Cuba

Una identità in movimento

El Lugarteniente General Antonio: Clandestino en La Habana

Rosa Rodríguez G.



Pregones, solo pregones; de arriba a abajo en el barrio de Belén, sólo pregones se escuchaban en aquella cálida mañana de La Habana intramuros.

Ni un rumor siquiera traspasó el portón de la antigua residencia de la calle Villegas entre Obrapía y Lamparilla. Por la noche, un farol colocado a la altura del capitel de la columna solía alumbrar la esquina empedrada. Se guardaba temprano la ciudad. Y en la casa del ilustre músico Raimundo Valenzuela — eminencia en el trombón — se prestaban a preservar la identidad del Lugarteniente General (su huésped), clandestino en la villa de San Cristóbal, por noviembre de 1893.

Nadie más que su esposa, María Cabrales, sabía de este viaje, de la arriesgada empresa. Antonio Maceo, uno de los bravos hombres de nuestra independencia, constantemente estaba asediado, amenazado de muerte.

El prestigioso historiador José Luciano Franco narra que el Titán partió desde San José, Costa Rica, en el vapor Argonauta, con el pasaporte de su cuñado Ramón Cabrales. Arribó al puerto de Cienfuegos, de allí a Santiago de Cuba, y, secretamente llegó a la capital; ayudado por la secta de los abakuá encontró refugio en La Habana Vieja, relativamente cerca de los muelles.

Un niño, Luis Salgado, dio el aviso oportuno de que se aproximaban los esbirros — añade Franco — y pudo salir el héroe mambí a tiempo para Cárdenas, donde los miembros de la Logia Perseverancia y un grupo de obreros del ferrocarril, le protegieron y facilitaron el regreso.

Más de una vez burló Maceo la vigilancia española hasta volver a Costa Rica; era muy fuerte en él el deseo de comunicarse con compatriotas y amigos en la Isla, en aras de reanimar la lucha.

Haciendo una breve retrospectiva, el 25 de mayo del propio año, José Martí dirigió una carta a Maceo desde Nueva York a Centroamérica:

Mañana tomo el vapor con rumbo a Ud. (...) Ardo en deseos de verlo. Ya le escribí de Nueva Orleans, a Ud. y a Flor. Ya sé que Ud. me conoce el alma bien y que solo espera de ella lealtad y cariño... Precisamente tengo ahora ante los ojos la Protesta de Baraguá que es de lo más glorioso de nuestra historia...

Fue en junio cuando se consumó el encuentro entre los dos grandes paladines, en San José; hablaron de trabajo, del Partido Revolucionario Cubano, de los avances organizativos de la Revolución que reiniciaría sus campañas no más lo permitieran las condiciones.

Por cuanto hoy representa es justo recordar la carta que dirige el Lugarteniente General Antonio a su compañera de la vida el 25 de marzo de 1895; era su despedida desde Puerto Limón:

... La patria ante todo; tu vida entera es el mejor ejemplo; continuar es deber; retroceder, verguenza oprobiosa ¡Adelante pues, para el terruño la gloria de sacrificarlo todo!

Véase en este mensaje la declaración de principios que lo mantuvo enhiesto en su cabalgadura hasta el mismo 7 de diciembre de 1896 que falleció.


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