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Cuba |
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Una identità in movimento | ||
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Poemas de Ileana Corvisón Menéndez (1)
Ileana Corvisón Menéndez
CHE
No serás excusa,
RECADOS A LA LUNA Y AL ALBA
Directorio telefónico,
Bueno fuera,
Si tu mano unes a la mía,
MADRE
Si soy parte de ti,
El tiempo se burla,
Para encontrar la Torre de Babel,
¿Puede una estrella maléfica,
Qué alegría, el nacimiento del alba,
De paseo por el jardín,
Excelentísimo señor idiota,
No es posible, no,
Hacer el amor contigo,
Vengan fantasmas, duendes, trasgos,
DECICATORIA
Con mucho amor y respeto a mi Bisabuela Concepción de Quesada Loynaz y sus hermanos, Ana de Quesada Loynaz y Manuel de Quesada Loynaz General en Jefe del Ejército Libertador Cubano
Mi sangre,
NAVE DE SUEÑOS INVITACIÓN A VIAJAR
Vengan fantasmas, duendes, trasgos,
Puede la vida ser,
I
Amor querube travieso,
II
Si falta el orgullo
III
¿Qué motiva la cárcel cruel de los adioses mudos?
Cuba. Una identità in movimento
fecha obligada,
de memorias cansadas.
La mirada más firme ahora,
siempre fija en el horizonte.
Ni inspiración manida de falsos cantores,
fallido intento,
limpiar el error con tu nombre.
Eres un pulso,
más fuerte, más sano,
sentido por quienes
ajustan la almohada,
al sudor de su espalda.
Jamás serás dogma,
mito, leyenda dorada.
E R E S, simplemente estás más vivo ahora,
aunque el aire amargo de octubre
traiga la realidad y pinte con lágrimas las caras.
Por cada lágrima, nacen tres letras.
Tres letras bastan para conquistar el mañana.
perfecta joya del anónimo.
Apellidos nombres, razones sociales,
teléfonos de emergencia,
por obra y gracia de la computación indexados,
unas teclas, un programa y ya….
Que pena, reducidos a nombres ordenados,
dejamos de ser hombres,
perdemos identidad.
No rostros, no pensamientos,
no sentimientos alegres o tristes.
No te conoceré jamás.
Menos sabré si vives en soledad;
soledad total o en compañía por ironía,
la peor soledad.
Tendencias sexuales,
no para criticar
aceptar que existes nada más.
Puede que seas de los que triste
autodenominan normal,
al hacer el amor con un ser diverso de ti,
usándolo en cama, sin deshacerte de tu ego,
después desecharlo,
en el mejor de los casos reciclarlo.
Ignoraré cuanto de bien y mal conviven en tu vida.
menos historias personales,
las no asumidas que agotan tanto,
visitan de noche, roban el sueño,
obligan a pasarla en blanco.
Historias personales,
archivos secretos para ojos ajenos.
La verdad de la historia no se cuenta,
se maquilla, arregla, concilia primero
con la propia creída verdad.
Y la mía mi propia historia,
la cotidiana, vulgar,
de mujer equivocada,
que usa despedirse de la luna para soñar,
despierta después con el alba
sumergiéndose en su magia opalescente.
Mi historia,
la que me clava al madero del silencio,
la no palabra, diálogo,
porque nadie había o quería escuchar,
si lloré o cantaba.
Palabras, palabras al viento,
mustias hojas de tantos inviernos.
Son piedras gravitando,
en torno a un corazón cansado,
de latir en vano.
Mariposa del desierto,
a la busca de un reposo cierto.
Al llegar el día,
plegadas las alas cansadas en lo eterno,
Entiérrenme en ese desierto,
amigo, compañero que nuca negó su abrigo.
Algo pido, una sola cosa,
díganle a la luna que no me espere
que me he ido,
al alba que no saludaré ya más.
la tarde durmiendo la siesta,
en brazos del silencio, bajo la sombra de ebrios flamboyanes.
El sol niño travieso, a horcajadas sobre colorida mariposa,
recorre feliz su ruta por el brillante céfiro.
Magnífico fuera,
que el vecino y su perro,
no hablara, ni ladrase,
por todo y a destiempo.
