Cuba

Una identità in movimento


Fundamentación epistemológica de la ciudad en la literatura

Eliécer Fernández Diéguez


Ensayo preparado desde mi Tesis de Maestria en Cultura Latinoamericana: "Tratamiento del espacio Puerto Principe en tres novelas del siglo XIX"


Definiciones operacionales sobre espacios en la literatura: las particularidades de la arquitectura, el urbanismo y la ciudad como categorías simbólicas en la literatura

El investigador realizó un análisis de las diversas definiciones atribuidas a los términos espacio, espacio arquitectónico, espacio urbano y espacio citadino (espacio–ciudad); aparecidas en diversos textos, donde se puede apreciar que todos coinciden en que: Espacio: es una palabra de origen latino (spatiu) que: contiene los objetos sensibles que coexisten en él; indica capacidad de terreno, sitio o lugar; contiene el transcurso del tiempo, la tardanza o lentitud, el recreo o la diversión; es ámbito, distancia, trecho, claro en calidad sinonímica; en casos anatómicos indican cavidad o región; en filosofía es una de las formas de existencia de la materia que fue objeto de consideración desde los filósofos griegos, pero involucrado en las cuestiones del ser y la materia; con la modernidad es uno de los elementos constituyentes de casi todos los sistemas explicativos de la realidad física o material, así para Descartes es punto esencial de coincidencia con la materia porque la esencia de los cuerpos es extensión, para Kant es una forma pura de sensibilidad y no un concepto empírico, Höffding distingue el espacio psicológico y sensitivo del absoluto o matemático, Mach lo distingue como geométrico y fisiológico (cada sentido tiene un espacio: alto y bajo, de derecha a izquierda, más extenso horizontal que vertical, que requiere una análisis ontológico desde el punto de vista filosófico, donde el espacio es un objeto del mundo); en física y geometría es extensión, lugar o dominio en que se encuentran localizados o situados todos los cuerpos o distribuida la energía, parte de esa extensión, dimensiones, volumen, área o longitud que ocupa un cuerpo, desde el punto de vista vulgar designa un intervalo de tiempo, o la lentitud con que se desarrolla un fenómeno, los cuerpo poseen como cualidad esencial la extensión y esto determina la forma, dimensiones y volúmenes limitado por superficies y líneas.[1]

Existen muchos espacios clasificados o nombrados como los de: impresión, musical que separa líneas y pentagramas; arguesiano o de puntos dados por coordenadas homogéneas, el cartesiano, el de Douglas o de excavación rectouterina, el epidural o de la medula espinal, el geométrico o de las tres dimensiones euclidianas, o las generalizaciones de Riemann, o la teoría de la relatividad, el de Havers para la interioridad de las médulas óseas, el interpieureal o de mediastino, el muerto para casos de trayectorias de tiro, el retroperitoneal que es el comprendido entre el peritoneo y la columna vertebral y los músculos lumbres, el de Traube o parte inferior del tórax, el vital que en economía y política indican extensión geográfica de los pueblos.

El espacio arquitectónico analizado como espacio simbólico imaginario puede partir, y es como lo hace el investigador de la definición del concepto La arquitectura: como el arte de proyectar los espacios en los cuales el hombre realiza sus funciones; hecho de manera consciente y con el empleo de las herramientas, métodos y técnicas para ello, pero carecen en sentido general de una aproximación antropológica del término, es decir de sus vínculos más allá de la simple conformación del espacio físico, a pesar de que reconocen su necesario nexo económico y artístico; que aparecen en las novelas como espacios hechos, espacios en construcción o espacios en proyecto inventados para una trama concreta.[2]

El espacio urbano, a analizar dentro de la novela es un espacio imaginario y simbólico como se ha venido precisando por el investigador, el que tiene en cuenta definiciones de las ciencias sobre el arte de proyectar los espacios donde el hombre vive y crea, partiendo de la definición de que urbanismo: es conjunto de conocimientos que se refieren al estudio de la creación, desarrollo, reforma y progreso de los poblados en orden de las necesidades materiales de la vida humana, arte de construir la ciudad con sus tres puntos fundamentales: embellecer, sanear y ensanchar,[3] o conocimientos relativos a la planificación, desarrollo, reforma y ampliación, organización u ordenación de los edificios y espacios de las ciudades; así como la concentración y distribución de la población en ciudades; que al ser estudiado en su tratamiento específico en las novelas sólo contiene lo relacionado con una parte del desarrollo, reforma y progreso urbano; el ordenamiento simbólico desde el autor de algunos edificios y espacios que son de la ciudad textual que se presenta en la novela y, sobre todas las cosas, dónde están presentes y distribuidos los personajes de esa obra.

