Cuba

Una identità in movimento


Los colores pueden ser palabras

Estrella Díaz


Como parte de la Séptima edición de la Jornada de la Cultura Cubana en Italia se expone hasta el próximo 15 de noviembre en el Museo Nacional Prehistórico Etnográfico "Luigi Pigorini", de Roma, la muestra "Mis orishas y los altares de santería cubana", de la pintora María Giulia Alemanno.

La muestra — coordinada con la Embajada de Cuba en Italia, el Ministerio de Cultura de ese país, la Asociación Nacional de Amistad Italia-Cuba y la Soprintendenza al Museo Pigorini, entre otras instituciones — muestra parte de la obra reciente de esa artista que ha visitado La Habana en múltiples ocasiones y quien ha confesado "sentirse profundamente admirada de la riqueza y la espiritualidad del pueblo cubano".

Gracias a las facilidades que brindan las nuevas tecnologías establecimos una suerte de "puente electrónico" y — vía correo — la destacada artista tuvo la gentileza de contestar las siguientes preguntas, especialmente para estas páginas electrónicas.


    ¿Cómo surge la idea de realizar la exposición "Mis orishas y los altares de santería cubana"?

    La idea de exponer mis orishas con los altares de santería cubana surge a partir de la iniciativa del doctor y antropólogo Carlo Nobili, quien conoce la investigación que vengo realizando desde hace un tiempo en torno al mundo de la santería.

    Él — como Elegguá — me abrió el camino y me condujo hacia ese universo fantástico que ha cambiando el curso de mi vida artística. Gracias al doctor Nobili en el enero del 2004 fui por primera vez La Habana y expuse en el Convento de San Francisco de Asís durante los días del Octavo Taller de Antropología Social y Cultural auspiciado por Museo Casa de África de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.

    El doctor Nobili es la mente y el alma de "Archivocubano", el portal italiano más importante y puntual dedicado a Cuba, y fue quien, nuevamente, me animó a preparar algo especial para la Jornada de la Cultura Cubana en Italia.

    Acepté con gran emoción y entusiasmo y considero que es una exposición llena de atmósferas intensas, fascinantes y complejas: una muestra para no olvidar porque, entre otras cosas, nos recuerda que a bordo de los barcos negreros no estaban solamente niños, hombres y mujeres sino sus tradiciones, sabiduría, música, poesía y, también, sus dioses que enseñaban y hablaban de coraje y esperanza.

    ¿Cuántas piezas incluye?, ¿Han sido concebidas, especialmente, para esta muestra?

    "Mis orishas", los doce, fueron expuestos, en enero del 2005, en la Casa Museo "Alejandro de Humboldt" de La Habana Vieja, mientras que los altares fueron concebidos fielmente — con todos los objetos rituales como soperas y agogó — por Nobili a manera de instalación.

    Quiero insistir que cuando pienso en "Mis orishas" siempre recuerdo a Elena, una señora mayor que trabaja en la Tienda del Tabaco, en Mercaderes. Esa pequeña mujer, reservada y sensible, es la dueña de mi inspiración.

    Era el enero del 2004 exponía en el Taller Experimental de Papel Artesanal, también en La Habana Vieja, una serie de retratos de mujeres cubanas frente a sus altares y mis primeras tímidas acuarelas nacidas bajo la inspiración del libro "Los Orishas en Cuba" de la antropóloga cubana Natalia Bolívar. Elena fue a visitar la exposición, miró atentamente mi obra y se marcho; al día siguiente regresó, me abrazó fuertemente y me dijo: "anoche, en sueños, he visto a tus orishas que eran grandes como seres humanos y se movían entre nosotros". De repente, aparecieron mis dioses. Sólo tenía que pintarlos.

    ¿Qué técnica ha empleado?

