Cuba

Una identità in movimento


Ernesto Che Guevara, arquetipo de hombre nuevo: Vigencia de su ejemplo

Yolanda Corujo Vallejo


Según el diccionario de la Lengua Española, arquetipo significa modelo, prototipo.

¿Fue el Che el modelo de hombre nuevo que proyectó en su concepción?

La imagen del hombre nuevo que concibió el Che se fundamenta en su vida personal, para él, era importantísimo educar-educándose, (hacer-haciéndose). Su existencia fue la búsqueda constante de ese ideal en sí mismo, por ello sintetizó en su vida los más altos valores del ser humano. Su ideario y su acción se corresponden fielmente, siendo considerado como modelo ejemplar de la personalidad de nuevo tipo.

    "... el Che es la personificación, es la imagen de ese hombre nuevo, es la imagen de ese ser humano si se quiere hablar de la sociedad comunista... "[1]
    (Fidel Castro Ruz, Discurso pronunciado en el Acto Central por el XX Aniversario de la caída en combate del Comandante Ernesto Che Guevara).

El Che constituyó un ejemplo excepcional con su conducta diaria, por su modestia, en el comportamiento social, austeridad, no solo él, sino para todos los que le rodeaban, incluyendo su familia; trabajador infatigable, promotor del trabajo voluntario en nuestro país como expresión viva de la nueva moral en formación. En Cien horas con Fidel, al hablar del Che, plantea:

    "!Qué trabajo hizo! ¡Excelente! ¡Qué disciplina, qué vocación, qué estudioso, qué abnegado, qué ejemplar, qué austero! A cualquier tarea que le dabas se entregaba por entero... "[2]

Valoró ampliamente el papel del ejemplo como mecanismo de compulsión moral. Entendía que a través de los buenos ejemplos se trabajaba sobre la conciencia del individuo:

    "... sobre todo si los que predicaban lo hacen con su ejemplo personal por delante".[3]

Es decir, según el criterio del Che, concretar la ejemplaridad requería ser los mejores en la actividad que realizara, mantener una conducta ante la vida digna de ser imitada por los demás, donde juega un importante papel la autoeducación de la personalidad, de ahí su actuar con una integridad absoluta. El Comandante Fidel Castro valora la utilidad del paradigma guevariano para la formación de las nuevas generaciones, al sintetizar los valores presentes en la personalidad del Che, que lo convierten en arquetipo de hombre nuevo.

    "Si hace falta un paradigma, si hace falta un modelo, si hace falta un ejemplo a imitar para llegar a estos tan elevados objetivos, son imprescindibles hombres como el Che, hombres y mujeres que lo imiten, que sean como él, que actúen como él y se comporten como él en el cumplimiento del deber, en cada cosa, en cada detalle, en cada actividad; en su espíritu de trabajo, en su hábito de enseñar y educar con el ejemplo; en el espíritu de ser el primero en todo, el primer voluntario para las tareas más difíciles, las más duras, las más abnegadas, el individuo que se entrega en cuerpo y alma a una causa, el individuo que se entrega en cuerpo y alma a los demás, el individuo verdaderamente solidario,... que no abandona jamás a un compañero,... austero,... sin una sola mancha, sin una sola contradicción entre lo que hace y lo que dice, entre lo que practica y lo que proclama : el hombre de acción y de pensamiento que simboliza el Che".[4]

La vida del Che fue un encadenamiento de circunstancias y actos que le permitieron ser ejemplo, siempre consecuente con la ideología que asumió, es él, el modelo de hombre nuevo, el hombre nuevo que necesita la sociedad en su marcha hacia el comunismo, quiere decir, el hombre nuevo que debe alcanzarse en el período de tránsito.

    "El Comandante Guevara, al asumir los valores espirituales de nuestra América y elevarlos con su talento, heroicidad y decisión al plano más alto, se convirtió en uno de los símbolos éticos más elevados de la historia de las civilizaciones".[5]
    (Armando Hart Dávalos, El Che: una cultura de la liberación)

El Che se convierte a sí mismo en el hombre que proyectó formar por sus cualidades excepcionales que se correspondían plenamente a sus ideas; es por ello que representa un paradigma en la búsqueda de una vida mejor para la humanidad.

Al hombre por su esencia misma, le son consustánciales la vocación por autohacerse constantemente y la aspiración a realizarse en otra persona. El hombre al nacer, sólo es un ser social en potencia, entre otras cosas, el nace puro, aséptico, sin los valores que sólo percibirá y asimilará en correspondencia con las condiciones materiales y espirituales de su existencia.

Sin embargo, la vocación y la voluntad de autohacerse, tienen, en cada individuo, diferentes grados cualitativos y cuantitativos de existir y manifestarse, de ahí que el proceso de perfectibilidad individual sea tan diverso y contradictorio, por otro lado la alteridad que se da internamente en cada ser humano, con frecuencia no logra alcanzar los canales y estímulos necesarios, para realizarse a través de otra persona o símbolo, que puedan contribuir a su perfectibilidad humana.

