remarcado por los índices harapientos, sudando agrio y morralla indistintamente en calificados, motivado esto por el ínfimo costo de su fuerza de trabajo que desplaza de manera lógica la mano de obra cubana provocando así ser mal mirados por todos los demás trabajadores. Este elemento debe tomarse en cuenta porque al presentarse el espacio en los primeros capítulos, es necesario describir a los braceros antillanos y el repudio que provocan para tener luego su aparición actancial en la diégesis dentro del espacio paratópico del protagonista Menegildo, entre cuyas pruebas se distinguirá vencer al personaje Napoleón (bracero antillano) como oponente principal del conflicto que sitúa a Longina como dama y atributo amoroso del héroe.
La última prueba, la muerte, que es causada al personaje por los propios braceros que pertenecen a otra potencia ñáñiga, es la más dura de todas ellas porque constituye confrontación principal, glorificante y calificante y se condensa con las anteriores en la asimilación del momento vital que le corresponde al personaje en cuanto a una marca que deviene del propio período histórico en que se enmarca su existencia: sucede que él, Menegildo, debe enfrentarse a una tarea difícil en el mandamiento, recepción y reacción ante ella, para cumplirla como su época propone. Puede pensarse en la demostración de estos argumentos a partir de propuestas que brinda en el sentido histórico este capítulo 27 que se analiza en esta ocasión.
La diégesis sitúa a Menegildo que acude, aún en pañales respecto al conocimiento de sus propias circunstancias vitales y sociales, a una reunión en compañía de su primo Antonio — personaje avesado en la práctica de la subsistencia, quien será luego su ecobio ñáñigo —, allí escucha hablar y discutir sobre política. En este sentido las descripciones del narrador sobre la realidad son totalmente exactas, pues a partir del uso de una variante sociolingüística especializada para la política, mencionan y caracterizan la época.
Continúa en el capítulo la crítica que abarca todos los sectores del gobierno y demuestra el carácter demagógico de la política de los aspirantes, por ejemplo, el narrador explica: "Ya daba por sentado que cualquier candidato electo acababa siempre por chivar a sus electores" (Carpentier 1977: 90).
Y describe el mundo de promesas y discursos mediocres en los que envolvían a sus electores, prostituyendo, según el propio narrador, las figuras de Antonio Maceo y José Martí, y aún hasta el propio idioma español y sus bases clásicas y cultas: "La espada de Colón y el huevo de Damocles" (Carpentier 1977: 90).
En todo ellos aparece el tono burlón y satírico con el objetivo de criticar a través de las afirmaciones en uso de equívocos:
"Lo que el pueblo necesitaba era el alimento ideológico, doctrina concreta. Cosas como:
El mayoral se va,
se va, se va, se va.
Ahí viene el chino Zayas
con la Liga Nacional"[13] (Carpentier 1977: 90).
Vuelve luego la base de idea ñáñiga a sobresalir, pues el personaje piensa en el bienestar que pueda sentir con los cambios del gobierno y la lucha por la búsqueda del "manguá" — dinero — para subsistir, además de la imagen de un candidato a representante que pertenecería a la secta y redactaría documentos en el propio dialecto "apapa" — variante lingüística del ritual ñáñigo. Por supuesto, habría libertad de "rompimientos" — fiesta ñáñiga para los iniciados — con libertad a su vez del culto de Eribó — divinidad ñáñiga fundamental — y así el candidato ganaría todos los votos de todas las potencias ñáñigas.
Se advierte entonces, a partir de aquí, el verdadero carácter rebelde del cubano interpuesto frente a esta absorción estadounidense, que crea caldo de cultivo a la corrupción de gobernantes títeres como Zayas, pues antes de concluir la anécdota del capítulo, se muestran eventos referidos directamente de la conversación del grupo con psicología ñáñiga, santera y espiritista en el que se va a insertar el protagonista unido a todo un sistema de conflictos, en los cuales sus bienes deseados están expuestos, aunque sin proyección actancial y solamente referidos en la voz del narrador, vislumbrándose a través de ellos las metas sociales de Menegildo en su condición de héroe.
Son muchos aspectos los que pueden analizarse como catalizadores de la situación política — económica y social de Cuba en este período histórico, en la novela "¡Écue-Yamba-Ó!" En el presente caso, se ha creído que los argumentos planteados interesan de manera representativa solamente la textualidad literaria que aborda la insultante corrupción administrativa de la República neocolonial que por demás, debe ser asumida por el personaje quien, en este capítulo titulado certeramente Política, solamente como observador, deberá cumplir su trayectoria narratológica en este mundo de cosas que es lo que le da, por derecho propio, un inapreciable valor.
El conocimiento de la Historia brinda la posibilidad de la comprensión del hombre, quien actúa impelido por fuerzas epocales y situacionales de su momento vital. La tercera década del siglo XX está determinada en Cuba por un entreguismo infame, avalado por los gobiernos de turno quienes posibilitan al máximo las capacidades inversionistas extranjeras. El azúcar, su industria y comercio, como rama económica principal y casi absoluta, crea un sistema de vida privativo para su estirpe, de manera tal que deviene en submundo autónomo de relaciones económicas, sociales, culturales y hasta psicológicas para el hombre que en él se inserta. Por supuesto el campesino dependiente o aparcero arrendatario, el obrero asalariado del central, el machetero y o bracero y el carretero y o boyero, en orden jerárquico, constituyen la esfera más triste como subclases de todas estas relaciones mencionadas.