El espacio urbano imaginario ha tenido, en síntesis, las siguientes maneras de ser vistos: lo urbano tiene que ver con el uso e interiorización de los espacios y sus vivencias.[4] La ciudad: es población comúnmente grande, que en lo antiguo gozaba de mayores preeminencias que las villas, con significado a la vez político y jurídico (ciudad estado y ciudadanos); conjunto de calles y edificios que la componen presentes en las obras de ficción con similares aplicaciones.[5]


Enfoques sobre ciudad, urbanismo y arquitectura en la literatura

Para completar las definiciones operacionales en la dirección y sentido de esta investigación: el espacio que más interesa para su desarrollo por el contenido específico de las misma: el espacio imaginario se puede presentar como locación o mundo irreal fingido por la fantasías para algunos,[6] lugar para enfrentamiento del hombre con el caos abigarrado, pleno, confuso y extraño de la naturaliza, tal como se presenta a sus ojos,[7] distancia o lugar establecido por el hombre, emplazamiento;[8] locus donde se coloca una cosa,[9] punto de vista que crea horizontes,[10] límite y frontera,[11] lugar que existe y que podemos volver a crear desde nuestra imaginación,[12] lugar de caos de donde el artista extrae una visión sensible e inteligible[13] con sus propios medios y reglas,[14] lugar delimitado y embellecido por el escritor para representar como naturaleza a la que domestica para transformar en paisaje o topos amable de su contorno,[15] lugar estéril cunado en el no habita el hombre,[16] paisaje inventado por los escritores,[17] mundo amenazador,[18] lugar de hermosos atavíos y permanencia de la virginidad al que no se ha interrogado que espera por el genio de sus hijos,[19] paisaje de llano y selva que no pasará de moda para los escritores latinoamericanos porque están dentro de su panorama intelectual,[20] geografía primordial,[21] material de tierra y alma presentes en el alma que crea,[22] sistema de lugares propuesto por el escritor,[23] lugar que cobra existencia real después de ser nombrado por los escritores[24] y que no está referido a si mismo sino a otra cosa que es una metafísica, una religión, una ideas del hombre y el cosmos,[25] lugar que se filtra y distorsiona a través de mecanismos que transforman toda percepción exterior en experiencia psíquica y hacen de todo topos, un espacio experimental,[26] espacio mental,[27] espacio captado por la imaginación que concentra ser en los límites que protege,[28] el que al experimentarse en tanto que espacio vivido, se convierte en sistema de referencias de la crítica artística y literaria y de la reflexión filosófica,[29] lugar común de los sueños de los poetas,[30] "sitio otro" dentro de la novela[31] o construcción de un espacio auto–justificado y cerrado[32] que es también topos de figuración simbólica, paralelos y engañosos, multiplicados al infinito para desorientar, siendo, por ello espacio paradojal por excelencia,[33] verdadero campo de nociones que se traduce a técnicas y códigos del lenguaje de la perspectiva pictórica y escultórica, en planos y montajes cinematográficos y hasta espacios virtuales de la informática,[34] lugar de horror al vacío[35] propio de la plástica y la literatura, invento que acepta el lector por su realidad propia,[36] medio indeterminable donde erran los logares[37] y, por último utopía buscada por los escritores;[38] así la arquitectura es como un "un sistema que existe y evoluciona objetivamente" y donde "cada elemento cumple una función determinada" dentro de la obra, por lo que a los efectos de la presente investigación, la arquitectura se examina a partir de la premisa de su presencia y aprehensión en las novelas principeñas, sin desdeñar la parte ficcional de las mismas, por cuanto los autores juegan un papel esencial a la hora de crear y recrear espacios para el desempeño social dentro de sus obras, por lo cual se permite reconstruir estos espacios verídicos en su dimensión epocal y en aquellos, productos de la ficción, en cuanto a su adaptación vivencial son en la literatura de ficción ese espacio — alegoría donde se presentan realidades externas e interno — positivas de cada autor para llegar a los lectores como excites y estremecimientos; y por último, la ciudad como espacio imaginario:[39] es un contexto del lenguaje, de evocaciones y de sueños, de imágenes y variadas escrituras, desde luego, es un escenario para lo literario;[40] ciudad que, al igual que la novela, es un cruce de miradas, de discursos y de diferentes lenguajes,[41] al reconstruir los imaginarios de la ciudad desde las novelas, se percibe como una obra en marcha,[42] la que se separa de los procesos propuestos por los sociólogos al conformar espacios donde la diferenciación de funciones, la separación de clases sociales y la segregación cultural, son características para su análisis.[43] Una ciudad desde el punto de vista de la construcción imaginaria, de lo que representa, debe responder, al menos, por unas condiciones físicas naturales y físicas construidas; por unos usos sociales; por unas modalidades de expresión; por un modelo de morada ideal; por un tipo especial de hombre, por una mentalidad general que le es propia,[44] en este sentido, para Silva, la ciudad aparece como una densa red simbólica en permanente construcción y expansión,[45] lo que hace diferente una ciudad de otra no es tanto su forma arquitectónica, son los símbolos que sobre ella construyen sus moradores,[46] pero si el símbolo cambia, como cambian las fantasías de una colectividad, lo cual nos lleva a pensar que la novela que se desarrolle sobre lo urbano tiene que ser dinámica y abierta, por representar o anticiparse a representar el imaginario de un escenario cambiante,[47] algunos términos que permitan dar el salto de la ciudad vista a la ciudad imaginada son: territorios urbanos; límites, bordes y espacios urbanos; mapas y croquis; miradas ciudadanas; fantasmagoría urbana y los círculos de Euler; adentro y afuera: espacio posmoderno; público y privado: interiores de la calle; antes y después: orden visual y narrativo; ver y/o ser visto: cortocircuito de miradas; centro-periferia, circuito-frontera y los rizomas urbanos;[48] por último, se ve la ciudad con mezclas ya que dentro del tejido metropolitano, conjuntos de "aldeas" y culturas diversas.[49]

