Cuba

Una identità in movimento


Santiago de Cuba renovada en sus murales

Lohania Aruca Alonso


Carlos René Aguilera Tamayo. Durante el trabajo de una pintura de doce metros de largo por dos de altura en Tann Papier, Traun, Austria. La pieza pertenece a la colección Trierremberg ArtCarlos René Aguilera Tamayo es el más joven de los pintores grabadores de la familia Aguilera Tamayo, encabezada por el maestro de generaciones, de muchas generaciones, dedicadas a estas expresiones de las artes plásticas en Santiago de Cuba: José Julián Aguilera. Actualmente el Taller Aguilera, ubicado en una parte del sótano del edificio "Sierra Maestra" (uno de los 18 plantas en el conjunto arquitectónico de la céntrica calle Garzón, muy cerca de la Plaza de Marte) expone en su galería una selecta muestra de los trabajos de José Julián, Joel y Carlos René, con temas y estilos muy diferentes entre sí. Este es uno de los escenarios del arte santiaguero más lleno de experimentaciones y creatividad, más distinguido por la excelencia de su producción, en el caso de José Julián, estrechamente vinculada con el paisaje de la ciudad.

Sin embargo, Santiago de Cuba, justamente por sus cualidades históricas y urbanísticas, y por el desarrollo humano que aspira alcanzar en nuevos tiempos, requería de una mirada transformadora, a gran escala, apelando a conceptos contemporáneos. A tales solicitudes ha respondido el evento anual INTER_NOS, desde el inicio de la década de los noventas del pasado siglo, promoviendo una obra mural que va ocupando a muchos artistas, y cualificando con sus resultados numerosos espacios de la Ciudad Heroína. Y es aquí donde Carlos René se destaca singularmente, por su creatividad, pericia, y vasta formación profesional.

Él se considera a sí mismo miembro de la "generación de los noventa" en Cuba, a la que aportó sus maravillosos y simpáticos "osos polares". Es graduado del Instituto Superior de Arte (ISA), ha sido un autor prolifero, reconocido desde muy joven (ganador de la Medalla de Oro en dos Bienales Centroamericanas y del Caribe en 1994 y 1996, de premios nacionales y ya ostenta la prestigiosa Distinción Por la Cultura Cubana). Como expositor invitado, ha desplegado su talento en importantes galerías de los Estados Unidos y Europa.

Estas son algunas de las razones que me motivaron a solicitarle una entrevista acerca de sus opiniones sobre lo que acontece en Santiago y su novedosa tendencia al mural urbano.



Santiago de Cuba es la segunda capital del país, y además, se encuentra entre las ciudades mejor dotadas con un paisaje natural, social y urbano que representa muchas de las características del Oriente cubano, aún más, de la región caribeña en la que juega un papel histórico y cultural fundamental para nuestra identidad supranacional. Al proyectar y realizar los grandes murales que actualmente animan el centro histórico urbanístico ¿se ha tenido en cuenta esas ventajas de la localidad?

Por supuesto que sí, pero no de la forma en que se podría esperar. Porque, aunque no se quisiera, las peculiaridades de Santiago son demasiado fuertes: se arrojan sobre el que se acerca gritando su presencia. También cuenta que una definición de Santiago es: inclusiva; y, hasta cierto punto, esta característica –por lo menos evidente para muchos — es, tal vez, la más frágil y desprotegida. Por lo tanto, la que necesita una defensa mayor.

Me refiero a esa voluntad "universalista" que hizo posible históricamente la fisonomía de la ciudad que conocemos actualmente (y que seguimos exhibiendo con orgullo): las miras y aspiraciones de los grupos sociales que fueron motor del desarrollo en cualquier tiempo. Sucede que buena parte de la producción plástica de la ciudad de Santiago de Cuba retrata la urbe tal cual es; se regodea en los interesantes vericuetos del centro histórico, en sus paredes desconchadas, en esa fractura del horizonte que hacen las montañas (Sierra Maestra) que rodean la ciudad. Ellas crean su particular efecto invernadero donde todo — literal y metafóricamente expresado — llega a hervir en sus propios fluidos.