Queda demostrado que "¡Écue-Yamba-Ó!" (Carpentier 1977), si bien no es la novela que autoriza narrativamente la magistralidad carpentereana, contiene en ella misma todo un documento testimonial de una parte importante de la historia cubana. Así es aunque su autor no la haya tenido dentro de sus amores.
Notas al texto
- La República de Cuba es la forma de gobierno que, como República Neocolonial, se constituye el 20 de mayo de 1902.
- La secta ñáñiga es de origen africano y se introduce en Cuba por los negros esclavos traídos desde ese continente por los españoles en época de la colonia (desde el descubrimiento hasta 1898). Perteneciente o relativa a la sociedad religiosa Abakúa está integrada sólo por hombres.
- El Gallo, el Arado, Liborio, la Estrella, el Partido de la Cotorra eran apodos del pueblo destinados a nominar los candidatos y los partidos que se postulaban para las elecciones. Se utilizaron como fuentes de nominación símbolos, emblemas y consignas que representaban dichas fuerzas en pugna por el poder.
- En las elecciones de finales de 1920 en Cuba se presentan como candidatos Alfredo Zayas por el Partido Popular, Mario García Menocal por el Partido Conservador y José Miguel Gómez por el Partido Liberal. Fueron comicios muy tensos debido a un gran nivel de rivalidad que convirtió la puja en una verdadera lucha de facciones.
- Alfredo Zayas fue General de las Guerras de Independencia y resulta electo presidente de la República en 1920. Representa al Partido Popular y su gobierno tuvo un carácter entreguista y fraudulento.
- El Partido Popular es conocido como "de los cuatro gatos" dados sus escasos adeptos. A pesar de su nombre que remite a un concepto de mayorías, este partido era muy exiguo y defendía intereses burgueses.
- Mario García Menocal fue Presidente de la República de 1913 a 1920. Se le conoce como el Mayoral por su cercanía con el negocio del azúcar y su industria. Intenta reelegirse en 1920 y compite con Zayas y con José Miguel Gómez.
- El Partido Conservador fundado en 1878 agrupó a la parte más reaccionaria de la burguesía cubana, defendía intereses económicos propios y estaba representado en las elecciones de 1920 por Mario García Menocal.
- José Miguel Gómez fue Presidente de la República desde 1909 hasta 1913 y aspira a la presidencia de nuevo en 1920. Se conoce como Tiburón que se baña y salpica y fue protagonista de varias sublevaciones y pequeñas guerras, como por ejemplo "La guerrita de La Chambelona" en 1917.
- El Partido Liberal fundado en 1878 representaba a la burguesía que buscaba apego a USA y aspiraba a la asimilación de Cuba por estos, es decir es plenamente anexionista. Está representado en las elecciones de 1920 por José Miguel Gómez.
- Enoch Crowder fue Embajador de USA en Cuba e inaugura una nueva forma de injerencia en los asuntos internos de Cuba a través de su embajada.
- La Protesta de los Trece pasa a la historia como un suceso relevante, se denuncia en ella la venta fraudulenta del Convento de Santa Clara que fue valorado en un precio injusto. Es un negocio sucio del gobierno de Zayas denunciado por un grupo de jóvenes que encabezó Rubén Martínez Villena en un acto en honor a una poetisa latinoamericana al cual asistía el Ministro de Haciendas cubano de la época. Estos jóvenes pedían la honradez en el gobierno y eran líderes políticos e intelectuales. Constituyeron el Grupo Minorista y su manifiesto para abogar por la honestidad en defensa de las clases más populares.
- La Liga Nacional nace de la fusión de los Partidos Popular y Conservador. La elección de Alfredo Zayas en 1920 fue el resultado de esta unión.
Obras citadas
Carpentier, Alejo. 1997. "¡Écue-Yamba-Ó!". Ciudad de La Habana: Editorial Letras Cubanas.
"Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba". 1980.
"Diccionario de Literatura Cubana". Ciudad de La Habana: Editorial Letras Cubanas.
López Lemus, Virgilio. comp. 1985. "Entrevistas Alejo Carpentier". Ciudad de La Habana: Editorial Letras Cubanas.
Navarro, Desiderio. comp. 1998. "Textos y Contextos". Ciudad de La Habana: Editorial Arte y Literatura.
Prada Oropeza, Renato y otros. 1999. "La Narratología hoy". Ciudad de La Habana: Editorial Pueblo y Educación.
Redonet Cook, Salvador. Comp. 1983. "Selección de lecturas de Metodología de la Investigación crítico-literaria". Tomo I. Ciudad de La Habana: Univ. de La Habana.
Los Autores
Esther Florentina Blanco Serrano, Profesora Auxiliar que imparte Análisis Literario, Literatura Cubana y Redacción y Estilo en el Departamento de Idiomas y Directora de Información Científico Técnica y Biblioteca de la Universidad de Granma.
Mario Eugenio Rodríguez Aguilar, Profesor Auxiliar del Departamento de Ciencias Sociales que imparte Economía Política e Historia de Cuba.
Ambos pertenecen a la Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas de la Universidad de Granma situada en carretera Central Manzanillo-Bayamo, Kilómetro 17 ½, Bayamo, Granma, Cuba.
Dirección postal: Hermanos Marcano No 58 e/ José Joaquín Palma y Donato Mármol, Bayamo, Granma, Cuba. CP 10100.