Tanto el espacio urbano como el espacio citadino al generado novelas calificadas así por eso una novela urbana entonces es un croquis de lo urbano, es la representación de la ciudad y sus habitantes, es decir, es el imaginario construido por operaciones lingüísticas que condensan las visuales, las olfativas, las táctiles y las imaginarias propiamente dichas;[50] por esa razón se había afirmado que la ciudad y la novela se asemejan por ser estas el cruce de discursos distintos; donde la ciudad, siguiendo a Silva, es también una vitrina, por ser ésta última una confluencia de miradas. La vitrina es el lugar donde el cliente se reconoce[51] la vitrina y la ciudad son un cruce de miradas: los que ven sin ser vistos, los que son vistos, los que se muestran o simplemente los que ven, o se imaginan que se ven.

El espacio citadino, con su correspondientes espacios urbanos y arquitectónicos, - definidos operacionalmente para esta investigación en las dos dirección de la historia real y de la ficticia -, es hoy día una de las problemáticas más recurrentes para los investigadores tanto de Cuba como de otros lugares del planeta, sobre todo en lo referente a espacio imaginario dentro de la obra literaria. Sin embargo, aun se observan en su tratamiento aspectos que requieren de otros puntos de vista y análisis minucioso y específico como se pretende aquí. En la literatura especializada que se pudo consultar, se aprecian cuatro tendencias para el abordaje de este asunto: una se destina a ver la reconstrucción del espacio local y nacional,[52] espacio que se derivan en las obras narrativas: las fábulas, el mundo espiritual de cada personaje, la construcción del tiempo, la situación comunicativa de la obra y la ideología tanto política como estética, el espacio de Janusz Slawinski con la presentación de siete perspectivas investigativas y sus tres planos de unidades morfológicas a observar en una obra con tres procesos simultáneos de montaje; otra donde el espacio de la ciudad, arquitectura y urbanismo hay que verlo como lugar de viajes y residencias [ínsula de tierra firme mundo antiguo y mundo nuevo, como sueños de artistas (arquitectos y literatos) que se interrelacionan, viajes de significación /fuga y camino al cielo], ciudad como lugar desde donde se huye buscando la naturaleza (infierno verde o jardín del Edén), espacio mítico o de utopía degrada: geopoética de la ciudad en la narrativa (cuatro esquinas de universo en la ciudad prehispánica, naturaleza enlazada desde el empedrado ciudadano, megalópolis apocalípticas, reconstrucción y descentramiento, extensión e intensidad del espacio vivido, espacio rezumante de temporalidad y como trama infatigable de imaginación y memoria) más Direcciones del cronotopo en Los parientes de Ester, de Luís Fayad; la tercera como ciudad narrada donde se ubican: Novela urbana y novela regional; Las Claves del Urbanismo. Cómo identificarlo; Estética y arquitectura en Cánovas del Castillo; y los cuatro trabajos de Carlos C. Torres G.: Una aproximación al carácter de la novela urbana, Novelar la ciudad (otra forma de habitarla); La ciudad narrada. Barcelona en las novelas urbanas de Eduardo Pacheco Pacheco y La novela urbana en Latinoamérica durante los años de 1945 a 1959 y por último la experiencia personal y científica del arquitecto de República Dominicana Omar Rancier, que en su obra La arquitectura y la ciudad en la literatura defiende que la arquitectura, como ciudad, edificio o espacio público, constituye el escenario de la vida, por lo que, lógicamente, esta condición se extiende a la obra Literaria.

Si en la parte introductoria de esta investigación sólo habíamos encontrado cuatro autores: Yolanda Word, Roberto Segre, Amarilis Echemendía y Adela García Yero, hoy tenemos una situación más beneficiosa al respecto lo que nos permite hacer más preciso el aspecto epistemológico del tema con obras sobre arquitectura y ciudad en la literatura. (Anexo 1, todas las tablas)

Toda esta diversidad de enfoques investigativos con respecto al espacio citadino en la literatura puede dificultar, si se ve por separado, la comprensión del tema, pues aparentemente no existe un consenso, ni siquiera, acerca de qué tipo de fenómeno se está presentando. A la vez, todas esas perspectivas de investigación evidencian el asumir diversas posiciones que en más de una ocasión, más que aproximarse al objeto, trasmiten imágenes distantes de esa realidad; que por supuesto obliga a emitir comentarios diversos de investigadores y ensayistas.

Las aseveraciones presentadas, confirman lo que se expone acerca de la necesidad de profundizar aún más en la teoría y sistematización de esta problemática investigativa.

