Cuba

Una identità in movimento

Los dioses de los aborígenes

María Argelia Vizcaíno



"Sobre los dioses de los indios cubanos poco sabemos"
(Samuel Feijoó, Mitología cubana)


No es mucho lo que se sabe, aún en nuestros días, sobre los dioses en que creían nuestros aborígenes, como bien ha declarado ese gran investigador cubano Samuel Feijoó en su extraordinario libro Mitología cubana.

Sobre este tema, recogido en el Tomo IV de la Enciclopedia de Cuba, el profesor de sociología Roberto Agramonte ha señalado cinco características en que se fundamentaba la religión de los taínos:

Sobre el chamanismo o behiquismo vemos la creencia de los poderes mágicos que le atribuían al sacerdote de la tribu llamado Behique o Chamán (Shamán, hombre-médico), que podía curar enfermos, conversar con los muertos, adivinar el futuro y saber lo que orientaba el Cemí, dios sobrenatural que representaban en piedras o maderas que ellos mismos tallaban.

Según la destacada investigadora Delia Díaz de Villar en su trabajo para la Enciclopedia de Cuba, Tomo VI, titulado "Historia de la Virgen de la Caridad",

... el Cemí o Zemi no era un ídolo de piedra, sino una fuerza natural, desconocida, que equivalía a lo santo, a lo sagrado, y esta fuerza era controlada por el behique, quien era médico, adivino y autor de los versos que se cantaban en los areitos.

Y hace la mención que mediante una ceremonia religiosa era que el behique entraba en comunicación con los antepasados, para esto contaba el Padre de las Casas que tenía que someterse por varios meses a un ayuno donde sólo podía tomar el zumo de ciertas yerbas especiales y

... después que quedaban flaquísimos eran ya dignos y aptos para que se les apareciese la visión infernal (el demonio), quien le comunicaba si estaban expuestos a enfermedades, temporales, etc.

En la Historia de las Indias de Francisco López de Gomara relata que cuando el cacique celebraba una festividad en la que participaban todos los miembros de la tribu, al entrar al lugar que fungía como especie de templo

... vomitaban, metiéndose un palillo por el guargüero, para mostrar al ídolo que no quedaba cosa mala en el estómago (...) Sentábase en cuclillas y rezaban que parecían abejones y así, andaba un extraño ruido; llegaban entonces otras mujeres con cestillas de tortas en las cabezas y muchas rosas, flores, yerbas olorosas encima. Rodeaban los que oraban y empezaban a cantar uno como romance viejo en loor de aquel dios. Levantábase todos a responder, en acabado el romance mudaban el tono y decían otra alabanza al cacique y así ofrecían el pan al ídolo, hincados de rodillas.

El indocubano también practicó el fetichismo, usando objetos simples como conchas, piedrecillas, sobre todo para lograr una productiva siembra y que el mal tiempo no los afectara, también para tener buena suerte en la caza, pesca, y aunque eran pacíficos, tenían que protegerse de los ataques especialmente de los Caníbales de las Antillas Menores.

Ha narrado Raúl M. Shelton en Cuba y su historia que

... para el aborigen cubano todo animal, planta u objeto en la naturaleza estaba animado de un espíritu, beneficioso o perjudicial, según se le ofendiera o se le reverenciara (...) Creían en un espíritu superior que llamaban Atabex, en otros espíritus subalternos y en un espíritu malo llamado Mabuya o Babuya.

También creían en el dios Huracán, y en Huión (el sol) quien mediante lo anotado por Adrián del Valle en su libro Tradiciones y leyendas de Cienfuegos usando los materiales que le entregara Pedro Modesto Hernández y plasmado por Feijoó en su extraordinario libro, sabemos que es el que crea al primer hombre de la tierra llamado Hamao. La Luna, o Diosa de la Noche, nombrada por los taínos Maroya es la que crea a la primera mujer conocida como Guanaroca, para alegrar la soledad de Hamao, y de esa unión nació Imao y Caonao.

Como vemos es un mito muy similar al Génesis bíblico donde se cuenta que el primer hombre se llamó Adán y la primera mujer se nombró Eva y que tuvieron dos hijos, Caín y Abel. Igualmente, según Don Fernando Colón los aborígenes creían en el Paraíso al que llamaban Coyaba, y era el lugar donde iba el alma de los buenos y se gozaba de paz, manjares deliciosos

... donde ni rayos ni huracanes tenían cabida.

A lo que Shelton señala con gran objetividad:

Todo esto, sin embargo, parece ser un concepto demasiado refinado para la mentalidad primitiva de los indios antillanos y uno no puede concluir dónde termina la realidad y donde comienza la fantasía .

A lo que también agrega Shelton:

Esto lo agrava el hecho de que los cronistas de la época tiñeron sus interpretaciones de partidarismo y fanatismo religioso y llegaron a conclusiones predeterminadas aún a expensas de desfigurar la verdad histórica. Eso sucede con los mitos, donde es difícil separar lo que deben a la imaginación del cronista.

Ya lo dijo Samuel Feijoó

... el folklore, a más de su fuerza creativa, es también claro aviso de las distintas formaciones y deformaciones de las culturas populares.


Cuba. Una identità in movimento

Webmaster: Carlo NobiliAntropologo americanista, Roma, Italia

© 2000-2009 Tutti i diritti riservati — Derechos reservados

Statistiche - Estadisticas