Quien quiera una prueba de belleza y embrujo sitúese a las cinco de la tarde en el Roof Garden del Hotel Casa Granda, para ver la puesta de sol. Verá algo mágico e indescriptible, hecho con el mismo sol del maravilloso ocaso que puede verse también en el malecón habanero. De modo que la forma en la ciudad — hablando plásticamente — es inagotable, y tan atractiva, que secuestra total o parcialmente a los artistas.

En algunos, la representación de lo citadino en diversas formas ha constituido rasgo y tema fundamental en su obra, y en ello han alcanzado una excelencia y maestría muy significativas. Pero, los que no tienden a esa temática, al menos una vez han sido seducidos, y me incluyo en esta última lista. Es inevitable: social y visualmente, Santiago está constantemente reafirmándose, una vez y otra. Es como una obsesión que tiene sobradas razones.

Mural colectivo calles Aguilera y Padre Pico, Santiago de CubaSin embargo, a los eventos de pintura mural INTER_NOS, son invitados artistas de fuera de la ciudad — en su mayoría desde muy fuera, desde el extranjero — porque el evento, precisamente, pretende mezclar visiones y procederes de distintas partes para ponerlos a funcionar aquí. Desde ese punto de vista, lo que más interesa es crear valores visuales nuevos, y no repetir los ya conocidos. Se trata de hacer un evento más cosmopolita que localista — a despecho de la mentalidad que pretende ver a Santiago como un reservorio inviolable de tradiciones y folclorismo.

Aquí, la historia se hace todos los días, al igual que la pintura — aunque nadie sepa si el gesto que está haciendo, ahora, un día se convertirá en tradición. Los artistas cubanos — obsérvese que no digo santiagueros, aunque en dicho evento la mayoría lo son —, los dispuestos a subirse a un andamio a 13 ó 14 metros del suelo, unos más que otros han viajado el mundo, y quieren volcar lo que han visto en los muros, junto a los colegas extranjeros. En este dialogo con un contexto tan fuerte como el santiaguero es que radica lo interesante de este esfuerzo a través de la pintura mural.

¿Podía imaginarse alguien cómo funcionaría aquí una "pinta", de las que se hacen clandestinamente con sprays en los muros de Paris? Pues, eso ya ha sucedido, aunque con diferente organización. En el año 1998 un grupo de cubanos trabajamos conjuntamente con dos franceses y un norteamericano el muro que hace la esquina de las calles Aguilera y Padre Pico. El norteamericano apenas pudo trabajar, pues enfermó desde su llegada; pero los dos franceses, Bertrand Peret y Fabrice Cousin, venían de pintar muros y trenes urbanos en Paris, utilizando esos códigos que son perfectamente identificables en la marginalidad del primer mundo, que portan un sello y mensajes personales dentro de su aparente uniformidad.

Ese año, el tema central de INTER_NOS era "Caos y humanidad", de modo que esas formas caóticas venían muy bien. Además de importar estos códigos, mezclados con retratos de personas que iban pasando por el lugar, pintamos de una foto un grupo de jóvenes franceses que iban en un auto; al Papa Juan Pablo II, y a Lady Diana. Hicimos una versión libérrima del diseño de la cajetilla de cigarrillos "Populares", jugando con las palabras pop, pope y polar, porque en la esquina de las dos calles, al lado de un fractal estaban mis osos polares incrementando la extrañeza de la comunicación en ese muro.

Justo al lado de las estrellas mundiales, como el Papa y Lady Diana, pintamos el retrato de un hombre normal y desconocido, un viejo muy pintoresco, muy pobre, que tenía pequeñas pilas de limones en la acera para venderlos y sobrevivir. Al doblar la esquina volvimos a pintarle sentado con su mercancía, y este señor apagado fue ¡tan feliz! De pronto, él se transformó en todo un personaje, pues, además de multiplicar sus ventas, todos los turistas le fotografiaban y se fotografiaban con él. Meses después, camino a Europa, hice escala en el aeropuerto internacional de Varadero y compre una postal con su retrato, que alguien había impreso en Italia, y no fue la última vez que se hizo algún tipo de publicación de esta imagen.

Al parecer, a alguien molestó la felicidad del viejo; o, consideró que era peligroso, o, ilegal, que vendiera limones y se aprovechara de la publicidad gratis; o, simplemente se abandonó a la inercia y veleidades de la incultura. Lo cierto es que hubo un accidente: un camión, dando marcha atrás, destruyó esa parte del muro, justo donde estaba el viejo. Luego, la reparación de ese agujero marco el inicio de la desaparición de esa pintura mural entera, porque al final, un día, no sé qué empresa, decidió, por su cuenta, que ya no se necesitaba y lo destruyó completamente.

