No obstante, pudiéramos hacernos una pregunta. ¿Eran acaso estas "naciones" (congo, carabalí, gangá) más belicosas que otras, menos dadas al encierro o al tipo de trabajo a que se veían sometidos y de ahí su mayor representación en el Depósito? ¿Esta interrogante es aplicable al evidente aumento de la población esclava criolla en el Depósito en los dos últimos años analizados o solo es producto del incremento de nacimientos en Cuba de hijos de africanos?
Si observamos el total de cimarrones apresados en cada uno de estos tres años, vemos que hubo una disminución gradual. ¿Se debe esta disminución a la reducción del contrabando negrero en la década del 40, que trajo como consecuencia una disminución del maltrato y, por ende, de las fugas? Quizás la consulta de los libros posteriores a estas fechas nos den la respuesta a esta pregunta, pero debemos tener en cuenta, como plantea Moreno Fraginais [4: 88], que "hacia 1852 tiene lugar el reinicio de la trata en gran escala, pero ya con un nuevo surtido en edades y sexos."
Igualmente, la fuente resulta valiosa, en cuanto a los datos que sobre la edad del cimarrón nos brinda, para determinar en qué momento de su vida el esclavo resulta más reacio al sistema y si este coincide con su etapa de mayor productividad.
Con respecto al sexo, en 1832, el 12,8% de los cirrrarrones registrados son mujeres, mientras que en 1852 disminuye al 9,2%. ¿Qué significa esta disminución? ¿Acaso una menor participación de la mujer, producto del "buen tratamiento" de esos años, como ya hemos señalado?
Otro punto cuestionable de la documentación es la procedencia del cimarrón; esto puede ser motivo de futuras investigaciones, de acuerdo con la posibilidad de que haya llegado a la zona donde es apresado o, por el contrario, sea efectivamente de ese lugar, si tenemos en cuenta aquellas regiones del país donde se produjeron rebeliones de esclavos y las fechas de las mismas.
En cuanto a la descripción física de los cimarrones depositados, el trabajo del especialista Pedro Deschamps [6] sobre las marcas tribales de los esclavos, nos sugiere que también nuestra fuente pudiera apoyar una investigación de ese tipo, ya que refiere detalladamente cada una de las marcas y cicatrices del negro apresado.
Al mismo tiempo, si continuamos más allá, ¿sería posible un estudio sobre los nombres cristianos y apodos que recibían los esclavos?, teniendo en cuenta que en la fuente estudiada invariablemente el cimarrón aparece registrado bajo su nombre o apodo.
Hasta ahora hemos analizado las posibilidades que abre a la investigación esta documentación. Es justo que en la crítica a una fuente se señalen las limitaciones de que adolece. Por ejemplo, en estos libros no se aclara la actividad a la que se dedicaba el cimarrón. Por otra parte, solo hemos encontrado hasta el momento los libros del Depósito de La Habana a partir de 1832, aunque realmente no hemos agotado la búsqueda del resto de los años y desconocemos si existen documentos similares pertenecientes a los Depósitos de otras ciudades de la Isla.
A manera de una muy breve conclusión deseo subrayar que el hecho de que en estos libros aparezcan registrados, en un orden cronológico riguroso, la entrada y la salida de los cimarrones apresados durante buena parte del pasado siglo y, al mismo tiempo, se indique en ellos la "nación" a la cual pertenecía cada negro, la edad del mismo, el nombre o el apodo, la región donde fue apresado, etc., hace de la consulta de esta fuente un paso necesario para todo aquel que se proponga profundizar en el conocimiento de la esclavitud y, muy en particular, del cimarronaje.
Por otra parte hemos querido hacer afirmaciones. No es nuestro objetivo. Solo hemos hecho señalamientos que nos pueden servir de base para futuras investigaciones. De ser así, podremos decir con certeza que se logró el objetivo fundamental de este trabajo.
Referencias
[1] Ponte Domínguez, Francisco. Arango y Parreño. Estadista Colonial cubano. Imprenta Molina, La Habana, 1937.
[2] Moreno Fraginals, Manuel. El ingenio. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1978, t. 1.
[3] Dalton, Margarita. "Los depósitos de cimarrones en el siglo XIX". Revista de Etnología y Folklore, enero-junio 1967, pp. 5-29.
[4] Moreno Fraginals, Manuel. El ingenio. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1978, t. 2.
[5] Cuba; Archivo Nacional. Miscelánea de libros, nos. 7785, 7792. 7800.
[6] Deschamps, Pedro. "Marcas tribales de los esclavos en Cuba". Revista de Etnología y Folklore, julio-diciembre, 1969. pp. 65-78.
Tomado de: MIRTHA GONZÁLEZ MORENO, "Breve estudio de una fuente documental: Los libros de registros de entrada y salida del Depósito de Cimarrones de La Habana", en La esclavitud en Cuba, La Habana, Instituto de Ciencias Históricas, Editorial Academia, 1986, pp. 190-195
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