La apacible y extensa comarca de kitschlandia amanece turbulenta entre rumores y sospechas por la posible fuga de unas imágenes fotográficas.
— ¿Cómo ha sido posible? — Se preguntan extrañados los pobladores, ignorando que existan estrategias para burlar a la temible señora K [1] sin dejar de seguir coqueteando con ella. Os ruego, no de crédito a chismes pueblerinos, mire que el virus posee insospechables maneras de propagarse. Dejadme pues, para su confort y seguridad contarles yo esta historia.
Érase un pobre tipo que para sobrevivir tuvo que verse envuelto en otro de los enredos de la seductora señora.
Indudablemente muy ventajoso desde el punto de vista comercial-como todo lo que ella artimaña-buena plata sin mucho esfuerzo intelectivo aplaudiendo a una estética masiva de brillantes e incombinables colores en rimbombantes escenarios
— ¿Cuál es tu profesión?-preguntó insinuante la respetable señora
— ¡Fotógrafo quiero ser! ¿Me puede ayudar?
— Naturalmente — y en el negocio de los 15 lo sumergió.
Un buen día, nuestro fotógrafo se cansó de reproducir mecánicamente imágenes sin sentido cargadas de leopardos y tigres, de artistas de telenovelas que como muñecones acompañan a nuestras seudo estrellas de Hollywood en sus 15 minutos de fama[2] y de los Yumisisleidis en serie que promocionan a las experimentadas[3] artistas en los bordes de las fotos.
Fue entonces cuando Reinaldo Pérez Álvarez (nuestro fotógrafo) comenzó a experimentar con los principios de contraste, composición, encuadre, enfoque y una vez dominados a usarlos a su antojo e incluso como recurso expresivo y de intención. Comenzó a disfrutar la libertad de pintar con un mouse lo que a su espíritu le satisfacía tratando de escapar de la sensiblería barata y de los montajillos cursilarios.
— ¡Herejía! — La temible señora K confiscó las imágenes que fueron encadenadas y condenadas a cumplir estrictamente su función mimética y proclamó un decreto donde se explicaba detalladamente por qué los fotógrafos no podían ejercer su autonomía y por qué las imágenes pertenecían única y exclusivamente al patrimonio de Kitschlandia.
Entre las razones poderosas que fueron expuestas estaban la del carácter estrictamente comercial (a gusto del consumidor[4]) y la del carácter incógnita (inexistencia de una autoría de las obras). Se explicaba además que ambas restricciones se encontraban desde el principio en las cláusulas del contrato siendo estas previamente aceptadas por cada fotógrafo.
Los embates económicos arreciaron para el pobre fotógrafo y su familia por lo tanto las intrépidas imágenes decidieron tomar el timón de la situación. Resolvieron entonces darse a la fuga para proponer un trato a Reinaldo, asegurándole que antes del conteo nocturno se regresarían a su cautiverio con el fin de cubrirlo en su sueño de ser artista del lente.
"La vida hay que ir a captarla allí donde está, en el extranjero, en la calle, por doquier".
(Albert Kahn).
Efectivamente, mientras aquellas imágenes brindaban una perfecta cuartada y respaldo, Reinaldo comenzaba a desarrollar un tipo de representación figurativa con fuerte apego a la realidad circundante del cubano de a pie. Empezó a utilizar su cámara y ojo para captar imágenes como documento y testimonio del ambiente social que le rodeaba.
Su formación procedió del mundo de las ingenierías, y la informática resultó ser el motor de arranque de una carrera en el diseño digital que lo fue conduciendo vertiginosamente por los caminos de la fotografía.
Sus primeros experimentos beben de la herencia recibida en sus inicios como fotógrafo en el negocio de los 15, con los respectivos montajes a partir de imágenes bajadas de Internet y de las capturadas por su ojo de cazador novel. De esta fuerte marca es hija Santa María que constituyó su primer reconocimiento como artista, premio colateral del Museo Provincial al salón Fidelio Ponce de León 2006. Aquí trabajó el archipolémico tema de la emigración.
