Cuando hablo del Comandante Camilo Cienfuegos o descubro anécdotas de su grandeza, la admiración se multiplica y la memoria suele vestirme de pionero. Revivo entonces aquellas mañanas de cada 28 de octubre y me encuentro orondo con mi pucha de flores, colofón de un recorrido jubiloso y "arrasador" por los jardines del barrio.

Recuerdo que toda la grey infantil de la escuela partía llena de emoción hacia el pequeño riachuelo del pueblo, en un periplo que año tras año, al repetirse, enaltecía la imagen del mártir y nos acercaba a la barba, el sombrero y la sonrisa de un hombre, sencillamente extraordinario.

Buscaba el sol su cenit, y los más hermosos ramos corrían por la suave corriente de las aguas en un rumbo inacabable, puro, transparente, tal como acontecía — y acontece después de 45 octubres — en toda la geografía nacional.

Era y es, un tributo peculiar, distintivo, muy sentido, aunque en aquella primera vez no entendí completamente el porqué de lanzar rosas al río — o al mar — si todos los demás héroes tenían sus tumbas en tierra.

La vida luego me develó toda su historia, o lo que es igual, su magistral legado de lealtad sin límites y entereza plena. De coraje a prueba de balas y sencillez absoluta.

"Camilo siempre iba delante… para él lo más preciado era el combatiente. Su humanismo y valor alentaban la tropa hasta en el peor de los momentos", relató una tarde el capitán Elisio Guerra, integrante del Ejército Rebelde bajo las órdenes del Señor de la Vanguardia.

Y esas mismas dotes de guerrero, les dieron el triunfo en Camagüey en octubre de 1959, al enfrentarse brillantemente con el pueblo a la intentona traidora de Hubert Matos.

En aquellas jornadas inolvidables, mezclas de gallardía y patriotismo, Camilo, el hijo del reparto habanero de Lawton, nacido en 1932, elevó su estatura hasta lo infinito. Acrisoló, junto a Fidel, la indomable voluntad de los agramontinos de apoyar la Revolución.

Revolución que se sigue inspirando en él. Que lo contenta con cada victoria y lo asume como combatiente de vanguardia en las más duras batallas. Revolución que lo mantiene vivo y le obsequia homenajes — el mío, uno entre miles — por ser... un Señor Especial.

Fuente: Radio Cadena Agramonte, Camagüey
http://www.cadenagramonte.cubaweb.cu/historia.asp