Si todo esto es así, entonces la sociedad socialista, como proyecto social consciente, tendrá que crear y re-crear los múltiples factores sociales que favorezcan la constante re-germinación del ser humano en su marcha hacia la perfectibilidad.

Los paradigmas humanos, entendidos como modelos, como ejemplos, siempre han tenido una función social movilizadora. Es cierto que el hombre no puede vivir solo de paradigmas y mucho menos dejarse esclerotizar por ellos, pero sin paradigmas es prácticamente imposible el progreso humano.

La utilidad de un paradigma se comprueba en la práctica social de los hombres, en el ejercicio diario y sistemático de su existencia, en la medida en que ayuda al hombre a ser el otro sin perder la mismidad, en la medida en que se acerca más a lo que puede ser que a lo que es.

Recuérdese lo que señala Cintio Vitier refiriéndose precisamente al paradigma martiano:

    "... es él — escribió Vitier — quien puede humanizarnos, hacernos más hombres, criaturas más humanas (...) y es él también quien puede ayudarnos a sobrepasar nuestra naturaleza hasta llegar a esa linde en la que el hombre, sin dejar de serlo, siéndolo más que nunca, puede re-crearse, re-nacer como hijo de sí mismo, como hijo del hombre, capaz de vivir y morir por los hombres".[6]

Esta profunda reflexión es aplicable también a la figura del Che, al paradigma que representa, el que también puede y tiene que desempeñar, si se le encausa correctamente, una función humanizadora.

La esencia del ser humano se acerca más a lo que puede ser, que a lo que es: por eso, de igual modo que el hombre tiende a autohacerse en el otro yo, también ha de luchar conscientemente por realizarse en el otro quien no forma parte de su mismidad, sino que sólo se convierte en ella a través de un complejo proceso de aprehensión de las cualidades del símbolo. Sentir amor, admiración y respeto hacia alguien o algo (un héroe, mártir, personalidad histórica, la patria, la amistad, etc.), intentar ser uno, tratando de ser otro, es el camino que nos conduce a la autenticidad. Esa necesidad de transformarse, de mejorarse, tiene como fin ser autenticamente uno mismo, es decir, realizarse no sólo como hombre genérico, sino como hombre-individuo.

Sabemos que el hombre por su esencia es un ser social y esto le es dado por el conjunto de relaciones materiales y espirituales que definen su existencia como hombre, de ahí que la tendencia y alcance de su mejoramiento humano se expresen en diversos niveles o grados para cada hombre individual y esto tiene que ver con el esfuerzo, la vocación y la voluntad por la propia superación, y de otro lado, por un conjunto de factores materiales y socioculturales afines al nivel y carácter de la sociedad.

El proyecto social cubano, es un proyecto de realización consciente en el que mucho tienen que ver la voluntad y vocación colectiva de sus arquitectos y ejecutores directos. Se necesita potenciar útilmente, entre otras cosas, aquellos paradigmas que favorezcan y viabilicen el crecimiento espiritual del hombre cubano contemporáneo, porque los paradigmas tienen una función revolucionaria y de reecreación y marcha, cuando son inspiradores de movimiento y cambio, de fuerza y sabia, creadores y creativos.

Ese paradigma que necesitamos hoy, es el Che, no el mistificado, sino el hombre real, donde se integran tanto las cualidades que se requieren para enfrentar el desarrollo de la sociedad cubana actual, como las virtudes revolucionarias que dicha obra requiere.

De aquí, que sea necesario volver una y otra vez al estudio de la obra teórica que nos legó una valiosa herencia conceptual con relación a la formación de las nuevas generaciones, a través de su proyecto de formación del hombre nuevo.

A raíz de la caída del Che en Bolivia se publicaron gran cantidad de libros y artículos, sobre su pensamiento, su obra y su personalidad. Algunos autores mostraron enfoques inexactos, unilaterales y tergiversaciones de su vida y obra. Otros hicieron de ella apologías y mistificaciones. Y en el peor de los casos se invocó el nombre del Che, para cometer una serie de irregularidades en el plano económico, dejándose a un lado las experiencias positivas de la primera década de la revolución.

En esta etapa, no hubo un estudio serio del pensamiento del Che, pudiéndose afirmar que su legado teórico fue abandonado en gran medida.

Estos años estuvieron matizados por diversos momentos: en unos primó la subjetividad con errores de voluntarismo y sectarismo y en otros se consideró que los factores materiales eran determinantes por sí solos. Los errores, deficiencias e insuficiencias cometidos en la construcción del socialismo, tuvieron significado negativo en el orden material y por tanto sus efectos se hicieron sentir con gran perjuicio en la formación del hombre; conllevando a un retroceso en los valores morales, representando una negación de las ideas del Che.

En el IV Congreso de PCC celebrado en 1986, se plantea le necesidad de acometer un proceso de rectificación de errores, lo que implicó un reordenamiento de la economía y un fortalecimiento de la labor político-ideológica con las masas.