Luego cambió su estilo de trabajo y comenzó a buscar la instantaneidad para seguidamente utilizar los novedosos programas que le brindaba el ordenador e imprimirle a la foto la mayor belleza técnica posible. Ejemplo de esto último son sus creaciones La cena y Los pinos nuevos. Los detalles o zoom in que realiza a plantas, objetos, animales o seres humanos están relacionados con su interés de representar imágenes que le agraden o resulten visualmente interesantes y con el propósito fundamental de provocar segundas lecturas, reflexiones y críticas sociales al receptor que interactúe con su obra.
Tal y como se aprecia, en su producción fotográfica existe un marcado interés de acentuar la diversidad de lo cotidiano que la rapidez de la vida moderna no es capaz de percibir.
En su fotografía se advierte que el uso del blanco y negro ha acentuado de manera peculiar esa intención de indagar en los magistrales contrastes de luces y sombras que han sido vehículos eficaces en algunos momentos de expresividad por parte del creador, probablemente ausentes si se tratara del color.
Por otro lado, Reynaldo nos cuenta que prefiere el montaje de sus obras en otros soportes menos convencionales que el papel y el marco.
Sueña con una lienzografía aunque las carencias de recursos lo han obligado a montar sus obras utilizando el clásico marco con cristal autofinanciado, pues en ocasiones la propia galería no cuenta con un adecuado stock de montaje. Es necesario comentar que estas limitaciones entorpecen en ocasiones la cabal comunicación que se pretende lograr, pues esta adquiere su máxima significación en sistema, donde todo hasta el montaje resta o adiciona calidad a la obra.
Referido a la escala o dimensiones se puede decir que por lo general nuestro fotógrafo suele emplear el formato mediano y pequeño (8x12-9x7 y 5x7pulgadas), en dependencia de los recursos económicos y de los requerimientos del certamen.
En conversación con el artista y luego de analizar su obra se constató que evade ser explícito y reproductivo en la utilización de suplementos verbales, por lo tanto sus títulos tratan de ser paradójicos, subliminares, con doble sentido, satíricos e irónicos. En este caso, me gustaría destacar la obra Siempre te amaré.
En general, busca que el receptor sea parte de la obra misma y se sienta un personaje más que debe tomar una decisión frente a lo que percibe.
Procura interpelarnos, cuestionarnos sobre cosas que a veces pasamos inadvertidas y en este sentido, el título de las obras juega para él un papel determinante, como en esta imagen que lleva por título Bloqueo.
Sus imágenes intentan brindar un mensaje subliminal optando por las disímiles lecturas e infinitas interpretaciones del receptor. Como anillo al dedo nos viene en este momento la famosa afirmación de Marcel Duchamp de que lo más importante en una obra es su título que apunta en dirección contraria a la afirmación de muchos artistas de
"... que la imagen hable por sí sola".
Asimismo encontramos el criterio arrojado por Thomas McEvilley respecto a los suplementos verbales donde afirma que:
"… los artistas frecuentemente emiten suplementos verbales en un intento de controlar la interpretación de su obra, y aun el más óptico de los críticos no puede evitar ser influido por ellos […] esto es tan importante hoy como lo fue en la antigüedad".[5]
Los valores simbólicos están dados, sobre todo, a partir de soluciones formales relacionadas con las tensiones en la obra entendidas como: la profundidad de campo, efectos dramáticos, las luces y sombras, textura (granulosidad), uso de tonalidades, contrastes etc. Vale destacar que el efecto de granulosidad que se advierte en algunas de sus fotos, así como el difuminado en los segundos planos y el desenfoque se dan en unos casos por defecto técnico, posteriormente aprovechados, tal es el ejemplo de su obra Endometrio. No obstante, en otros casos ha ocurrido la situación inversa y la referida deformación técnica de las imágenes se ha realizado por decisión previa del artista, en busca de otro recurso expresivo que indique: imperfección, caducidad, soledad, insatisfacción, suciedad, miseria, contradicción etc.
