Cuba

Una identità in movimento


En el apóstol se encuentra la raíz de la nacionalidad cubana

Iván Becerra


José Martí Cintio Vitier expresó hace algún tiempo que en José Martí se ubican la brújula y el escudo para enfrentar los retos actuales y venideros de la sociedad moderna. Los cubanos lo sabemos bien. Hemos aprendido como nunca que la vigencia del Maestro no es una frase, sino una realidad que indica el camino.

Especialmente en los tiempos que transcurren, cuando se afianza un genuino sentimiento patriótico que responde al empeño de defender y mantener la soberanía nacional.

Martí es la más importante arma estratégica de la Revolución cubana desde el punto de vista ideológico. La libertad — dijo — cuesta muy cara, y es necesario resignarse a vivir sin ella o decidirse a comprarla por su precio.

Y, por supuesto, está claro que el Apóstol — como proclamó el Juramento de Baraguá — no se refería al dinero cuando subrayó ese principio.

Puntos de vista martianos sustentan las acciones de Cuba contra el interés de ofender y distorsionar la historia del país, hecho vigente en la confrontación ideológica con Estados Unidos.

Desde la desaparición de la URSS y el campo socialista europeo, Washington anticipó cada día el derrumbe del socialismo cubano.

Sólo la justeza de la Revolución, la capacidad de resistencia del pueblo, el liderazgo de Fidel Castro y una política de amplio consenso y consulta popular propiciaron la permanencia y el avance del proceso cubano. Es decir, la unidad.

La misma unidad que promulgó el Partido de Martí. La misma unidad con que hoy el país enfrenta a la Ley Helms-Burton, al bloqueo genocida, a la asesina Ley de Ajuste Cubano, al cerco que trata de ahogar por hambre y enfermedades al pueblo. Pero como siempre, bajo la enseñanza martiana, todos somos uno.


Tributo a la Historia

La Revolución Cubana entregó a la memoria de José Martí una obra audaz y singular a favor del ser humano. Y, con todo derecho, exige respeto para ella.

Del Apóstol tomaron las actuales generaciones la esencia de la República que debió nacer de las batallas mambisas, pero que sólo se concretó el 1ro de enero de 1959.

Siendo pobres, rodeados de enormes obstáculos que en algún momento llegaron a parecer insalvables, los cubanos han preservado conquistas que son un proyecto martiano.

El vicepresidente cubano Carlos Lage dijo hace algunos años que los sufrimientos impuestos al país por el bloqueo y la desaparición de la URSS y el campo socialista europeo constituyeron una "Fernandina económica".

El golpe del doble bloqueo fue durísimo. Pero, como en las guerras independentistas, a pesar de los contratiempos, las ideas justas triunfaron.

La obra realizada por el pueblo cubano en los 42 años más recientes sembró una semilla honorable en el corazón del país. Ese sentido de la dignidad se manifestó en ese período y nunca se resquebrajó, ni siquiera en 1962, cuando el país estuvo a punto de ser borrado por el fuego atómico imperialista.

La nación es hoy el sujeto de una batalla de ideas en una etapa de nuevos desafíos. Lucha para hacer polvo, con la inteligencia de Martí y bajo la guía de Fidel, los planes de Estados Unidos, orientados a convertirla en algo menos que una colonia.

Los cubanos siguen demostrando que resignan sus valores ante la codicia. Que no cambian las ideas, ni la historia, ni el himno ni el escudo que representan su identidad y objetivos.


Un hombre como una llama

Para analizar las complejidades que rodean a Cuba en los inicios del milenio es imprescindible acudir a José Martí porque sus criterios en torno a conceptos como autodeterminación, solidaridad, nuevo orden económico, penetración cultural, globalización y otros temas tienen una vigencia sobresaliente.

Los cubanos estamos seguros de que los procedimientos y proposiciones del Apóstol no sólo constituyen una línea de conducta política nacional, sino que amplían el horizonte a favor de la supervivencia y el desarrollo de los países pobres.

Martí sufrió muy joven los grilletes y el trabajo forzado de la prisión. Enfrentó peligros, recorrió muchas naciones y vivió casi como un peregrino con el dolor del coloniaje de su patria. Fue el más universal de los pensadores latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XIX.

Martí nunca se detuvo, ni en la acción ni en el verbo. Sentía pasión por la dignidad. Y, con ese sentimiento, cayó por la libertad de Cuba, y también por la del continente americano.

La muerte del Maestro, y la de Antonio Maceo — como señaló hace algún tiempo Raúl Castro — facilitaron a Estados Unidos concretar sus proyectos expansionistas en torno a Cuba. La figura del Apóstol fue mediatizada durante decenios, hasta que la Generación del Centenario lo definió como el autor intelectual del Asalto al Cuartel Moncada.

Actualmente, José Martí es un arma estratégica de los cubanos en la Batalla de Ideas. En cambio, los enemigos de la Revolución siguen manipulando la imagen del Héroe Nacional.

La impronta de un proceso socialista vinculado a la soberanía y la independencia de la patria ha demostrado la verdadera vigencia de las ideas del Maestro.

 

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