Por suerte, desde pequeño registro con una cámara lo que puedo, así que conservo imágenes de esa bella obra, la cual considero un ejemplo de lo que el evento INTER_NOS pretende. Sin pintar techos rojos, ni congas, ni cornetas chinas, ni trovadores, ni montañitas, ni rostros arrugados mascando puros, ni las frutas del Caney –estos referentes tienen sus propios espacios —, se logro una comunicación genial con el entorno y con el público (incluso se dejó un espacio que los niños de los alrededores terminaron con sus dibujos), y me atrevo a pensar que gracias a ello.

La reafirmación que practica todos los días Santiago, se hace así, de manera diferente; diciendo así, a través de otros vehículos de comunicación, que vale la pena venir a pintar a Santiago, porque se pueden hacer cosas interesantes en sus muros; que Santiago existe, además, porque tiene gente inquieta y progresista, que quiere hacer y hace cosas distintas, que innova. Este es un buen mensaje.

La pintura mural, ¿alcanza la categoría de movimiento artístico en Santiago de Cuba? ¿Quiénes participan en él, con que respaldo cuentan?

El conjunto de murales ya pintados constituye algo digno de verse, hasta podría decir que los murales ya van siendo un distintivo de la ciudad (se han creado más de 30). Esa es uno de los objetivos que se persigue cuando no cejamos en hacer las sucesivas ediciones de INTER_NOS, a pesar de las dificultades existentes. No obstante, yo soy muy conservador a la hora de pensar que se ha fundado un movimiento, en particular en estos precisos momentos. Francamente, pienso que la lucha por la supervivencia del evento ha marcado su existencia, y no ha dejado el suficiente espacio para continuar las intenciones originarias.

En cada edición, los organizadores tienen que solucionar muchos problemas, tanto logísticos como técnicos (me viene a la mente, por ejemplo, la tormenta que, entonces, capea su director, Israel Tamayo), de manera que nos ha tocado estar muy feliz sólo por el hecho de que puedan continuar celebrándose. Desde la gestión por los andamios, el hospedaje y la alimentación de los invitados, el transporte, los materiales para realizar la obra, la organización en sentido general del evento central y los sucesos colaterales, hasta el momento, todo se ha desarrollado muy incidentalmente. Esto conspira contra una proyección cultural más profunda, que tenga como resultado la aspiración de los fundadores: crear un movimiento muralista solido y bien enraizado.

Mural colectivo en la fachada de la Universidad de OrienteOtra cosa es el mantenimiento de lo ya construido. El tiempo pasa y los murales se degradan materialmente, pues los pigmentos enfrentan la agresiva luminosidad de esta zona del país, y, hasta el momento, no se hace nada por restaurar este nuevo "patrimonio cultural" de la ciudad histórica. Yo diría que no todo tiene que conservarse, pues algunos murales escaparon a la crítica implícita en el proceso de su creación, y no resultaron muy logrados que digamos. Pero, los más merecen la pena de conservarse como un patrimonio contemporáneo de la ciudad y del país; además, hay la necesidad de que exista de una referencia viva de otras ediciones. Teniendo en cuenta que, los autores no iban a poder restaurarlos por ellos mismos debido a razones imaginables, se llegó a plantear que la restauración se convirtiera en una tarea de entrenamiento para los futuros protagonistas de nuestros eventos: lo estudiantes de la Academia de Artes Plásticas, pero la idea nunca se ha concretado.

Si el evento INTER_NOS tuviera un apoyo real y sistemático, fuese este gubernamental, o, no gubernamental — sobre todo en el campo de las finanzas —, los organizadores podrían concentrarse en someter los proyectos a un escrutinio más profundo por parte de la comunidad artística y de las instituciones culturales; así como, aspirar a alcanzar una mayor calidad artística de los proyectos en sí mismos. El deseo de que el evento salga adelante nos hace perdonarnos unos a otros las deficiencias. No obstante, sí hay algo innegable, y es que se logran resultados bien tangibles.