Aun no es posible detectar un símbolo de contenido constante en toda su creación — debido a la poca extensión de su carrera — como tampoco un tema exclusivo, más bien le interesa ser testimonio de su época y poner el dedo en cualquier llaga social que le resulte significativa e impactante.
Malecón, ganadora de 3 premios colaterales en el salón de la ciudad del 2007, constituye la síntesis de su creación donde se dan cita todas estas características que hemos venido apreciando hasta este momento; sin embargo estamos frente a una clásica imagen instantánea que resultó para nuestro creador atractiva solamente desde la perspectiva visual (bien lograda técnicamente). Ya en el ordenador escogió el mejor encuadre que emitiera la variedad de mensajes descansando en las posibilidades infinitas de interpretaciones de cada receptor. Como en sus otras obras, realizó la correspondiente selección de elementos que entrarían en juego en el proceso decodificador, eliminando aquello que entorpecería la intencionalidad y el sentido pretendido.
Como todo fotógrafo cubano su formación en este medio ha sido autodidacta y empírica con fuertes influencias de algunos fotógrafos comerciales que lo han asesorado suficientemente con cuestiones técnicas. Por otro lado ha contado con la asesoría del escultor Gregorio Pérez Escobar que ha venido a funcionar en su carrera como una suerte de mentor en la empresa del arte. Comenta nuestro fotógrafo que disfruta mucho de sus pláticas con Escobar y más recientemente con las de la escultora Martha Jiménez que paulatinamente han ido nutriendo su curiosidad y sensibilidad artística.
La pragmática de su obra es abierta, lo cual ha sido corroborado en conversación con el artista, de manera que se muestra susceptible a diversos diálogos y lecturas en dependencia del origen del espectador.
La creación de Reinaldo ha sido dirigida a un público variado, sin especificidad.
Si bien es cierto que estamos hablando de un neófito en el terreno del arte fotográfico y poseedor de una carrera aun de piernas cortas resulta innegable reconocer los valores estéticos y méritos técnicos que ha logrado con sus obras presentadas en los eventos de artes plásticas de Camagüey: Fidelio del 2006, el Salón de la ciudad, el de pequeño formato y otros. Al menos así lo evidencian 4 premios y 2 menciones obtenidas. Sobre todo hay que destacar el entusiasmo y la avidez de conocimiento, de información y de espacio que reclaman tanto Reinaldo como otros artistas jóvenes de nuestra provincia, específicamente en el terreno de la fotografía en general y de la que persigue fines artísticos en particular. Por otro lado, considero relevante anotar que nuestro fotógrafo contiene bastante material inédito que seguro disfrutaremos en los próximos eventos y posibles exposiciones personales.
Finalmente aplaudo la valentía y el sacrificio de aquellas imágenes, protagonistas de la historieta de Reinaldo. Sabia y oportuna fuga porque han hecho realidad su sueño y han detonado un arsenal creativo que se deberá aquilatar de manera prolifera en pos de legitimar su arte fotográfico.
Notas- Señora K: Emperatriz y sacerdotisa de Kitschlandia, portadora además del peligroso virus de la kitschlomanía que ha causado y causa daños irreversibles en los códigos estéticos de millones de cubanos.
- Disculpen pero no puedo dejar de relacionar esto con aquel famoso performance que realizara Andy Wharol en la vidriera de una tienda.
- Experimentada es un término un tanto paradójico para el concepto de quinceañera (núbil) ¿No creen?
- ¡Y el cliente siempre tiene la razón!
- McEvilley, Thomas: "On the manners of addressing clouds". Revista Enema, #2y3. Publicación de la Facultad de Artes Plásticas del ISA. La Habana, 2000.
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Maydelín María Leiva Delgado
Página enviada por Lázaro David Najarro Pujol
(6 de septiembre del 2007)