Cuba

Una identità in movimento


Desde Cuba hasta México: Profundas e inolvidables huellas de la familia Martí Pérez

Froilán González Adys M. Cupull Reyes


La familia forjada por los españoles Mariano Martí Navarro y Leonor Pérez Cabrera, en Cuba, compartió sus afectos, alegrías y tristezas con los mexicanos, y dejó huellas imborrables. Todo comenzó aquel 22 de abril de 1874 cuando el matrimonio junto a sus hijas Ana, Carmen, Antonia y Amelia embarcaron hacia Veracruz en el vapor Eider, para fijar su residencia en la Ciudad de México.

Con ellos viajó el primer nieto, Jesús Manuel Alfredo García Martí. Doña Leonor decidió llevarlo, porque estaba muy apegada a ella, y porque así ayudaba a su hija Leonor que se quedaba en La Habana durante unos meses, con otro niño recién nacido, Oscar Eusebio, junto a su esposo Manuel García.

Trascendentales hechos ocurrieron en la vida de los miembros de la numerosa familia Martí Pérez, durante su estancia en la capital mexicana, entre estos:

La sincera amistad y solidaridad que encontraron en el hogar de Manuel Antonio Mercado y Dolores García Parra (Lola); los tremendos días de la gravedad y muerte de Ana; el reencuentro con su hijo José; el nacimiento de un nieto; los éxitos literarios de su hijo y su noviazgo con la camagúeyana Carmen Zayas Bazán.

Manuel Antonio Mercado, el ilustre mexicano, que llegó a ser el mejor y más querido amigo de José Martí, nació en Michoacán, fue amigo de Benito Juárez; se graduó de Licenciado en Leyes, ocupó importantes responsabilidades en el Gobierno de su Estado; y desempeñó con extrema honradez, diversos cargos en los Tribunales de Justicia y en el Gobierno. Fue elegido Diputado al Congreso de la Nación.

Los detalles de cómo hicieron el viaje, los encontramos en los testimonios familiares, en las informaciones de la prensa y los documentos preservados del Archivo General de la Nación y el Registro Civil de la Ciudad de México.

Ese mes de abril de 1874 toda la familia estaba feliz porque volverían a ver al hijo y hermano mayor que había sido deportado a España y no podía residir en Cuba.

La relación de los nombres de los viajeros, publicada en El Diario de la Marina, de fecha 23 de abril de 1874 reafirma el día exacto en que salieron hacia México (día 22). Ahí aparece el nombre de Mariano Martí y familia. Por otro lado, en el tomo 64 del libro de Movimientos Marítimos de México que se encuentra en el Archivo General de la Nación, en el legajo 17, consta que el 22 de abril de 1874 procedentes de La Habana, viajaron en el vapor inglés Eider, 20 pasajeros españoles y 2 mexicanos. Entre los españoles se indica; Mariano Martí y señora. No se hace mención a las hijas, sin embargo, por los testimonios y cartas de doña Leonor se sabe que iban con ellos.

Aproximadamente el día 27 de abril salieron de Veracruz en tren hasta la capital del país. Durante el viaje ocurrió un hecho que fue relatado años más tarde por Amelia: En una de las paradas que hizo el tren para abastecerse de agua, Amelia que tenía doce años de edad, se bajó sin que los demás se dieran cuenta.

Explicó que al quedarse sola y abandonada en el caserío de indios, corrió despavorida para darle alcance al tren. Leonor que había notado la ausencia de su hija, alarmada, puso en movimiento a todo el personal y a los pasajeros, al no encontrarla, detuvieron al tren en un sitio algo distante del punto de arrancada. Amelia que se acercaba corriendo, subió presa de un gran nerviosismo y continuaron rumbo a la capital.

Tan pronto llegaron a la Ciudad de México comenzaron las penurias, era invierno, hacía mucho frío, las niñas se enfermaron y la altura afectó a Ana que padecía del corazón. Y aunque encontraron quienes le tendieron las manos, las dificultades económicas iban en aumento.

