Cuba

Una identità in movimento


Discurso por el otorgamiento del título de doctor honoris causa a Roberto Segre

Eliana Cárdenas


En las universidades apenas salidas de las férreas ataduras del medioevo, al darle cabida a un nuevo doctor, invocando a la sabia Minerva, se repetía a viva voz: ¡Salve, salve, salve!

En esta fecha el claustro de doctores de la Facultad de Arquitectura y del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría recibe en su seno a Roberto Segre Prando, doctor en Ciencias del Arte por la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana y en Planeamiento Urbano por el Instituto de Planeamiento Urbano y Regional de la Universidad Federal de Río de Janeiro.

Roberto Segre — italiano de nacimiento y nacionalizado en Argentina —, viene a Cuba en 1963, entre las filas de un grupo de arquitectos latinoamericanos y de otros países, que responden, solidariamente, al llamado de la Revolución ante el torrente de profesionales que habían abandonado el país y así brindar sus esfuerzos a la nueva sociedad que comenzaba a construirse.

De inmediato, en calidad de profesor de Historia de la Arquitectura se incorpora a la escuela correspondiente de la Universidad de La Habana y desde 1965 emprende una labor divulgativa al coordinar el Boletín de la Escuela de la Arquitectura, donde propaga algunos trabajos en los que define su posición frente a la ciudad y la arquitectura, concebidas en tanto procesos condicionados por la sociedad, contribuyendo a modificar los enfoques en la enseñanza de la historia de la arquitectura y a superar la tradicional posición factual y descriptiva. Esa concepción se mantiene en los libros de texto que empieza a redactar y en los números de la revista Arquitectura-Cuba publicados durante el período que la dirige junto a Fernando Salinas de 1971 a 1979.

Si diversas circunstancias lo llevan de Italia a Argentina, a Cuba, a Brasil..., es a nuestro país al que le cabe el orgullo de ver crecer a Segre para convertirse en el historiador y crítico de arquitectura que es hoy, reconocido como uno de los más notables de América Latina y de vasta repercusión internacional. Es en las condiciones de Cuba, unidas a su disciplina de trabajo, y con el incentivo de la actividad docente, cuando incursiona en nuevos temas, para abarcar cada vez una mayor diversidad de campos de investigación, temporal y geográficamente, y profundizar o aportar nuevos puntos de vista acerca de cuestiones ya tratadas.

La publicación en la década de los sesenta de dos artículos antológicos, denotan los inicios de esa relevante actividad historiográfica y divulgativa. "La arquitectura de la Revolución Cubana", es uno de los primeros textos en difundir internacionalmente la obra del joven Estado revolucionario; "Significación de Cuba en la cultura arquitectónica contemporánea", inserta la arquitectura cubana en el ámbito mundial. Argumentos de desarrollo hasta el presente, aparecen sustanciados en diversos títulos cuya consulta es imprescindible. Diez años de arquitectura en Cuba revolucionaria en 1970 y más tarde Arquitectura y Urbanismo de la Revolución Cubana, entre otros publicados en Cuba y en el extranjero, lo convierten en el principal autor que ha escrito sobre la arquitectura de esta etapa.

La elaboración del contenido de los números especiales 340-341/342 de la revista Arquitectura-Cuba, donde Segre brinda una visión integral de las circunstancias, los procesos y los resultados urbano-arquitectónicos que caracterizaron la evolución de la capital cubana, es punto de partida para ampliar los estudios acerca de La Habana y asimismo de la arquitectura y la ciudad en el transcurso de la Républica.

El primer tema reaparece en no pocos artículos y en libro Havana — con la participación de Coyula y Scarpacci —, mientras que el segundo está presente en "Contenido de clase en la arquitectura cubana de los años cincuenta" — publicado en 1975 —; aquí considera las motivaciones político-sociales y su influencia en el pensamiento y práctica arquitectónicos de ese período.

Además, en La vivienda en Cuba: República y Revolución, relaciona los rasgos del hábitat de 1900 a 1958 con el producido después y examina los cambios que trajo el nuevo siglo en la tipología habitacional, y los nexos existentes entre los modelos implantados con las sucesivas influencias externas y las motivaciones, intereses y posibilidades de las clases sociales en el país.

De su interés sobre la asimilación de la modernidad en Cuba y sus antecedentes, se derivan varios trabajos que lo identifican dentro de la historiografía revolucionaria, como precursor en el análisis del eclecticismo, del Art Decó, de los años cincuenta; por igual sucede con el argumento de las continuidades y rupturas en la evolución arquitectónica cubana durante el siglo XX. No obstante la innegable preferencia de Segre por la arquitectura más reciente, no queda fuera de sus miras la preservación del patrimonio edificado, según se aprecia en muchas de las tareas docentes que fomenta y también porque en la temprana fecha de 1968 escribe un artículo sobre la preservación patrimonial en el contexto contemporáneo, que por su carácter valorativo sienta precedente entre los difundidos en la Revolución.

