... construida cerca ya de un siglo, la neblina del tiempo la separa de nosotros.

Posada está la ciudad sobre un pedazo de tierra, perdida sobre las calles sagradas, afluentes y conductos eternos del paso de hombres, mujeres y toda la fauna cosmopolita, así se encuentra uno de los más bellos paisajes del mundo: Cuba.

A pesar de la guerra civil en la ciudad y de los desastres a los monumentos más representativos de la isla, todavía existen algunos edificios que marcaron el desarrollo arquitectónico del lugar y que perduran hasta nuestros días.

Uno de los estilos que más se pueden apreciar es el Art Nouveau que penetró entre 1910 y 1920.

Se puede distinguir fundamentalmente en las principales avenidas de su capital, La Habana, y nos muestra que el arte modernista también tuvo su bella época en la isla.

Ilustradores, arquitectos, diseñadores, pintores, escultores, maestros de carpintería, orfebres, artesanos y técnicos, trabajaron juntos sin saberlo en un arte común y de sus mentes prodigiosas brotó la fabulosa ciudad Art Nouveau.

Aunque las figuras más importantes de este movimiento en la isla, por el purismo de sus obras, fueron los arquitectos cubanos Mario Rotllant y Eugenio Dediot, destacándose además el maestro Arturo Márquez.

Aún cuando las obras contienen un marcado estilo caribeño, fue catalogada de arquitectura catalanista, siendo este un detalle histórico en la migración de principios de siglo.

A raíz de esto, muchos catalanes atraídos por la independencia de la isla sumaron su laboriosidad y energías al esfuerzo constructivo de la época, aunque no se puede pasar por alto las influencias que llegaron de otras partes del viejo continente, como lo fue la Escuela de Nancy en Francia.

El estilo reinó en residencias domésticas, pero también era común en otros sitios de asistencia social, como barberías, estudios fotográficos y tiendas.

Tal es el caso de la reja de filigrana de una casona en las afueras de la ciudad de Cienfuegos con su hermoso pavo real, o las mamparas que vinieron a asumir la continuidad estilística en los interiores cubanos, muebles indispensables dentro de las mansiones que permitían el paso del fresco atenuando el calor del trópico, realizadas por prodigiosos carpinteros y frecuentes a lo largo de toda la isla.

Siendo también comunes las barandas de hierro forjado, alumbrado, mosaicos, vitrales y las vidrieras emplomadas que resultan ser un valioso exponente del nivel de realización que tuvo el estilo en Cuba.

La interpretación del estilo por arquitectos cubanos no contempló el manejo estructural del espacio, quedando intactas las viejas estructuras neoclásicas, aunque tal vez podía exceptuarse el jardín de la entrada y el costado de la cochera en la casa de la Loma del Mazo, construida con amplitud y movilidad inusuales en el ámbito de la residencia suburbana.

En general pueden encontrarse los principales hallazgos del estilo en Cuba en fachadas, puertas, ventanas, balcones y rejas, y en la utilización de elementos decorativos en techos y exteriores.

La reavivación artesanal fue el principio activo en la investidura Art Nouveau de la arquitectura en este país.

Este tipo de arte es visto también en las principales ciudades del globo terráqueo: Londres, Milán, México, Buenos Aires, Barcelona, Oslo, París, La Haya, Viena, Chicago, Amsterdam, Glasgow, Münich, Estocolmo, Bruselas, Florencia, San Luis, Beully, Nancy, Darmstadt y por supuesto en La Habana.

Sus anchas bocacalles atrapan a turistas por su atmósfera, sus entornos transparentes, sus redes tejidas con el vaivén de los balcones, empujándolo al precipicio surrealista.

Los síntomas de su energía, obliga a respirar el oxígeno limpio y transparente que rodea a la isla, a la vez que cruza el imperceptible velo de los sentidos y se instala en la memoria las hermosas imágenes, una visión delirante que cautiva.

Maravillado queda el viajero mientras pasa por sus avenidas principales, que en lo recóndito de su parálisis contempla las duras paredes que se vuelven blandos costados, los edificios se agitan, se disfrazan, las fachadas se vuelven máscaras y los techos torsos.

Con la extinción de su contexto internacional, el estilo Art Nouveau fue marchitándose y ante el empuje del neo-barroco cedió sus plazas a otras corrientes arquitectónicas.

Aunque criticado, como extravagante, sus construcciones dan a la Habana ese toque poético de principios de siglo.

En medio de la selva barroca se yerguen sus edificaciones testigos del tiempo, y que siguen asombrando por su llamativa originalidad, portavoz de una Era que aún no termina.