Y, si la pintura mural no constituye aun un movimiento artístico particular en Santiago, al menos esta es la ciudad de Cuba que más cerca está de ello. La población ya espera cada INTER_NOS, y en la calle se pregunta qué se pintara en este, u otro muro. El público interactúa con los artistas y hace aportes; porque parte del método de trabajo tiene que ver con la interpretación plástica de la situación social y visual del entorno, de los espacios seleccionados. Indudablemente, desde la aparición de nuestros murales en Santiago el público ha aprendido más sobre el arte contemporáneo y se han podido cualificar algunos espacios arquitectónicos. Algunos, anteriormente anodinos, han aparecido en el mapa, y otros se han hecho más interesantes e inquietantes, como es el caso de la obra que se realizo en la última edición sobre la fachada de una ya hermosa escuela en el Centro de la ciudad, la Escuela primaria "Simón Bolívar". Cada mural de INTER_NOS es un regalo a la ciudad donde los artistas dejan una parte de sus vidas y toda su sensibilidad, una gran fiesta de la creación que vale la pena defender. Bajo ninguna circunstancia Santiago podría permitirse el lujo de perder INTER_NOS.

¿Cuál es tu experiencia en relación con la pintura mural, cuales tus principales códigos en obras pictóricas, y si sus significados tienen, o, no, un carácter local?

Mi experiencia en relación a la pintura mural proviene del año 1994, cuando el Taller Cultural me invito a trabajar con otros dos cubanos más y cuatro muralistas alemanes. Aquella experiencia fue increíble porque, hasta entonces, nunca había trabajado con la concepción de una obra verdaderamente colectiva. Los alemanes procedían del grupo KOPRA (del alemán al español se traduciría como Ofensiva Cultural y Práctica), localizado en la ciudad de Braunshweig, un grupo que llevaba a cabo un serio trabajo social dedicado a reflejar las preocupaciones sociales en los muros. El contacto con ellos lo proporcionaron Miguel Angel Lobaina y José (Chino) Seoane, quienes ya habían ejecutado alguna obra con ellos en Alemania, e invitaron a los miembros de KOPRA a hacer algo en Santiago.

Acá trabajamos el muro principal de la fachada del edificio racionalista de la Rectoría de la Universidad de Oriente. Aprendí muchas cosas que, hasta el momento, son de utilidad para mi carrera. En primer lugar, descubrí que había una manera efectiva, un método real de hacer confluir los universos particulares y el ego de varios artistas en un esfuerzo común, cuyo resultado era una obra de impronta colectiva verdadera.

Aquella vez, yo fui invitado a trabajar en el proyecto de la Universidad, gracias al conocimiento que tenían mis colegas de mi predilección por los formatos grandes. Desde mi tesis de graduación, en el ISA, en La Habana, comencé una expansión de las ideas al gran formato, atraído, sin dudas, por el impacto de los grandes formatos en un salón de exposiciones, máxime cuando se trata de garantizar la llegada inmediata de las ideas que se intentan transmitir. Recuérdese que mi trabajo era — y aún lo es —, consecuencia de la etapa "contenidista"[1] de los años ochenta del siglo pasado en la plástica cubana. Todavía, siempre que puedo, abordo el gran formato, y mientras más grande es, más cómodo me siento, y consigo el resultado expresivo más rápidamente. Sin embargo, el hecho de que el desarrollo de mi carrera depende de mi propio financiamiento, me obligó, pasando el tiempo, a adaptarme a la tortura que significaba el trabajar pequeños y medianos formatos; por la sencilla razón de que los grandes formatos, por varios motivos, son muy difíciles de colocar en el mercado. Debido a estas circunstancias, los eventos de pintura mural han sido una magnífica oportunidad, aunque también he tenido otras fuera de estos eventos, donde he podido hacer lienzos inmensos, solo con mi obra personal.

Mural realizado en la escuela Simón Bolívar en la calle Heredia esquina
Clarín con participación internacional. Trabajaron los cubanos  Gretel Arrate, Jose René Blanco(bola),Gilberto Martínez y Erik Castillo como ayudante mas  una artista danesa y dos norteamericanosEn cualquiera de los casos, he tratado de que aparezcan expresados los códigos que me han acompañado desde hace varios años, desde la extraña aparición de los osos polares en nuestros contextos, con sus correspondientes gestos y preguntas por su parte, y por la del público; o, la aparición de los campesinos surfeando en grandes olas creadas por el viento en los inmensos mares internos de nuestro Archipiélago, que se me antojan que son los campos de caña de azúcar; o, la torre de Tatlin (también recurrente en otros artistas cubanos y extranjeros), como símbolo de la moderna Utopía humana que adopté desde que estudiaba en el ISA, entre algunos otros más. Con estos elementos he tratado siempre de que exista un dialogo coherente entre lo local y lo universal. Pretendo ser un pintor cubano, insular y cosmopolita al mismo tiempo, porque entiendo el mundo como mi casa, aunque Cuba sea un rincón especial de aquel.