Colosal una lluvia,
de nardos, girasoles,
capaz de barrer,
las miserias humanas,
hoy vestidas de verde,
verde seco, verde dollar.
No verde palma,
esperanza.
Maravilloso seria,
tomarnos las manos,
la mañana del día después,
oír juntos cantar los pájaros.
Magnifico fuera,
ver los zapatos estrechos, actuales tormentos,
irse volando,
para calzar después los pies correctos.
Fabuloso también,
abrir la ventana.
Sorprenderme en la cima,
de alta montaña,
Y un río de plata, desbordado de peces,
rodear mi casa.
muralla natural,
contra lo conocido,
que aún daña, mata.
Fenomenal el hecho,
de encontrar el otro buscado,
ésa especial mañana,
juntos beber el agua,
de la nueva fuente.
Limpiarnos por dentro,
limpiarnos por fuera.
Abrir finalmente los ojos,
encontrar las estrellas.
Bueno, muy bueno seria
obstinados pensar,
todo puede lograrse,
con el solo deseo inmenso de lograrlo.
serán dos las manos ,
y una gran alegría.
como el fruto de la flor.
¿Cómo estoy yo, no estás tú?
... Está mi flor deshojada.
el espejo nos dice
no somos los de ayer,
la música es nueva,
es trova es bolero,
y no es la misma
que nos vio llorar en la aurora.
Los que cantan tienen canas,
igual nosotros
aunque es joven aún el alma
y la ilusión posee alas.
Alas que remiendo, renuevo,
inútil intento de burlar el tiempo
no necesita viajar en el tiempo.
vaya a su casa y verá,
como cada quién vive en su cápsula,
sin importarle nada, ni usted.
El silencio se adueña de todo,
silencio sabio parte de la guerra,
la guerra no comentada,
en titulares ni en emails.
Baje usted si se atreve de su torre de marfil,
conviva si es que puede,
con los monstruos de esta era,
sabia con su teoría de la comunicación.
incomunicada.
Comunicación alienada,
no sirve de nada,
cibersexo,
ciberamor, internet.
¡Qué clamor!
Todos en su propio idioma,
el viejo mundo al revés.
Nadie entiende a nadie,
ni le interesa entender.
Sálvese el que pueda,
si tiene tiempo aún,
váyase a una selva,
funde su propio clan.
Qué el pan que coman,
tenga la sal del sudor.
Al calor de una hoguera
seguro se sentirá mucho mejor.
marcar un día que nace,
una vida entre mil
escoger al azar?
Por capricho maniatar el ángel de la guarda,
inundar todo con lágrimas,
tapiar de soledad la increíble prisión.
Decretar ausencia del beso,
de un poco de amor,
que amor no es sólo sexo,
es sólo cuestión de dos.
Mutua aceptación,
no reproche,
no condición.
Juntos remontar contracorriente
el inmenso río del tiempo,
sembrar al paso semillas de entrega.
Llevar al otro en brazos,
si falta hiciera,
o darle mano si fallara el escalón.
Pero la estrella vigila cual cíclope mitológico,
guardiana y dueña de todas las espinas,
y bien sabe clavarlas,
cuando menos se espera,
en el centro del corazón
en la perfecta ocasión.
verla con timidez,
dar los primeros pasos,
luego segura,
alumbrar todo,
adueñarse de la oscuridad.
después, convertida en mediodía,
relumbrar cada vez mas.
Mientras, me retiro,
dejándole los tintes lilas,
tesoro de la tarde,
porque mi noche,
ya se abre.
tomé dos varas de nardos,
con cuidado, más que eso,
conociendo llevo un corazón en las manos,
busqué agua fresca,
apropiado jarrón.
De mi cama al lado lo puse.
Después nada se,
sólo acaricié tu rostro,
tu frente amada,
en los pétalos fragantes de la flor,
y fue realidad
tu presencia en la estancia,
y para que no estuvieras sólo en aquel jarrón,
mi boca y yo toda
por esa noche fui flor.
brillante en su memez sempiterna,
a partes iguales orgullo, testarudez.
Resultado esa inclasificable idiotez.
Todos hemos hecho el idiota
una que otra vez,
hasta hemos disfrutado
esa inefable condición de idiota profesional,
codiciado pasaporte al limbo.
