en el que se significa que vivimos momentos en que la Carta de las Naciones Unidas es pisoteada y la legalidad internacional ha sido quebrada, pretendiéndose la abolición de principios como el de no intervención en los asuntos internos de los Estados y el sentido mismo de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos, los que están en la base de la más elemental posibilidad de convivencia civilizada a nivel de la comunidad mundial.
Estados Unidos se burla de la Organización de Naciones Unidas, vulnera los derechos, viola las normas internacionales y convierte al planeta en un verdadero centro de violencia y arbitrariedad. De ese modo se revela hoy como el principal y más contumaz violador de los Derechos Humanos, como el peor enemigo de la humanidad civilizada, y como el mayor peligro para la paz y la seguridad mundial.
La gran potencia imperial no sólo viola los Derechos Humanos de los prisioneros que mantiene en la Base Naval de Guantánamo, ocupada ilegalmente en territorio cubano, y en la prisión de Abu Ghraib, devenida verdadero campo de concentración y tortura, sino que viola además flagrantemente los derechos civiles y políticos del propio pueblo norteamericano y las normas y principios de su legislación, incluyendo la Constitución. De hecho la llamada Ley Patriótica barre con los más elementales principios de protección del Estado de Derecho y del debido proceso, el cual ampara a todos los procesados, cualquiera que sea el delito que se le impute, y de las más elementales garantías que la misma constitución norteamericana consagra desde el Bill of Right de 1791. En este estado de cosas están desamparados no solo los extranjeros supuestos enemigos de Estados Unidos, sino el propio ciudadano norteamericano, ante el autoritarismo, la arbitrariedad y la violencia de la camarilla de halcones que está instalada en la Casa Blanca.
Ya no es un secreto el carácter de las torturas perpetradas contra los prisioneros en las dos antes mencionadas prisiones, actos que transgreden las normas de la Convención internacional contra la tortura y otros tratos inhumanos y crueles y los más elementales Derechos Humanos, contenidos, tanto en la Declaración Universal como en el Pacto Adjunto de los Derechos Civiles y Políticos.
La conducta del ejército de ocupación norteamericano en la guerra sin futuro que mantienen contra el pueblo irakí es una absoluta violación de las normas y principios del Derecho Internacional Humanitario.
El prepotente imperio del mundo, que no tiene aliados, sino sumisos seguidores, proclama brutalmente que está dispuesto a llevar sus guerras genocidas a "cualquier oscuro rincón del planeta" y que conducirá esas guerras con todos los medios disponibles, con lo cual advierte de su disposición inescrupulosa de emplear incluso armamento atómico.
Nunca como hoy la humanidad vivió momentos de tan enormes e inminentes peligros, ni en los días angustiosos anteriores a la Segunda Guerra Mundial, en que la imprevisión y las vacilaciones del mundo occidental abrieron el camino a la guerra hitleriana, estuvimos tan cerca de un posible derrumbe del proceso civilizatorio milenario. Ahora, una potencia militar, política y económica sin igual pretende imponer una suerte de dominación mundial, al erigirse como nuevo imperio del terror, precisamente con el pretexto de librar una cruzada mundial contra el terrorismo.
Realmente el terrorismo fue uno de los más graves problemas internacionales en el siglo XX, que se agudizó a partir del horrible atentado contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001. Este abominable hecho contra la única superpotencia dominante en el mundo convirtió al terrorismo en el punto fundamental de la agenda internacional y se pretendió olvidar que antes de esa fatídica fecha muchos países soportaron, con el silencio cómplice de los grandes medios de difusión, de muchos gobiernos y de organismos internacionales, el drama del terrorismo. Cuba es uno de ellos, que ha sido víctima del terrorismo, la invasión y la guerra económica durante más de 40 años.
El terrorismo constituye uno de los más graves y peligrosos flagelos de la humanidad y debe ser combatido por todos, sin embargo, como juristas responsables proclamamos que es necesario respetar algunos principios que son irrenunciables:
- No hay terrorismo bueno y terrorismo malo, todos son condenables.
- El combate al terrorismo debe desarrollarse dentro del más absoluto respeto al Derecho Internacional y sus principios básicos como los de No Intervención, No Agresión, Autodeterminación y Soberanía.
- Deben cumplirse las garantías individuales establecidas en la Constitución y las leyes de cada país en el tratamiento a detenidos y procesados.