Del espacio se derivan en las obras narrativas: las fábulas, el mundo espiritual de cada personaje, la construcción del tiempo, la situación comunicativa de la obra y la ideología tanto política como estética. Ese mismo espacio que para Michael Butor[53] es dépayese y construcción de espacio auto - justificado y cerrado, y Aldo Rossi[54] en sentido positivo es una creación inseparable de la vida y de la sociedad en la cual se manifiesta; es en gran parte un hecho colectivo cuyos principios en cuanto fundamentos, no tienen historia, son fijos e inmutables, aunque las diferentes soluciones concretas sean diversas, y diversas las respuestas que los arquitectos dan a cuestiones concretas. Por esa razón Janusz Slawinski[55] propone una distinción esquemática en cuanto al dominio de intereses, como distinción de las perspectivas investigativas que entran en juego con relación al espacio:

  1. El espacio es concebido como un fenómeno explicable en el orden de la morfología de la obra literaria, como uno de los principios de organización de su plano temático — composicional de la realidad que se presenta en la obra, que se forma al igual que todos los ordenamientos de esta especie, al igual que todos los ordenamientos de esta especie, como resultado de operaciones creadoras de enunciación (poética sistemática).
  2. Los esquemas composicionales del espacio presentado fijados en la tradición, a la tópica espacial literaria entendida de manera amplia, a los métodos de descripción, a los principios que determinan el valor semántico de las presentaciones espaciales presentadas en las obras. (poética histórica).
  3. Investigaciones sobre representaciones espaciales fijadas en el sistema semántico del lenguaje y sus movilizaciones y prolongaciones literarias. La problemática de los campos semánticos vinculados al espacio. Su objeto de análisis e interpretación lo constituyen los usos de las correspondientes unidades lexicales y fraseológicas cargadas de sentido espacial.
  4. Reflexiones sobre patrones culturales de la experiencia del espacio y su papel en el modelado del mundo presentado en las obras literarias. (espacio vinculado a la actividad social: espacios de defensa y espacios de conquista). Espacio para las manifestaciones rituales, los ceremoniales, las etiquetas, las divisiones, la arquitectura, la urbanística y las imágenes visibles: pictóricas, del dibujo, fílmicas.[56]
  5. Investigaciones sobre los universales espaciales arquetípicos, su papel en la formación de la imaginación de los escritores y sus exteriorizaciones en la estilística, la semántica y la temática de las obras (representaciones mentales lo vertical, lo horizontal, la casa, el camino, el abismo, el subterráneo, el laberinto).
  6. Reflexiones filosófico — especulativas sobre la naturaleza y forma del espacio literario como copia, anlogon o peculiar transformación del espacio físico (disposición de los objetos, distancia entre ellos, las dimensiones, las formas, la continuidad y el carácter discreto, modo de orientación del espacio).
  7. Las concepciones del espacio como componentes de la realidad presentada en la obra, sino de la obra misma considerada como un espacio sui géneris (espacio matemático: capítulos, cortes, planos).

Como se enunció anteriormente la constitución del espacio en la literatura transcurre en tres planos de unidades morfológicas de la obra como tres procesos simultáneos de montaje que son diferentes manifestaciones de un mismo proceso semántico, a saber; en este epígrafe se pueden ver el plano de la descripción y el escenario; mientras en el próximo el plano de los sentidos añadidos:[57]

  1. La descripción: El espacio presentado por el autor puede surgir del comunicado de las oraciones descriptivas que actúan como motor de arranque, no del espacio implícito (fenómeno semántico del no ser) sino explícito (descripción localizante).[58]

    Aquí se observa el proceso de producción de los elementos del espacio presentado. Los que ganarán en valor con la incorporación de oraciones significativas, que denotan acciones posibles respecto al espacio.[59]

    En el caso de la investigación que nos ocupa no olvidar las ideas de Raúl Dorra[60] que la descripción ornamental o simbólica según la perspectiva clásica se opone a la narración como lo nominal se opone a lo verbal. Descripción del espació desprovista de lo narrativo según G. Genette[61] y necesaria para la narración y parte[62] componente de la proxémica según G Matore.[63] A lo que se puede agregar esa idea de Marchese de que la descripción puede desempeñar diversas funciones en el relato entre las que la más obvia es la decorativa, la ekfrasis de la retórica clásica, el fragmento de belleza ornamental, la pausa o el excursus más o menos ligado al desenlace.[64]

  2. El escenario:[65] debe constituir en sí mismo un ambiente para fenómenos de otro orden: acontecimientos, personas, vivencias. Su presentación tiene dentro de sí la disposición de los decorados escenográficos, que no son importantes por sí mismos, sino por la atención que en ellos tiene lugar.

    Si la descripción da elementos del espacio presentado, el escenario pone en contacto con totalidades semánticas ya producidas y que obtuvieron su independencia respecto del mecanismo generador. Así, según apunta Janusz Slawinski, su montaje es el movimiento de integración de esas totalidades y la creación de conjuntos de un orden superior a partir de ellas, porque constituye una de las grandes figuras semánticas de la obra. Dicho escenario:

    a- Determina el territorio en que se extiende la red de los personajes. (elemento de orden paradigmático del mundo presentado. Cada cual en el lugar que le corresponde).

    b- Constituye un conjunto de locaciones de los acontecimientos fabulares, escenas y situaciones en que participan los personajes. (componente del desenvolvimiento temporal del mundo presentado)

    c- Interviene como índice objetual de cierta estrategia comunicacional instituida en el marco de la obra. (sistema reducible en su organización a la situación comunicacional intratextual)

    Así el espacio o la especialidad, al decir de Fernando Aínsa atrae porque concentra "ser" en lo límites de diferencia y genera el orden urbano que no es neutro, y agrega que:

    [...] Relaciones de poder y presiones sociales se ejercen sobre todo núcleo urbano. Su territorio se mide, divide y delimita para su apropiación, a partir de nociones, como trazado, horizonte, límite, espacio privado o espacio público, una construcción que participa tanto de lo personal como de lo colectivo, profundamente imbricados en una compleja urdimbre de memoria histórica y vivencia personal.[66]

Una extraña relación asiste, a tres textos significativos sobre el tema de arquitectura y ciudad en la literatura, - según un escrito[67] de Jorge Luís Borges -, tanto el Libro de las maravillas, El sueño de Coleridge y Las ciudades invisibles tratan sobre la edificación del famoso palacio de Kublai Kan, todos con un origen común: el sueño.

