Cuba

Una identità in movimento


Carta personal a los Reyes Magos que olvidé enviar. Cuento de Ileana Corvisón Menéndez

Ileana Corvisón Menéndez


Enero del 2006

    Queridos Reyes Magos:

    Mi mayor deseo sería el esperarlos esta noche con igual inocencia y jubilosa expectativa de la niñez, que todo se redujera a escribirles diciendo, me he portado bien, sacado buenas notas, después ponerle un recipiente con agua y otro con hierba para los camellos, luego dormirme plácidamente con los sueños que sólo atesora la niñez; pero no es entonces, es ahora y asaltan mis noches el sobresalto, la duda, el tiempo es un examen que nos supera en conocimiento y esfuerzos que no en aciertos. En verdad me he equivocado mucho, reiteradamente lo reconozco, en vano he tratado de hallar el camino cierto, los afectos, el hogar que vi roto en la infancia y que luego no logré tener completo, piezas huidizas de un rompecabezas que nunca pude resolver, ni por mi culpa ni la ajena, por la desafortunada convergencia de circunstancias no previsibles y que aguardan al doblar cualquier esquina.

    También por qué no confesarlo, mi búsqueda incesante de la irrenunciable paz con mí conciencia, la ruptura con las dudas, porque no siempre he obrado en forma correcta aún a sabiendas, a veces por el falso orgullo o la vanidad no tomé decisiones que eran necesarias, otras por falta de valor, no justifico ni encubro las actitudes pero en ocasiones el temor a ser tenida por tonta, débil, perdedora, o simplemente por intentar estar a tono con los demás he procedido de forma impersonal, carente de coherencia total con lo que en realidad pensaba, deseaba y sentía, obviando la realidad indubitable, perdía así mi verdadero horizonte al unir mi opinión al coro gris de la opinión de los otros y perdí el momento de privilegio en que mi opción pudiera ser un llamado a reflexión o un punto de giro o como quieran llamarlo, que sirviera para que los temidos "otros" reflexionaran sobre cualquier cosa por trivial que parezca, irónicamente la gran perdedora y doble era yo, en mi calidad intrínseca de persona humana y que al intentar ser aceptada olvidaba hacer uso del privilegio de tener mis errores y aciertos, me pesa el hecho de callar cuando debí hablar, la no acción cuando debí actuar, al asentir cuando era un no rotundo lo único que cabía, sepultando lo que en realidad pensaba y sentía en lo profundo de mi corazón, atando manos, lengua y que hoy su recuerdo me hace las noches largas vigilias en las que en vano intento de retomar el tiempo conciliar mis cuentas personales, remendar en mi conciencia las alas prístinas que yacen rotas como rotos todos los sueños.

    Ahora en que el tiempo huye como gato asustado y el hoy se torna mañana y se cuela por la ventana el aire más frío del invierno cercano, siento que el desconcierto gana un sitio a mi lado.

    Desearía poder pedirles como antaño algunas cosas que considero importantes: mantengan viva en mi corazón la llama de la fe incondicional en el ser humano, en su capacidad de ser perfectible, siendo posible el cambio y crecer como persona hasta el último instante.

    Que mis ojos se fijen en la estrella que los guiara a ustedes en lejanos días, pues desde su atalaya puede guiarme en la búsqueda de lo que todos anhelamos aún sin saberlo o conocerlo, sin permitirme desmayar, y si por mi tenacidad o error cayera en un abismo denme la fuerza para levantarme de nuevo y retomar el camino.

    Que mis manos no se cierren a la caricia o a servir de asidero o puente si fuera necesario.

    Que la ternura no abandone su nido en mi pecho.

    Qué la capacidad de asombro permanezca dentro de mí en lo que resta del camino.

    La intuición necesaria para alejarme del horrible peligro que significa la vanidad.

    La capacidad de perdonar y olvidar agravios, injurias de los posibles y reales Judas que encontré a lo largo del camino, llegar a perdonarlos de corazón a todos sin excepción, al que sin querer me dañó y al que por su propia elección lo hiciera.

    Denme la humildad como amiga y consejera.

    Si estos deseos me fueran concedidos tengo la seguridad de tener un 2006 y todos los que me restan mucho más plenos y entonces atesorar la suficiente paz interior que todo ser humano necesita para hacer las estaciones de la vida más plenas.

    Su amiga de muchos años,

      Concepción de Quesada y Loynaz.


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