- Normas jurídicas como la Ley Patriótica de Estados Unidos, que legitima detenciones masivas de inmigrantes u otras personas por su origen racial o creencias religiosas o ante simples sospechas; que posibilita realizar escuchas telefónicas sin cumplir las exigencias mínimas, así como la violación de derechos y garantías consagrados por el debido proceso legal, son éticamente inaceptables.
- Hechos como las invasiones contra Afganistán e Irak y el establecimiento de un campo de concentración en la ilegal Base Naval de Guantánamo, son inadmisibles.
- Ningún país, cualquiera sea su poderío militar o económico, puede adjudicarse el derecho de convertirse en el guardián del mundo, pues esa pretensión hegemónica es totalmente inaceptable y entraña peligros insospechables para la paz y el equilibrio mundial.
En esas condiciones, tal como se transparenta en el Llamamiento de Caracas, para el mundo se trata de encontrar las alternativas al derrumbe, que solo pueden ser alcanzables con la sustitución del sistema de dominación imperante, mediante la formulación de un nuevo modelo ético y su plasmación en renovados conceptos axiológicos de los derechos de los pueblos en general, y de los Derechos Humanos en particular.
Como alguien indicara en una ocasión, "La Historia ha hecho posible actualmente la destrucción de la historia." De ello se deriva que "El problema ya no es, por tanto, si la historia podrá ir dominando la naturaleza, sino si la historia podrá irse dominando a sí misma."
Son alternativas que es preciso asumirlas a plenitud o, de lo contrario, renunciar a la condición humana. Se presentan inevitablemente como una variante ética y requiere una nueva expresión económica y su instrumentación en una nueva axiología y una revalorización raigal del destino del hombre y de los derechos de los pueblos oprimidos del mundo.
Los juristas cubanos nos sumamos al Llamamiento de Caracas y junto a sus firmantes "condenamos el terrorismo, pero nos oponemos a la utilización política que se ha hecho de la llamada guerra contra el terrorismo, y a la apropiación fraudulenta de valores y conceptos como democracia, libertad y Derechos Humanos. Rechazamos que se llame terrorismo a las luchas de resistencia de los pueblos y guerra contra el terrorismo a las agresiones de los opresores. "
Como se afirma en el Llamamiento de Caracas, "Mientras se dilapidan recursos incalculables en la industria militar otro exterminio silencioso y devastador tiene lugar cotidianamente a causa del hambre, los problemas sociales, la pobreza extrema, las enfermedades curables y las epidemias. El sufrimiento que padecen los pueblos de África, de Asia y de América Latina y el Caribe, como resultado de las políticas promovidas por las instituciones financieras internacionales, es ignorado por los que pretenden dominar el mundo y las élites globales que se benefician del pillaje neocolonial."
Confirmamos que el abismo entre Norte y Sur es ya insalvable y está llamado a tragarse, como en un remolino, no sólo a los países periféricos y explotados, sino incluso a los explotadores. El modelo de explotación no sólo acaba con las extenuadas economías del Tercer Mundo, sino que supone el agotamiento y el despojo de los recursos naturales, incluida la destrucción del hábitat ecológico.
Esta marcha alucinante del neoliberalismo revela la certeza de aquella afirmación de que "el desarrollo es un viaje con más náufragos que pasajeros", particularmente ahora que pareciera que el naufragio empieza a totalizarse. Los que ahora sucumben no son sólo minorías étnicas que integran el grupo de los brutalmente llamados excluíbles, condenados a quedar a la vera de un itinerario vertiginoso. Ahora sucumben países enteros, pueblos y continentes.
En tales condiciones es indispensable levantar un valladar de resistencia política, ideológica y cultural frente al agresivo neofascismo que se pretende imponer desde el imperio del norte y sus aliados.
Un elemento decisivo en este camino es la lucha por la auténtica, genuina y posible integración americana: frente al absorbente proyecto del ALCA, que expresa los esenciales propósitos explotadores del imperialismo, levantamos la esperanzadora realidad de la Alternativa Bolivariana para las Américas, (ALBA) que realmente cumple los sueños libertarios de Bolívar, Martí y demás próceres de nuestra historia.
Los juristas cubanos, reunidos en su Sexto Congreso, que se inscribe dentro de la gran Batalla de Ideas que libra nuestro pueblo bajo la guía del Partido y de Fidel, hemos decidido fundar el Capítulo Jurídico Cubano en Defensa de la Humanidad, en consonancia con el espíritu del Llamamiento de Caracas.