El libro de las maravillas reúne una característica envidiable: es en sí testimonio e invención de Marco Polo[68] y fuente de inspiración para Italo Calvino, creador de Las ciudades invisibles, esa suerte de intertextualidad al estilo de Borges, que escribía sobre el mismo reino asiático, lo que ya estaba escrito en un punto del espacio alejado por el tiempo con sus códigos de visión plural y de facetas del mundo.[69] Entonces, describe Marco Polo las características del palacio de invierno de Cambalac en el actual Beijing, y el palacio de verano Xanadú, construido de bambú y que lo sostenían pilares de madera barnizada y dorada, con tigres y leopardos amaestrados para la protección, por eso Calvino manifiesta: ciudades que son "esa invisibilidad presente en la memoria de cada autor", urbes cuestionadas por Kublai Kan cuando afirmaba que ellas no existían.[70] Lugares arquitectónicos que permiten a Fernando Aínsa a calificarlas como "ciudades del deseo y la memoria".

Las mismas que llevan dentro tanto Marco Polo como Calvino, concretadas en un tiempo y un espacio aparentemente lejanos, que:

    [...] no constituyen ciudades modélicas, al modo de las propuestas por el género utópico, racionalización urbanística del viejo mito de la "ciudad ideal", voluntad más o menos definida de buscar "un mundo mejor", de aspirar a otra realidad en tanto se rechaza esta, tensión utópica que caracteriza al mito de la ciudad ideal.

    Por el contrario, en el catálogo de las ciudades invisibles de Calvino se pueden reconocer sutiles notas irónicas de la utopía satírica o antiutópico de Jonahathan Swift, especialmente en la ciudad volante de Laputa, modelo de perfección en la levedad que le permite sostenerse en el aire [...].[71]

Es por esa razón que la ciudad ideal de Italo Calvino se debate en la ambigua división entre los recuerdos, la imaginación y la nostalgia de Marco Polo, por un lado, y los sueños, proyectos y utopías de Kublai Kan, por otro, hay que ir a la esencia de la propia estética en que sustenta esa oposición, para comprender la verdadera dimensión utópica que subyace en el texto.[72]

En el orden lógico e histórico Francisco Patrizi da Cherzo presentó en su obra La città felice de 1553, una conclusión sobre esas ciudades utópicas recreadas por Marco Polo (Calvinizado después), que no eran para la felicidad de todos sino de algunos como Kublai Kan[73] y fue secundado por la de Antón Francesco Doni[74] que estaba inspirada en Utopía de Tomás Moro, porque "cada hombre lleva en la mente una ciudad hecha solo de diferencias, una ciudad sin figuras y sin forma, y las ciudades particulares la reflejan".[75]

En el caso particular de la literatura de Hispanoamérica ocurren hechos y acciones más allá del viaje o el "anhelo de ciudades y arquitecturas ideales", ocurre la conquista heroica del espacio como son los casos de Los pasos perdidos de Alejo Carpentier donde se funda una ciudad como Santa Mónica de los Venados por el protagonista de la novela, al estilo de los conquistadores y La Vorágine de José Eustaquio Rivera. En ambos casos los personajes abandonan la gran ciudad siguiendo los pasos de la literatura clásica de la antigüedad de Europa como La Odisea de Homero, La Eneida de Virgilio y La Divina Comedia de Dante; a sabiendas de que estas y las demás ciudades europeas leídas en los libros tenían según el mismo Carpentier "un estilo fijado para siempre", mientras:

    Las nuestras están, desde hace mucho tiempo, en proceso de simbiosis, de amalgamas, de trasmutaciones, tanto en lo arquitectónico, como en lo humano [...] Nuestras ciudades no tiene estilo. Y sin embargo empezamos a descubrir ahora que tienen lo que podríamos llamar un tercer estilo: el estilo de las cosas que no tienen estilo.[76]

Así se ha llegado a la conclusión de que la literatura es citadina, primero: porque el escritor vive en la ciudad y segundo: porque utiliza casi en la totalidad ese espacio urbano, aunque escriba añorando e idealizando la naturaleza rural, por esa razón en la obra de Rafael Gutiérrez Girardot: La transformación de la literatura por la ciudad, se afirma por ese autor que en América Latina la literatura ha sido siempre urbana[77] y se presenta por Ángel Rama la ciudad como letrada[78] y por José Luís Romero como germinadora de ideas;[79] ya que desde las ciudades se dirige la expansión y conquista de sus alrededores, según Le Corbusier y porque ellas están construidas, desde la metáfora de Rosalía Cambra en La selva en el damero, de ladrillo, hierro, cemento y palabras.[80]