El investigador mexicano, Dr. Alfonso Herrera Franyutti, estudioso de las vidas y obras de José Martí y Manuel Antonio Mercado narró que en 1874, Mercado y su esposa e hijos, en compañía del pintor mexicano Manuel Ocaranza, vivían en la Segunda calle de Moneda, frente al entonces Museo Nacional de Arqueología e Historia, y que en esa etapa se instaló en el entresuelo del edificio una humilde familia cubana, formada por Mariano Martí, su esposa e hijas, y que la familia se dedicaba a labores de sastrería. La sencillez de Mercado le permitió intimar con ellos. A través de las conversaciones que sostenían pudo conocer las penas del cubano y leer algunas cartas del hijo exiliado en España por sus ideas independentistas. Mercado se interesó por todo lo que le había ocurrido, cuando a penas adolescente fue condenado al presidio político.

Largas conversaciones sostuvo Mariano con Manuel que sintió suyas las angustias del padre. De esta forma el amigo mexicano descubrió al brillante joven revolucionario que aún no conocía personalmente. Leonor y Lola compartieron el afecto y el respeto que perduró durante años.

Mariano estableció relaciones de amistad con otras personas. entre ellas con el catalán de apellido Borrel, que tenía las contratas para el suministro al Ejército Mexicano, y al enterarse de sus conocimientos sobre sastrería, cedió parte de sus contratas con el propósito de ayudarle. Doña Leonor y las muchachas también cosían. Pero la situación económica seguía inestable. Posteoriormente la familia se mudó para una casa en la calle Puente del Santísimo No.1.

Ana, tenía 18 años, y una extraordinaria sensibilidad, escribía poemas, fue muy admirada por un joven de apellido Carranza, y por el pintor mexicano Manuel Ocaranza e Hinojosa, a quien aceptó como novio, pero estaba muy delicada físicamente, su salud iba involucionando cada día. Ocaranza le hizo un retrato.

En diciembre de 1874, mientras el hijo, José, viajaba desde España rumbo a México, vivieron días de dolor y tristezas. Ana enfermó gravemente de la afección al corazón, y murió, el 5 de enero de 1875. La inhumación se realizó al día siguiente. Según datos del Registro Civil. Libro 115. Folio 5. Número 8.

Herrera Franyutti, explica que cuando Manuel Mercado se enteró de la situación crítica de la familia acudió en su ayuda y les donó un lote de su propiedad en el Panteón Campo Florido para evitar que los restos fueran a parar a una fosa común.

El fallecimiento de Ana significó para la familia y amigos, el más doloroso drama de su estancia en ese país. En el mes de febrero llegó, el hijo. Mariano que ya tenía 60 años lo esperaba en la estación del ferrocarril de Buena Vista junto al amigo Manuel Mercado. El encuentro fue emotivo, cuatro años de ausencia, hubo alegría, dolor, lágrimas, llanto. La muerte de la querida Ana fue una noticia inesperada para el hijo quien visitó varias veces la tumba.

La fecha en que pisó tierra mexicana quedó reportada en el Registro de Noticias de Entradas y Salidas de Pasajeros, de la Capitanía del Puerto, donde se indica que el día 8 llegó al puerto de Veracruz, José Martí, de nacionalidad española,(sic) procedente de Nueva York, la Habana, Progreso y Campeche, en el vapor norteamericano City of Mérida.

A mediados de 1875 la hija mayor, Leonor, se reunió con ellos en la Ciudad de México, viajó con el pequeño Oscar. Según recuerdos familiares estuvo muy angustiada por la falta de noticias, la muerte de Ana y los deseos de ver a su hijo Alfredo. Estaba en estado de gestación. La familia se sintió reanimada a partir del 27 de octubre cuando dio a luz. Fue varón. Según consta en la inscripción le pusieron el nombre de Florencio Mario. Se explica que el 13 de noviembre, su tío, José Martí compareció ante Joaquín Díaz, Juez Primero del Estado Civil de la capital mexicana para inscribirlo, los datos se conservan en el libro 57, hoja 162. Los testigos fueron Manuel Antonio Mercado y Patricio Fernando Robles.

En este tiempo vivían en la calle Noacalco número 4 de acuerdo a las aclaraciones ofrecidas por el doctor Herrera Franyutti, porque en el documento aparece Hoacalco, calle que no existía. Según testimonios, el joven Martí decía que su sobrino tenía dos patrias: México y Cuba.