Una de las primeras obras editadas en La Habana es "Significación de Cuba en la evolución tipológica de las fortificaciones coloniales en América", y basándose en el estudio de la realidad cubana, se incrementan los lazos de Segre con el contexto latinoamericano, y en torno a su situación urbana y arquitectónica, extiende las investigaciones en coincidencia con su responsabilidad de coordinador y relator del libro América Latina en su arquitectura, promovido por la UNESCO.

De su producción ya cotidiana llega luego Las estructuras ambientales en América Latina; y posteriormente, junto al mexicano López Rangel: Ambiente y sociedad en América Latina contemporánea, que es seguido por los más recientes publicados en Cuba: América Latina, fin de milenio y Arquitectura antillana del siglo XX. A estos se suman Habitat Latino Americano. Fogo e sombra, opulência e precariedade, y Tres décadas de reflexiones sobre el hábitat latinoamericano, además de otros dedicados a la arquitectura en Brasil.

Todos ellos muestran el proceso de profundización en la problemática al sur del Río Grande — y como algo inédito, la visión integral del universo antillano — con una óptica apropiada, sin desconocer los valores de las diferentes influencias a lo largo de nuestra historia, que abarca de la etapa fundacional a las raíces de la arquitectura moderna latinoamericana, desde el siglo XIX hasta la problemática actual; y ello constituye uno de los aportes más significativos de Segre a la historiografía de la región.

El enfoque novedoso sobre la arquitectura y la ciudad contemporáneas en el mundo desarrollado, presentado en artículos de los sesenta y setenta, se va consolidando hasta su total maduración en Arquitectura y urbanismo modernos. Capitalismo y socialismo, publicado en Cuba y en España; texto único en su tipo, pues la historiografía occidental pocas veces ha incluido en un mismo título ambos sistemas políticos y mucho menos con una perspectiva adecuada.

De forma típica se distinguen en Segre los referentes sociológicos al abordar los procesos históricos de conformación de la arquitectura, la ciudad y el territorio, o sea, la evaluación concatenada de los factores externos e internos condicionadores, cuyo fin es explicar los resultados de la práctica teórica, proyectual y constructiva, no como hechos aislados, sino insertados en sus respectivos contextos espacio-temporales. Al mismo tiempo, esa integración lo conduce a una percepción holística de las diferentes escalas de diseño, en connivencia con Fernando Salinas tras la búsqueda de una calidad ambiental en términos estéticos y funcionales. Tal orientación constituye el fundamento de su producción ensayística y también de su labor docente.

Su desempeño durante más de seis lustros como formador de varias generaciones de profesionales, en sus clases en Arquitectura e Historia del Arte, ha sido sin dudas sobresaliente. Con sus dotes de orador y dominio del auditorio, y su particular sentido del humor, se ha caracterizado por estimular constantemente una visión crítica en los asistentes y ha contribuido a modelar la formación de docentes que imparten las asignaturas de historia.

No puede dejar de mencionarse el hecho destacado de que Roberto se incorpora a trabajar a modo de un cubano más, participando en trabajos voluntarios y guardias obreras, en los debates sobre los planes de estudios y la calidad arquitectónica en el país. Fuera de las aulas ofrece conferencias y organiza encuentros, despliega de este modo una intensa promoción cultural.

Entre innumerables reconocimientos, por su fructífera y sostenida actividad, ha sido condecorado por el Consejo de Estado, por el Ministerio de Educación Superior y por el Ministerio de Cultura. Sus ensayos y otros trabajos han obtenido premios en Cuba y en distintos países. Aún hoy continúa mereciendo galardones.

Algunos recordarán a un rioplatense — ya no italiano —, "Argentino hasta la muerte" — al decir del poeta César Fernández —, que vino a Cuba cuando no había cumplido los treinta y que, más de cuarenta años después, permanece fielmente vinculado a nuestro país y rindiéndole honores al mantener su condición de profesor de la Facultad de Arquitectura de la Ciudad Universitaria José Antonio Echeverría. Es, por todo lo anteriormente citado, acreedor de esta distinción que ahora se le otorga.

Y en esta Aula Magna, recinto histórico y escenario de investiduras celebres, estimado Roberto Segre, te damos la bienvenida a nuestro claustro de doctores.


    Eliana Cárdenas
    La Habana, 18 de julio 2007





    Página enviada por Roberto Segre
    (6 de agosto del 2007)


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