La X Bienal de La Habana ha sido, en este 2009, una de las ediciones de más alto impacto. Además de la coherencia, cantidad y calidad de participantes y de la extensión de proyectos múltiples por toda la capital, se ha aunado la participación, que puede valorarse como histórica, de más de tres decenas de artistas norteamericanos en la muestra Chelsea visita La Habana, en el Museo de Arte Universal.
Mas sin duda, este suceso, hoy compartido con el mundo, ha tenido, además de una realizada en 1986, y algunas exposiciones individuales (Louise Bourgeois y Mapplethorpe) en la Isla, un significativo antecedente cuando, hace cinco años atrás, nació el proyecto de aunar diseñadores de los Estados Unidos y de Cuba en una única exhibición.
Esta conjunción atrevida, desafiante ante el bloqueo y el aislamiento injustificado a nuestro país, fue desarrollada a partir del VI Salón y Coloquio de Arte Digital, realizado por el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau.
Y no solo esta institución, dirigida por Víctor Casaus, sino que ha sido esencial la contribución del Center for Cross Cultural Design (XCD) del Instituto Americano de Artes Gráficas (AIGA), a través de la diseñadora norteamericana Toni O’ Brian y de Héctor Villaverde (Premio Nacional de Diseño en el 2000) como presidente del Comité Prográfica Cubana.
Durante estas seis ediciones, hemos podido disfrutar de lo mejor de diseño gráfico cubano. Una rápida ojeada a los participantes diferentes en cada evento Sharing Dreams puede darnos una idea totalizadora de los creadores de diferentes generaciones que asumieron cada tema solicitado para la exposición colectiva y lo retrabajaron desde sus propios códigos y morfologías.
Creo que si se tratara, en alguna oportunidad, de realizar un examen al estado del diseño gráfico en Cuba, estos intercambios entre cubanos y estadounidenses serían un punto obligado de análisis y reflexión.
Aquí pueden verse, y en la propia muestra colectiva que se exhibe en el Centro Pablo hay posibilidad de disfrutarlos, carteles que muy bien pudieran ilustrar el desarrollo de una cartelística en nuestro país, una manifestación gráfica que sufrió (quizá como ninguna otra) los rigores del período especial, y que asimismo ha ofrecido nuevos saldos en el camino de su bregar.
El hecho de contactar con tantos diseñadores norteamericanos a lo largo de estos seis intercambios y exposiciones, ha develado también la posibilidad de romper el cerco real del bloqueo, y ver obra de los creadores de Estados Unidos. Para expertos y críticos, público y artistas, diseñadores y profesionales de la gráfica, ha sido una aventura placentera poder apreciar la excelente obra de estos hacedores de carteles desde las más diferentes posiciones y referencias sociológicas, existenciales, biográficas. Una ha sido la coincidencia: la solidaridad, la comunicación y el sentido de la libertad.
El propio título ha conllevado, como punto curatorial de origen, la oportunidad de colegiar sueños de ambas zonas geográficas del mundo, un sueño de traspasar el sutil margen entre el diseño y el arte mismo, a través del envío de un mensaje y de la reflexión estética.
Carteles que emplean el referente del paisaje como el de la norteamericana Maggy Cuesta, con mucha intensidad de azules y cálidos amarillos, y de una composición equilibrada, pero hermosa, otros también con referente fotográfico, más literal y a la par poético, como el de Laura Llópiz, El amor conquista todo, en el que se autorretrata con una leve pompa de jabón; otro cartel, más vinculado a nociones de logotipos y señales, como el de Héctor Villaverde, Diseño=Cultura o el pictórico de Verónica Corzo-Duchardt, son distintivos de cuán diverso puede ser el concepto de diseño, desde el más intrínsecamente relacionado con la economía de medios hasta aquel otro que toca la frontera de manifestaciones como la pintura, lejos de la mediatización gráfica.
En plena Bienal de La Habana de este 2009, el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau ofrece su propia trayectoria que hoy se imbrica a un mundo global y por tanto al tema del evento general, pero lo sigue haciendo desde un llamado humanista que ha prevalecido en todas las convocatorias de transmitir, con belleza, el sueño que se invita a compartir a todos, desde esta institución de nuestra cultura.
Página enviada por Centro Pablo de la Torriente Brau
(4 de abril de 2009)