Durante los meses de noviembre y diciembre de 1875, la familia estuvo activa. Leonor y Mariano, se sentían orgullosos de los escritos de su hijo publicados en la Revista Universal. Más aún cuando supieron que se preparaba el drama escrito por él, Amor con amor se paga, para un gran estreno.

La obra se presentó exitosamente en el Teatro Principal de la Ciudad de México, el 19 de diciembre de 1875. Entre los asistentes, estaban Leonor, Mariano y sus hijas y en un palco contiguo las hijas del expresidente Benito Juárez, entre ellas, Manuela, esposa del poeta cubano Pedro Santacilia, que también asistió.

La función se mantuvo durante varias noches, en una de ellas, al caer el telón, el público aplaudiendo pidió que se presentara el autor. La protagonista principal, Concepción Padilla y el primer actor Enrique Guasp condujeron a José Martí al escenario. La actriz le entregó una corona de laurel en nombre de la Compañía.

Al teatro también asistió la joven cubana Carmen Zayas Bazán, hija de una ilustre familia camagùeyana, refugiada en México, que llamó poderosamente la atención del joven Martí, con quien muy pronto estableció relaciones y compromiso matrimonial. El 20 de mayo de 1876 en el periódico Eco de Ambos Mundos fue publicado el poema que dedicó a ella, titulado "Carmen". Tres meses antes había enfermado Antonia, quien tenía 12 años de edad. Se le presentaron síntomas parecidos a los de Ana.

La situación económica empeoraba. Tuvieron que trasladarse para una nueva vivienda, ahora, en el entresuelo del edificio donde se encontraba la redacción de la Revista Universal, situado en la primera calle de San Francisco, frente a la Plazuela de la Guardiola. Antonia no mejoraba. Y Leonor decidió regresar a La Habana con ella.

Días después, el joven José Martí, partió a Cuba, para reunirse con ellas, dejarlas acomodadas, buscar trabajo para su padre y preparar el regreso definitivo de todos. Estuvo poco tiempo, el primero de marzo viajó de regreso a Mérida y se dirigió a Progreso alrededor del día 4, a donde lo esperaban su padre, hermanas y sobrinos para despedirlo, porque desde ese puerto embarcarían para La Habana definitivamente.

La despedida fue muy íntima y Mariano Martí le dio un beso a su hijo que él recordaría entre los momentos supremos de su vida. En la despedida había tristeza. Partieron para Cuba en el vapor Ebro,el 7 de marzo de 1877 llegaron a La Habana. mientras su hijo seguía a Guatemala.

La estancia y obra de su hijo en México fue la semilla más profunda que sembraron allí.

En el anexo titulado "Semillero Familiar" de nuestro libro Creciente Agonía se encuentra la relación de descendientes de la virtuosa familia que tejió lazos de amistad entre los dos pueblos. En Ciudad México residen descendientes de Antonia Martí Pérez, quien se casó con el médico Joaquín Fortún André, tuvieron cuatro hijos, Joaquín, Ernesto, Carlos y María. Residieron en Estados Unidos en la década de 1890. Y en 1899 Antonia regresó enferma, para morir en su patria natal.

Joaquín Fortún André luchó por la independencia de Cuba, después del fallecimiento de Antonia residió en México con sus hijos y a él se debe la iniciativa y gestiones para designar una calle con el nombre de José Martí en la capital mexicana, falleció en esa ciudad el 4 de mayo de 1944. Está enterrado en el Panteón Jardín. De los cuatro hijos de Antonia, tres están enterrados en México: Ernesto, Carlos y María. Actualmente residen en la ciudad descendientes de Carlos y de María, que guardan entre sus más apreciados tesoros el recuerdo de sus abuelos, los cubanos: Joaquín Fortún y Antonia Martí Pérez.


Fuente: Creciente Agonía, obra sobre la investigación realizada por Adys Cupull y Froilán González







10 de septiembre de 2005




Página enviada por Froilán González y Adys M. Cupull Reyes (12 de septiembre de 2005)


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