Estos elementos anteriores son cuestionados por Fernando Aínsa quien critica esa actitud del literato de Latinoamérica frente a la ciudad, a quienes desde un inicio parece brindarles tanto seguridad como poder: desde Antonio de Guevara,[81] pasando por el neoclásico Andrés Bello, los románticos Jorge Isaacs, Juan León Mera, Domingo Faustino Sarmiento, el neo–romántico Ricardo Palma;[82] la ciudad como centro de poder y ambición en José Mármol, Julián Martel, Lucio V. López y Eugenio Cambaceres;[83] la ciudad cosmopolita con todas su amenazas babilónicas de Sarmiento y Héctor Pedro Blomberg;[84] la ciudad como gran cuna de la marginalidad que refugia inmigrantes en conventos y pensiones de Juan Palazzo y Enrique González Tuñón;[85] la ciudad como reflejo de las diferencias entre país visible e invisible del autor argentino Eduardo Mallea;[86] la gran urbe como paradigma y anti–utopía en Roberto Art;[87] la ciudad como lugar infernal donde se refugian solitarios y desarraigados en obras de Juan Carlos Onetti, Leopoldo Marechal;[88] la ciudad como babilonia desestructurada en novelas de Ernesto Sábato;[89] las ciudades en la literatura como megalópolis apocalípticas que encarnan las tensiones políticas, económicas y culturales de la sociedad en obras de Jorge Luís Borges, Julio Ramón Ribeyro, Oswaldo Reynoso, José Luis Canseco, Abrahan Valdelomar, Martín Adán, Mario Vargas Llosa, Adriano González León, Salvador Garmendía, José Balza, Carlos Fuentes, Fernando del Paso, Homero Aridjis, Gustavo Saínz;[90] hasta llegar a la destrucción y el descentramiento urbano que aparece en obras como: las de Alfredo Bryce Echenique, Juan Villoro, Carlos Martínez Moreno, José Donoso, Manuel Mujica Laínez, Manuel Díaz Rodríguez, Flora Ovares, Margarita Rojas, Carlos Santander, María Elena Carballo, con la singular eclosión de villas miserias y favelas de Jorge Icaza, Manuel Mejía Vallejo, Enrique Congrains, Guadalupe Santa Cruz, Mario Wong, Beatriz Sarlo.[91]

Contribuye a todo este recorrido el tratamiento de la ciudad y la arquitectura en la literatura en Latinoamérica las reflexiones que aparecen en la obra de Domingo Ighina: Reconfiguración del espacio nacional argentino en el principio del siglo. Diseño del territorio, revisión historica y proyecto intelectual,[92] con todas esas reflexiones fenomenológicas que en el plano filosófico van desde Berkeley hasta Husserl donde los llamados espacios culturales o sociales se integran en el espacio urbano y se configuran como una experiencia interior y exterior, o como lo califica Andrzej Dembiicz: "espacio socialmente construido",[93] donde influye, transcurre y evoluciona la vida del individuo o el personaje o la sociedad. Espacio de la novela que para Baudelaire cambia con la velocidad del corazón del hombre y para Gastón Bachelar se capta por la imaginación y se vive con todas las particularidades de la imaginación.[94]

En esta investigación, no se trabaja el cronotopo como esa unidad espacio-tiempo indisoluble y de carácter formal expresivo; donde discurre el tiempo -cuarta dimensión-, densificado en el espacio y éste en aquel, en el cual ambos se interceptan y vuelven visibles al espectador y apreciables desde el punto de vista estético; ni se ve como en un mismo relato pueden coexistir distintos cronotopos que se articulan y relacionan en la trama textual creando una atmósfera especial y un determinado efecto como nos enseñó Mijail Bajtín,[95] y si se hiciera con esa idea de Ricardo Gullón[96] de que los espacios son rezumantes de temporalidad porque las ciudades proyectan una secuencia de acontecimientos, o lo presentado en Direcciones del cronotopo en Los parientes de Ester, de Luís Fayad[97] que concreta hacia lo espacial más que hacia lo temporal; así lo que le interesa a esta investigación es la parte referida a la arquitectura como espacio público con sus tres planos (la descripción, el escenario y los sentidos añadidos) porque es algo que ya ocupa un lugar privilegiado en los marcos de la poética como en otros tiempos fueron: el narrador y la situación narrativa, la problemática del tiempo, la de la morfología de la fábula o la del diálogo y la dialogicidad, porque constituye el centro de la semántica de la obra y base de otros ordenamientos que aparecen en ella.[98] A ello agrega Angelo Marchese[99] que el relato como representación de acontecimientos, acciones y personajes por medio de enunciados narrativos, se sitúa necesariamente sobre los ejes temporales y espaciales; como es la arquitectura de la que Henri Focillon dice que por esencia y destino este arte se desenvuelve en un espacio "verdadero", aquél en que nos movemos y en el que nuestro cuerpo actúa;[100] espacio que para Heinrich Wölfflin revela en sus relaciones monumentales el sentido vital de una época;[101] y para Gamal Michelén Stefan una elucidación de la memoria de los arquitecto o de los escritores.[102]

