Tanto en las notas al pie de las distintas piezas como en el catálogo de la exposición, Garaicoa ha resuelto claramente la diferencia radical entre Villa Marista y la DGI del MININT y las demás "joyas de la corona" trabajadas por él. Se trata de una obra rigurosa, de lectura compleja, con un altísimo nivel de elaboración conceptual y artística, que es reducida en el cable de ANSA, de manera vulgar, a un paralelo insostenible, grotesco, ofensivo, entre dos instituciones cubanas consagradas a la defensa del país, ajenas por definición a toda violación ética, y los más tenebrosos centros de tortura, crimen y represión.
Hay "disidencia", sí, en la exposición de Garaicoa, porque sostiene una mirada penetrante, crítica, no domesticada, frente al pensamiento único, frente a la globalización de la tontería, frente a un mercado del arte asociado a concesiones y a estafas. También hay "disidencia" en las muestras de los ya mencionados Fabelo y Segura y en las de René Francisco Rodríguez, José Ángel Toirac, Lázaro Saavedra y Kadir López, entre otros muchos.
La Bienal ofrece incontables ejemplos de "disidencia" anticapitalista y antihegemónica en el mensaje de los 300 artistas de 54 países que se han dado cita en la Habana. ¿Por qué ANSA no reporta sobre eso?
¿Por qué esas agencias no reportan que la capital cubana se ha convertido en una gigantesca galería? ¿Por qué no denuncian la negación del permiso para viajar a Cuba a la escultora Setsuko Ono y a dos grupos de amantes del arte de Estados Unidos? ¿Por qué no hablan de "disidentes" como la sudafricana Sue Williamson, del puertorriqueño Antonio Martorell, del canadiense Hervé Fischer y de la chilena Nelly Richard? ¿Por qué no reflejan la estremecedora obra del uruguayo Luis Camnitzer sobre los condenados a muerte en Texas? ¿Por qué no reportan la primera exposición en homenaje a Shigeo Fukuda que se realiza fuera de Japón después de la muerte de este gran artista?
Tampoco son noticia los miles de personas que acuden a los espacios del Parque Histórico Militar Morro Cabañas y del Pabellón Cuba, ni los centenares de pobladores de los municipios capitalinos de Playa — donde la Casa de Cultura exhibe una excelente muestra de arte contemporáneo — o de La Lisa, que ha sido sede de un logrado proyecto de intervención y participación en la comunidad (Se trata de LASA, experiencia de arte contextual en el espacio público, donde a partir de la investigación de los rasgos de identidad del reparto San Agustín, artistas y curadores buscan impulsar y promover la vida cultural de la localidad e involucrar activamente a sus habitantes).
Evidentemente, para los autores de estos despachos lo importante no es la realidad, sino el modo en que esta puede ser manejada para encajar en el enfoque que sus agencias privilegian sobre Cuba. La Bienal desmiente día a día este punto de vista, este dogma. Es un evento que ha convertido a la Habana en una plaza fuerte del arte universal y en especial del Tercer Mundo, tal y como lo soñó Fidel cuando en 1984 inauguró la primera edición. Contra viento y marea, frente a crisis y huracanes, hemos seguido haciendo nuestra Bienal. El periódico mexicano "La Jornada" usó para abrir su cobertura sobre el evento un titular que, lamentablemente, las agencias de la llamada "prensa libre" no pueden permitirse: "La Bienal de La Habana cumple 25 años de dictar agenda en el arte".
Fuente: La Jiribilla | 01 de Abril 2009
Página enviada por Lohania Aruca Alonso
(2 de abril de 2009)