Desde el Capítulo movilizaremos nuestras fuerzas y proyectaremos la voz hacia pueblos amigos, en busca de la formación de un valladar contra los agresivos pasos del imperialismo. Mantendremos la lucha contra el terrorismo sin dobles raseros, desde las posiciones del respeto irrestricto al Derecho Internacional y a la soberanía y libre determinación de los pueblos, y a los principios e instrumentos de los Derechos Humanos, formados por la humanidad en su largo bregar en pos de la Justicia.
Desde esta nueva trinchera seguiremos luchando por las justas sanciones a los connotados terroristas Luís Posada Carriles, Orlando Bosch y sus cómplices, y seguiremos la infatigable batalla por la liberación de nuestros cinco héroes prisioneros en cárceles de los Estados Unidos, por librar, precisamente, una lucha ejemplar contra el terrorismo de que ha sido víctima nuestro pueblo por más de cuarenta años.
Los juristas cubanos declaramos y confirmamos que nuestro aporte principal en esos combates será, sin lugar a duda, nuestra capacidad de resistencia y ejemplo para los pueblos del mundo; existir y enfrentarnos al imperialismo, como lo hemos hecho durante cuarenta y cinco años; mantener erguida nuestra dignidad indoblegable; avanzar cada día en la construcción de una sociedad moral y físicamente más sana, más digna y honorable, más libre y democrática; seguir siendo un bastión inexpugnable ante cualquier tipo de agresión es la forma idónea de contribuir a la percepción y a la convicción de que un mundo mejor es posible.
Unámonos todos en un frente inquebrantable, antifascista y antiimperialista.
Viva la unidad y la integración de los pueblos del mundo.
Hasta la victoria, siempre.
"Llamamiento de Caracas". Encuentro mundial de intelectuales y artistas "En Defensa de la Humanidad" (Caracas, 1-5 de diciembre de 2004)
Reunidos en Caracas, cuna del Libertador Simón Bolívar, intelectuales y artistas de cincuenta y dos países y diversas culturas coincidimos en la necesidad de construir una barrera de resistencia frente a la dominación mundial que hoy se pretende imponer.
Vivimos en una época donde la carta de la ONU no es respetada; la legalidad internacional ha sido quebrada y quedan abolidos principios como el de la no intervención en los asuntos internos de los estados y el propio concepto de soberanía. Las convenciones de Ginebra sobre prisioneros de guerra y protección de poblaciones civiles han sido violadas; detenidos/as son torturados y vejados y se han creado penales sin ley en el territorio usurpado de Guantánamo y en Irak. La invasión y devastación de Irak, las amenazas contra otras naciones del Oriente Medio, el martirio del pueblo palestino, las intervenciones de las grandes potencias en África revelan la decisión de imponer a sangre y fuego un orden basado en la fuerza.
Gran parte de estas agresiones tienen por objeto apropiarse las reservas de hidrocarburos, minerales, biodiversidad y agua de los países menos desarrollados. Apoyamos el derecho de los pueblos a mantener el control sobre tales recursos y a repeler las intervenciones expropiadoras.
Los crímenes contra el pueblo iraquí demuestran hasta qué extremos pueden llegar medios y gobiernos que se proclaman defensores de los derechos humanos. La ciudad de Falluya, hoy arrasada, quedará como símbolo de resistencia heroica en un momento trágico de la historia.
Parte de este proyecto de dominación es el cobro de una deuda externa ilegítima y el intento de anexión económica de América Latina y el Caribe mediante el ALCA y otros planes y acuerdos lesivos para su independencia y sus oportunidades reales de desarrollo. Crece el peligro de nuevas formas de intervención y agresión frente al auge de las luchas sociales y al proceso de cambios que vive la región. Las nociones de "guerra preventiva" y "cambio de régimen", proclamadas en la doctrina oficial del gobierno de Estados Unidos, se alzan amenazantes frente a todo país que no se pliegue a los intereses imperiales o que tenga una importancia estratégica. Un ejemplo es la reciente intervención en Haití. Hoy más que nunca resulta necesario movilizar la solidaridad con Venezuela, Cuba y todas las causas populares del continente.