Al espacio como signo de mucha importancia se ha referido Fernando Aínsa en su magnífica obra ensayística Espacios del imaginario Latinoamericano, cuando particulariza en algo tan cardinal como que "el habitar un espacio, en la construcción progresiva del campo de la existencia se aborda el problema de fijar direcciones y sentidos"; o que "El lugar significa emplazamiento, el locus donde se ha colocado una cosa".[103] Para esas precisiones sigue varias escuelas teóricas y reflexivas como Kenet Clark que en su obra El arte del paisaje le permite ver lo que se crea en nuestra imaginación para reflejar nuestros estados de ánimos, Le Corbusier que le demuestra como el arte establece sus límites en el espacio, o William Blake que lo lleva a comprender el papel del hombre en la naturaleza al hacerla fértil, sin olvidar a Pedro Laín Entralgo, quien habla del paisaje de Castilla inventado por escritores, Ernesto Grassi, J.V. Lastarría, Eduardo Caballero Calderón, Leopoldo Benítez, Fernando Alegría, George Paulet, Octavio Paz que también ahondan en el papel de los artistas y escritores en darle nombre y existencia real a nuestras tierras americanas; elementos estos que son ampliados por Magdalena Aguinaga cuando precisa la relación existente entre novela urbana y novela de región como unidad y vínculo imperecedero que permite ver la ciudad con todos sus alrededores cercanos y lejanos.[104]

Ahora se puede explicar aquí in extenso una experiencia personal y científica del arquitecto de República Dominicana Omar Rancier, que en su obra La arquitectura y la ciudad en la literatura defiende que la arquitectura, como ciudad, edificio o espacio público, constituye el escenario de la vida, por lo que, lógicamente, esta condición se extiende a la obra Literaria.[105] Para ello siempre ha puesto atención en la manera como los diferentes escritores inscriben, descubren y describen la arquitectura dentro de su obra y por eso le vienen a la mente algunos fragmentos memorables de autores reconocidos, como la descripción de la casa donde Gregorio Samsa despierta convertido en un enorme insecto en La metamorfosis, de Kafka. La detallada descripción de esta casa lo llevó en un momento a usarla como programa de uno de sus cursos de diseño, así los estudiantes diseñaron la casa de Gregorio Samsa descubriendo diferentes morfologías en ella. Lo mismo hizo con la casa de la familia en la novela Opiano Licario de Lezama Lima. En esta saga de su incomparable obra Paradiso el autor describe la casa típica de la pequeña burguesía cubana de principios del siglo XX, dejando al lector una sensación de conocer los espacios donde transcurre parte de la trama y esta vez, sus estudiantes descubrieron nuevas relaciones posibles de la casa lezamiana.

Después utiliza a otro cubano, Alejo Carpentier, hijo de arquitecto y estudiante de arquitectura por un tiempo, afortunadamente ganado para la literatura, utiliza en este caso, no sólo la arquitectura, sino además, a un arquitecto como personaje principal de su obra La consagración de la primavera, en la cual usa como epígrafe inicial, un fragmento de la partitura musical homónima de Igor Stravinski. Porque Carpentier, en esta novela, describe el proceso de aprendizaje de su personaje, mezclado con la trama de luchas revolucionarias contra las dictaduras de Machado y Batista hasta el arribo de la revolución en 1959. En uno de los pasajes decididamente arquitectónicos, el profesor aprovecha la descripción hecha por el autor del despacho del célebre arquitecto franco-suizo Charles Edouard Jeannerette Perret que era uno de los precursores de la modernidad en arquitectura y su principal propagandista, más conocido por Le Corbusier, en la calle de Sevres No. 5 en Paris, que es la única descripción literaria conocida, este despacho fue encontrado por el profesor Omar Rancier en planos y fotos, con los que ha profundizado en el estudio.

Aunque para este autor dominicano a Carpentier se le conoce mejor en el mundo de la arquitectura por su maravilloso opúsculo La ciudad de las columnas, donde describe esa tipología habanera de las edificaciones con pórticos columnados al frente, que confieren unidad y carácter a una de las ciudades más hermosas de las Américas. En ese trabajo, según explica Rancier, de nuevo recurre el importante escritor cubano, a Le Corbusier cuando compara los duros brise-soleil corbusianos con los amables y coloridos medio punto cubanos, que, en vez de partir el sol, según Carpentier, le ponen espejuelos. Otro conocido en el ámbito de la arquitectura y el urbanismo es Italo Calvino, el escritor italiano nacido en La Habana, que en su libro Las ciudades invisibles, utiliza las descripciones que hace Marco Polo al Kublai Kan de las maravillosas ciudades, que no se sabe, si conoció durante su viaje a través del Imperio del Gran Kan, instituyendo con sus espléndidas creaciones algunos paradigmas urbanos que han influenciado a más de un teórico de la ciudad contemporánea.

Dos textos cortos, ha disfrutado grandemente este profesor, donde la arquitectura como escalera o como casa, es la protagonista, y son los cuentos de Julio Cortázar Instrucciones para subir una escalera y La casa tomada. Por eso plantea, que en Instrucciones para subir una escalera se encuentra una de esas exégesis mágicas de cómo usar esa pieza, formada cuando el piso se pliega, que llamamos escalera y en La casa tomada Cortázar lo envuelve en la metáfora sobre como los medios de comunicación se han apoderado de la casa dejando fuera, virtualmente, a sus ocupantes. Luego utiliza, en sus cursos a Jorge Luís Borges, que es uno de los grandes escritores latinoamericanos, o europeo en el exilio, como él describe a los argentinos y a los latinoamericanos en general, en sus Diálogos con Osvaldo Ferrari. Borges, como él mismo le reconoció a Cristina Grau en su libro Borges y la arquitectura, es quizás uno de los autores que más conscientemente ha usado el recurso del espacio arquitectónico en sus relatos. Su cuento La biblioteca de Babel es uno de esos relatos donde el espacio interior de la biblioteca (que es el mundo de Borges), detalladamente descrito, se dilata hasta el infinito en todas direcciones.