¿En qué plazas o barrios de Santiago de Cuba se encuentran ubicadas las pinturas murales? ¿Contribuye a sus temas la población y su historia local, sus personajes, el anecdotario de la vida cotidiana?

Las pinturas murales en Santiago de Cuba, desde la del proyecto UNIVERSI (en el año1994), que fue el origen de INTER_NOS — de esa forma se llamó el proyecto de la Universidad de Oriente —, hasta la actualidad, se han ido expandiendo desde el centro hasta cada vez más lejos en la cuadricula urbana, que es lo suficientemente amplia. Sin embargo, su irrupción está condicionada a la disponibilidad de muros libres, lo cual ha propiciado, por otra parte, cierta dispersión. Pueden encontrarse desde el centro histórico, hasta la Plaza de Marte, Quintero, Santa Bárbara, Ferreiro, Vista Alegre, El Tivoli, Treinta de Noviembre y Barracones (me excusan si olvido, o, cambio algún lugar). Dondequiera que exista espacio disponible, lo suficientemente visible desde las calles.

Para trabajar estamos abiertos a cualquier método de trabajo. Ya hablé del método que heredamos de KOPRA, no obstante no desdeñamos ningún otro método de aproximación al objetivo final. Hay quien ha preferido que queden bien marcadas las poéticas de cada uno de los artistas involucrados — claro que bajo una pensada composición — y, para esto han optado tanto por el ensamblaje de aéreas personales bien delimitadas, como por una mayor integración, sin llegar a la creación colectiva. Pero, en la mayoría de los casos, se ha tratado de que el entorno quede reflejado, y dentro de su marco la comunidad, su medio humano más cercano: los vecinos y transeúntes.

Como anteriormente relaté, en el caso de la Universidad de Oriente, se han realizado encuestas (o más bien consultas por escrito) para recoger algunos criterios; pero, la socialización directa ha sido la vía predilecta, sobre todo para los artistas extranjeros, quienes vienen con una curiosidad infinita de conocer al pueblo cubano real, y con muy poco tiempo para hacerlo. En esta interacción — que incluye que los vecinos guarden — casi siempre — la pintura y las herramientas en sus casas, sirvan de ayudantes al, o, a los artistas; o, provean de agua, café, y otras atenciones, se aprende mucho de lo que a la gente le gustaría ver pintado acerca de sus vidas.

Ya hice la historia del viejo vendedor de limones; pero, ocurre que siempre ha habido una historia local, o, un personaje que reflejar en el muro; o, actividades sociales como el juego de Dominó, por ejemplo. A esta actividad se dedicó el muro entero de Martí y Cuabitas; mientras que, en el de San Gerónimo y callejón del Carmen, se pintó la mesa de Dominó con sus ocupantes, la misma que cada tarde se arma al pie de ese muro. Claro está, la inclusión de estas historias no es obligatoria. Nada es obligatorio en INTER_NOS, salvo trabajar y entregar lo mejor a nuestra ciudad.



    Nota

    1. Me refiero a que el arte nuevo que emergió en Cuba por esos años sin desdeñar la forma completamente se centro más bien en transmitir contenidos sobre todo de carácter social aunque al principio partiera de investigaciones plásticas sobre el conceptualismo, el minimalismo el happening , el performance etc.




Fuente: CUBARTE 08 de Marzo 2010





Lohania Aruca Alonso: Investigadora auxiliar. Licenciada en Historia y Especialista en Urbanismo, MC Estudios Interdisciplinarios sobre América Latina, El Caribe y Cuba; colaboradora periodística de publicaciones digitales y de revistas científicas y culturales cubanas y extranjeras; miembro de la Unión de Escritores de Cuba (UNEAC), la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC) y la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).








Página enviada por Lohania Aruca Alonso
(17 de marzo de 2010)


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