    El soporte mejor, creo, es la tela de saco ruda y rústica. La misma que utilizan los campesinos. Así, simplemente, nacieron mis primeros orishas que son dioses humildes. Empleo el acrílico y la tempera, sin marcos, en estandartes libres de moverse con el viento.

    Hasta el momento son doce: Elegguá, Oggún, Ochosi, Changó, Oyá Yansá, Yewá, Babalú Ayé, Ochún, Yemayá, Ochumare, Obatalá y Orula, pero tengo idea de poblar mi olimpo yorubá con nuevas presencias.

    Los que viven en mi panteón son "dioses humanos" que, como nosotros, poseen vicios y virtudes, heroísmos y debilidades. Son los antepasados custodiados por raíces lejanas que, a través de una tejedura de narraciones orales, siguen viviendo en Cuba entre sus gente. Es por eso que mis orishas tienen rostros y rasgos de hombres y mujeres que encuentro en mi querida isla cada vez que regreso a ella.

    ¿Cuba y en particular la religión afrocubana se ha convertido en tema recurrente en su quehacer pictórico más reciente?, ¿Ha abandonado sus habituales temáticas anteriores?

    Es verdad que Cuba, y en particular la religión afrocubana, se han convertido en tema recurrente en mi quehacer pictórico, pero no he abandonado mis temáticas anteriores.

    Creo en la fuerza de una pintura narrativa, donde las aguas de mis arrozales se mezclan con el océano, donde las hogueras de mis campesinos se convierten en el fuego de Changó y Yemayá se baña en nuestro mar. Me encanta tener la certeza que a través de la pintura se pueden contar historias al igual que con la palabra. Los colores pueden ser palabras.

    Hoy se habla con frecuencia de transculturación. ¿Por qué, entonces, no pensar en un arte transculturado, en una "novela pictórica" que nos una? Como escribía C.F. Ramuz a Igor Stravinsky: ‘más allá de los dos países, más allá de nosotros, existe quizás el País — perdido y después renovado, de nuevo perdido y aún renovado en un instante — donde somos hijos de un mismo Padre y de una misma Madre, donde se puede percibir, aunque sólo por un momento, el gran parentesco de los hombres… ¿No es ésta la finalidad de las palabras que se escriben, de los cuadros que se pintan, de las estatuas esculpidas en la piedra o fundidas en el bronce?

    Su obra se ha visto en varios espacios de La Habana colonial ¿existe la idea o la posibilidad de un nuevo encuentro?

    No hay día en que no sienta el deseo de regresar a La Habana. La última vez fue en enero de este año para exponer en la Casa de la Obra Pía "Yemayá y sus siete caminos" y, como siempre, fue una experiencia mágica.

    Pero, la verdadera magia de Cuba está en el calor de su pueblo, en las sonrisas de sus niños, en la gentileza de sus abuelos. Muchos vinieron a honrar a la reina del mar que yo había pintado en siete grandes lienzos y me contaron leyendas y patakkies, me describieron sus propios altares.

    Luego de clausurada la exposición mis siete grandes lienzos viajaron a varias porvincias cubanas y, después, estuvieron en uno de los recintos del Castillo del Morro, en el Instituto Nacional de Antropología de La Habana y en la galería "Concha Ferrant" de Guanabacoa.

    En ocasión de un nuevo Taller de Antropología afroamericana a efectuarse en enero del 2008, Alberto Granado Duque, director del Museo Casa de África, me ha propuesto exponerlas en el Museo de San Severino, en Matanzas. Desde allí mis Yemayás podrán mirar la imensa y honda belleza de las aguas matanceras.

    Mientras tanto, seguiré pintando. Sueño con, algún día, exponer en La Habana un gran panteón yoruba que incluya, también, a orishas menos conocidos y honrados. ¿Un sueño? ¡Quizás!, pero después de mi maravillosa aventura cubana ¿cuáles es el límite entre lo soñado y lo vivido?

      (2007/11/01)



    Habana Radio. Emisora de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana


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