Siempre atareado con el asombro
ante cualquier hecho normal.
Increíble Newton a la inversa
con una manzana en la cabeza,
la mandíbula llegándole a los pies.
No es igual claro está,
idiota por conveniencia,
que idiota por opción personal.
Señor idiota,
mis parabienes,
usted sentado ahí en mullido sillón
sabiamente protegido del todo que nos rodea,
gracias a su idiotez, escudo fiel.
No se si enviarlo o llorar.
De igual forma ahí está
muy alto en su pedestal,
a sus pies el mundo gira, cambia,
usted inmutable con los ojos vacíos ahí está,
rutilante en su idiotez teatral,
eximido de toda culpa,
las cabronas culpas
que sabe muy bien ignorar.
durante todo el tiempo,
vivir del cuento.
Del cuento que hicieron otros,
con el corazón y esfuerzos.
Mientras tú, tan parco y medido,
hasta en la negra hora de los miedos.
Siempre con el gesto exacto,
palabra exacta,
remedo de otras palabras,
(si es que hablas)
en el justo momento.
No se como no te agota
el constante ser eco,
sin que de ti surjan palabras,
tus propias palabras,
malas, buenas palabras,
tus propios y únicos pensamientos,
y cristalizarlos al fin,
en algún hecho concreto.
No se como no te agota,
ese constante ser eco.
es reunir infierno y paraíso
en un mismo sitio.
Hacer el amor contigo,
es amar en pasado,
presente continuado,
hasta el fin de los días
que puedan ser contados.
aquí los convoco,
habiten junto a mi
quiero conocerlos a todos.
Ha mucho rondan mi senda,
sombras escurridizas
que no acierto a ver.
Del camino queda poco,
de mi sólo la voluntad de ser.
rebelde sangre,
olorosa a manigua,
exilio, caballería mambisa,
toque a degüello.
No rotundo en el Zanjón,
gloria en Jimaguayú.
Mi sangre
único blasón que guardo
en mis venas .
Hoy le canto
a la genética mezcla:
a partes iguales,
sacrificio, renuncia,
dolor y gloria.
Fiel soy cuando canto hoy,
y mi voz adquiere un tono diferente
el tono del canto sin precio,
nacido de la primigenia fuente.
Un canto limpio,
que no es acallar conciencia
por el posible olvido,
exposición y venta de glorias pasadas
falso orgullo,
menos permitir queden en cajón,
de museo bien guardadas.
Mi sangre gloriosa sangre,
en su entrega de cada día,
de ayer en la guerra,
hoy en cada verso,
en cada nueva canción
Concepción de Quesada Loynaz
(Ileana Corvisón Menéndez)
5/VIII/96
aquí los convoco,
habiten junto a mi
quiero conocerlos a todos.
Ha mucho rondan mi senda,
sombras escurridizas
que no acierto a ver.
Del camino queda poco,
de mi sólo la voluntad de ser.
lo que te propongas,
podrá ser jardín,
o
guerra.
Depende
del condimento;
del poco de amor,
de la sal del sentimiento.
Ponle sol,
luz no faltará.
Habla de esperanza.
nacerán mañanas,
listas para hacer con ellas
el castillo de tus Hadas.
Las que guardas por miedo a la burla,
de quienes por el mundo
caminan muertos sin saberlo.
a todos sorprendes un día,
un beso, una mirada,
un perfume o una flor.
Amor que te añoro,
ahora en mi otoño,
y tu cálida memoria vive
aún en mi corazón.
te pierdes en el bulto,
de los que sin decoro,
rinden tributo al Dios oro.
Mi mundo se vacía,
lo invaden ecos ajenos,
que chocan contra los muros.
Sola ayer,
sola hoy,
mientras recuento recuerdos,
rehago, nombro, recreo,
para no morir de tedio,
por no morir del todo.
Y todo puede tener un nombre
Un nombre nuevo
Que proteja lo querido
y quiero aún hoy.
En silencio para que el Dios maligno no escuche,
Los llamo, nombro, hablo y acaricio.
Luego dormida en el perfume del recuerdo,
beso la frente del padre,
acaricio al hijo.
9/II/04
Webmaster: Carlo Nobili — Antropologo americanista, Roma,
Italia
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