Cuba

Una identità in movimento

El Cha Cha Chá cumple 50 años

Laura Mendoza



LA HABANA, 21 de OCTUBRE de 2003(WORLD DATA SERVICE)


Si a finales de los años 40 del pasado siglo, Latinoamérica y especialmente buena parte de las Antillas bailaban al ritmo de conga, sones, y boleros cubanos, la década del 50 irrumpió con una nueva sonoridad, también nacida en la mayor Isla del Caribe, cuya onda expansiva rebasó las fronteras de los países hispanoparlantes del área: el Cha cha chá fue desde entonces el Rey de las fiestas.

Salido del ingenio del músico cubano Enrique Jorrín, el Cha cha chá heredó el patrón rítmico del mambo y del son, pero con una originalidad tal que no se parecía a nada de lo que más sonaba en 1953, cuando por primera vez se escuchó a la Orquesta América interpretar La Engañadora.

La emblemática canción, que relata la decepción de los hombres al conocer de los artificios a los que recurría una joven para pasear su supuesta hermosura por la céntrica intersección de las calles Prado y Neptuno (llamada también la esquina del pecado) en La Habana, se graba un disco de 45 rpm producido por la Panart, en el que también se incluyó Silver Star, otro de los primeros temas compuestos por el violinista y director técnico de la América.

De la Panart a los tocadiscos, victrolas y estaciones de radio, el Cha Cha Chá cautivó desde el primer momento a los bailadores cubanos que asistían a los clubes sociales para demostrar sus habilidades. Cincuenta años después, varios de los artistas que acogieron y popularizaron el nuevo ritmo participaron este fin de semana en el 14 Festival de Cha Cha Chá, evento que no sesionaba en años.

El Teatro Fausto, en las cercanías de Prado y Neptuno, fue la sede del festival que tuvo carácter competitivo en las categorías de baile y composición. Durante dos días, músicos y bailadores rememoraron la época cuando el recién creado género hacía furor en La Habana y en las principales capitales latinoamericanas con su paso lateral y cadencioso en el que brazos y caderas se mueven al compás de un, dos, cha cha chá.

Después de La Habana el Cha cha chá se adueñó de Ciudad México, a donde llegó el 11 de noviembre de 1954 introducido por la rumbera cubana Ninón Sevilla. La artista, quien asistió a la Decimocuarta edición del Festival del Cha cha chá, propició en esa fecha el viaje de la Orquesta América a la capital mexicana y el ritmo se propagó como pólvora, en ese destino ineludible de más de un género musical cubano. México era, por entonces, la segunda patria de varios artistas isleños, quienes probaron fortuna en esa plaza, como Dámaso Pérez Prado, creador del Mambo, y Benny Moré, el Bárbaro del Ritmo. Uno año después, cubanos y mexicanos competían de tú a tú en las pistas de baile.

Para el año 2004 les tocará a los mexicanos celebrar la creación del Cha cha chá. Recientemente, el Centro Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México fue la sede de la proyección del documental de Jill Hartley "50 años de Cha cha chá", dedicado fundamentalmente a la Orquesta América.

El eco del Cha cha chá cruzó el Río Bravo y llegó a formar parte del repertorio del afamado cancionero estadounidense Nat "King" Cole, quien en la década del 50 montó El Bodeguero, una de las piezas de moda entonces.

En un total lucimiento vocal y apartándose de las tradicionales baladas románticas, Cole, en una de sus varias actuaciones durante los años 50 en el famoso cabaret Tropicana de La Habana, cantó y dejó grabado el tema, favorito de los cubanos, quienes le pasaron por alto, pese al proverbial regusto por la chanza, las largas "oes" y explosivas "pe" propias de los angloparlantes.

El Bodeguero fue popularizado por La Aragón, cuyo director Rafael Lay acogió como suyo el Cha cha chá e interpretó varias de las más importantes y emblemáticas canciones de la época como Pare Cochero. La Aragón, que ya rebasó medio siglo de existencia, es una de las pocas agrupaciones cubanas que aún cultivan el Cha cha chá tal como se escuchó por primera vez.

RL/LM


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