Expresamos además nuestra solidaridad con los pueblos de Irak, Palestina, Afganistán y todos los que resisten la ocupación y agresión imperialistas.
Un componente crucial de la lucha global ante las aventuras imperialistas, junto con las fuerzas que en Europa, América Latina y otras partes del mundo se han manifestado contra la guerra, es sin duda la movilización de los sectores más conscientes del pueblo estadounidense.
Condenamos el terrorismo, pero nos oponemos a la utilización política que se ha hecho de la llamada "guerra contra el terrorismo", y a la apropiación fraudulenta de valores y conceptos como democracia, libertad y derechos humanos. Rechazamos que se llame terrorismo a las luchas de resistencia de los pueblos y guerra contra el terrorismo a las agresiones de los opresores.
Mientras se dilapidan recursos incalculables en la industria militar otro exterminio silencioso y devastador tiene lugar cotidianamente a causa del hambre, los problemas sociales, la pobreza extrema, las enfermedades curables y las epidemias.
El sufrimiento que padecen los pueblos de África, de Asia y de América Latina y el Caribe, como resultado de las políticas promovidas por las instituciones financieras internacionales, es ignorado por los que pretenden dominar el mundo y las élites globales que se benefician del pillaje neocolonial. La ausencia de programas para la solución real de estos problemas es otro signo de la deshumanización que caracteriza nuestra época.
Hacemos nuestras las luchas de los trabajadores/as, de los campesinos/as, de los desocupados/as, de los precarizados/as, de los explotados/as, de los excluidos/as, de las mujeres, de los pueblos indígenas, afrodescendientes y originarios, de los migrantes, de las minorías sexuales, los niños sin amparo y las víctimas del comercio sexual. Apoyamos y nos comprometemos con las reivindicaciones de quienes defienden sus derechos y su identidad frente a las pretensiones totalitarias y homogeneizadoras de la globalización neoliberal.
Desprovista de niveles básicos de alimentación, atención médica, energía eléctrica, vivienda y agua potable, una gran parte de la humanidad es sacrificada por un sistema que agota los recursos naturales, destruye el medio ambiente y con su irracional derroche consumista pone en peligro la supervivencia de la vida misma.
Las grandes mayorías tienen un acceso muy limitado a la educación y están excluidas del beneficio que pudieran aportarles las nuevas tecnologías de la información y las de producción de medicamentos genéricos. El sistema económico dominante genera la mercantilización de la mayor parte de la producción intelectual, la privatiza y la convierte en instrumento para perpetuar la concentración de la riqueza y la domesticación de las conciencias. Urge impedir que la OMC, en su política por transformar al mundo en mercancía, aniquile la diversidad cultural.
La concentración de la propiedad de los medios masivos de comunicación convierte la libertad de información en una falacia. El poder mediático, al servicio del proyecto hegemónico, distorsiona la verdad, manipula la historia, fomenta la discriminación en sus diversas variantes y promueve la resignación ante el actual estado de cosas presentándolo como el único posible.
Es necesario pasar a la ofensiva con acciones concretas. La primera de ellas, decidida en este Encuentro, consiste en crear una red de redes de información, acción artística cultural, solidaridad, coordinación y movilización que vincule a intelectuales y artistas con los Foros Sociales y las luchas populares, y garantice la continuidad de estos esfuerzos y su articulación en un movimiento internacional "En defensa de la humanidad".
Es fundamental contrarrestar la propaganda de los centros hegemónicos haciendo circular las ideas emancipatorias a través de todas las vías: emisoras de radio y televisión, Internet, prensa alternativa, cine, medios comunitarios y otras, y difundir los proyectos de desarrollo y las experiencias de participación y educación populares, para que puedan convertirse en referentes de la reconstrucción de las utopías que impulsan la historia.
La realidad venezolana demuestra que la movilización popular es capaz de conquistar y mantener el poder para el pueblo y promover y defender grandes transformaciones en su beneficio. Nuestra gratitud al gobierno bolivariano, al pueblo de Venezuela y a su presidente, Hugo Chávez, por su compromiso con el futuro de este movimiento internacional.
En esta hora de especial peligro renovamos la convicción de que otro mundo no es sólo posible sino imprescindible y nos comprometemos y llamamos a luchar por él con más solidaridad, unidad y determinación. En defensa de la humanidad, reafirmamos nuestra certidumbre de que los pueblos dirán la última palabra.