En este contexto, y en el Discurso del 8 de octubre de 1987, en XX Aniversario de la caída de Ernesto Che Guevara, Fidel hace un llamado a recuperar su obra teórica. Como respuesta a ese llamado y como resultado de investigaciones realizadas, comienzan a publicarse varios libros que contribuyeron al conocimiento de los aspectos de su pensamiento económico, político-ideológico, ético, desentrañándose la vigencia que conserva su obra para la construcción del socialismo.

Los cambios que enfrentó la sociedad cubana en la década del 90, necesarios para el desarrollo del país, no significaron una renuncia al proyecto social de la Revolución cubana, al contrario, se ha fortalecido la proyección de crear una sociedad más justa, a partir de la idea de formar el pueblo más culto del mundo, que pueda entender e intervenir en su transformación concientemente sin comprometer el futuro de la humanidad, para lo cual se han creado varios programas de la Batalla de Ideas,[7] por tanto, debemos continuar formando a las actuales y nuevas generaciones bajo esos principios, lo que implica rediseñar el trabajo de los diversos factores que intervienen en dicho proceso.

La batalla de ideas está llamada a desarrollar y profundizar la conciencia de todos en la sociedad, también el Che en los años 60 veía la necesidad de desarrollar las fuerzas productivas y revelar todas las fuerzas creadoras del individuo, para que por medio del avance de la conciencia se pueda alcanzar la plena liberación del hombre, a tal punto que la conciencia se convierte en el motor impulsor del desarrollo de la sociedad.

Si nos preguntáramos ¿ha existido o existe en la actualidad el hombre nuevo del Che?, que diríamos, respondemos que si, las cubanas y cubanos a lo largo de estos años de revolución han dado muestras de que hemos ido escalando hacia ese hombre nuevo. Lo demostraron los combatientes de Playa Girón, los combatientes que fueron a defender la soberanía de otros pueblos sin nada a cambio, solo el orgullo de haber ayudado a otros, los miles que hoy salen a cumplir con la solidaridad en diversos campos y regresan orgullosos de cumplir con un deber, lo ha demostrado este pueblo que se ha enfrentado a todo tipo de adversidades sin renunciar a su independencia y a su socialismo, y lo demuestran los universitarios con su apoyo a los programas de la revolución, los trabajadores sociales, de quienes Fidel al mencionar su labor en la actual revolución energética, en Cien horas con Fidel, ha dicho:

    "... los trabajadores sociales . Ya están realizando numerosas tareas. Yo jamás en mi vida había visto tanto entusiasmo, tanta seriedad, tanta dignidad, tanto orgullo, tanta conciencia del bien que le van a hacer al país".[8]

El pensamiento teórico del Che y su actividad práctica de construcción de la nueva sociedad, unido a su ejemplo personal, pueden constituir una gran fuerza moral e intelectual para profundizar la construcción del socialismo en nuestro país, y hacer real la justicia para todos en la lucha por alcanzar un mundo mejor.



    Notas de referencias

    1. Fidel Castro Ruz, Discurso pronunciado en el Acto Central por el XX Aniversario de la caída en combate del Comandante Ernesto Che Guevara. 8-10-87, Editora ENPES, La Habana, 1987, p. 12.

    2. Cien horas con Fidel. Conversaciones con Ignacio Ramonet. Oficina de publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2006, p. 281.

    3. E. Che Guevara, Tareas industriales de la revolución. Escritos y Discursos, Editora citada, T.6, p. 114.

    4. "Si hace falta un paradigma, si hace falta un modelo, si hace falta un ejemplo a imitar para llegar a estos tan elevados objetivos, son imprescindibles hombres como el Che, hombres y mujeres que lo imiten, que sean como él, que actúen como él y se comporten como él en el cumplimiento del deber, en cada cosa, en cada detalle, en cada actividad; en su espíritu de trabajo, en su hábito de enseñar y educar con el ejemplo; en el espíritu de ser el primero en todo, el primer voluntario para las tareas más difíciles, las más duras, las más abnegadas, el individuo que se entrega en cuerpo y alma a una causa, el individuo que se entrega en cuerpo y alma a los demás, el individuo verdaderamente solidario,... que no abandona jamás a un compañero,... austero,... sin una sola mancha, sin una sola contradicción entre lo que hace y lo que dice, entre lo que practica y lo que proclama : el hombre de acción y de pensamiento que simboliza el Che" (Discurso de Fidel, citado, p. 12).

    5. Armando Hart Dávalos, "El Che: una cultura de la liberación", en Revista Casa de las América. Enero-Marzo 97, No 206, p. 9.

    6. Anuario del Centro de Estudios Martianos, No 16/1993, p. 18-19.

    7. PROGRAMAS de la Batallas de Ideas.

    8. Cien horas con Fidel, citado, p. 670.



    Dra. Yolanda Corujo Vallejo
    Profesora Titular. Universidad de Oriente





Página enviada por Froilán González y Adys M. Cupull Reyes
(28 de noviembre de 2006)


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