Esa misma biblioteca aparece reinterpretada en la primera novela del semiólogo italiano Umberto Eco, El nombre de la rosa, que es otra obra empleada por Rancier para trasmitir conocimientos del uso de la arquitectura en la literatura; donde un monje, el Hermano Jorge, por demás ciego y bibliotecario, como el mismo Borges, custodia hasta la muerte los libros prohibidos por su fanática interpretación religiosa en la parte de la biblioteca que llamaba "finis terra". Eco va más allá de describir la biblioteca, la dibuja e incluye ese croquis en el texto de la novela, como parte fundamental del relato. En su recorrido pedagógico de diseño arquitectónico desde la literatura, llega Rancier a su Santo Domingo contemporáneo, donde encuentra a dos plumas iconoclastas que le traen en sus escritos la ciudad y su arquitectura: Miguel de Mena y Pedro Peix.

Miguel de Mena en Poética de Santo Domingo le regala, al profesor e investigador, su insomne peregrinar por las calles de una ciudad cielo naranja que desde Berlín, se le hace cada vez más extraña cuando la visita y descubre que su ciudad natal es de barrios y amurallada, donde se pierde y pervive al mismo tiempo, entre los pliegues de una memoria lúcida y un solar que tropieza a cada paso con la represión política, social y económica que, cada vez más, socava el espacio público de la ciudad.

Con Pedro Peix, contradictor de paradigmas como él mismo se define, el profesor encuentra en el texto la Calle El Conde, con un deshacedor de mitos, un nihilista que desviste santos y situaciones sociales en el ámbito del espacio público más importante de la Ciudad Colonial de Santo Domingo, rescatando su historia y su histeria. Ese grupo de autores, tomados, sino al azar, al menos desde una óptica de la preferencia del profesor, entre muchos otros, le dan su visión particular de la arquitectura. Desde la casa tradicional, ya sea esta europea o cubana, como en Kafka y Lezama, hasta la ciudad de Santo Domingo y sus calles, como en Miguel de Mena y Pedro Peix, pasando por el universo mágico de Carpentier, Calvino, Borges y Eco.

Conduciéndose a través del mundo de la literatura hasta el mundo cotidiano y sobre todo, haciéndole ver y sentir cosas que usualmente no ven sus alumnos porque los trajines de la supervivencia los han hecho insensibles.

En otro sentido profundiza el investigador Carlos Alberto Cacciavillini cuando analiza todo el vocabulario de arquitectura y del equipamiento de las edificaciones,[106] la arquitectura es casa, espacio público, edificio y ciudad que toma diferente forma en la obra literaria y sobre todo por lo que Rancier puntualiza como inscribir, descubrir y describir las partes componentes de la edificación y donde se detiene con profundidad la investigadora Cristina Grau[107] teniéndose en cuenta además la firmeza, comodidad y hermosura, la utilidad se conseguirá con la oportuna situación de las partes de modo que no haya impedimento en el uso más eso que Nikolaus Pevsner se encarga de aclarar que se aplica solo a los edificios proyectados en función de una apariencia estética.[108] A eso se puede agregar la reflexión de Raúl Dorra cuando nos enseña que todo relato es travesía hacia un desenlace pero esa travesía y ese desenlace pueden ser menos importantes que el mundo que es escenario de la travesía.

La espacialidad de la vida urbana en la literatura presenta ese lugar exacto para el encuentro de los personajes en el espacio ficcional de la novela donde el hombre puede hacer su vida y "resistir los ataques del mundo",[109] por un lado, o convertirse en "espacio infeliz",[110] por otro.

La espacialidad de la arquitectura y la ciudad en la literatura es una invitación al recorrido del texto–textura urbano desde los diferentes lenguajes de ellas (arquitectura y la ciudad) en cada una de sus partes. Con relación a esto Fernando Aínsa ha afirmado:

    Bueno es recordar que el espacio ciudadano en la literatura, el "lugar" del texto es, sobre todo, "otro sitio" complementario del sitio real desde el cual es evocado. La ficción, como precisa Michael Butor, dépayese. Todo espacio que se crea en el espacio del texto inspira una gravitación, precipita y cristaliza sentimientos, comportamientos, gestos y presencias que le otorgan su propia densidad en la continuidad exterior del espacio mental. En resumen, en lo que es la creación de un espacio estético.[111]

Por último, es preciso tener en cuenta, que los escritores hacen modelos de ciudades desde su compresión y síntesis como función primordial, sin hacer descripciones detalladas de ellas, de sus calles, de sus casas, edificios, plazas y otros sitios como mismo se presentan en la realidad, a Hugo Anchúgar[112] se le agradece, entonces, que recuerde a Onetti como inventor de la ciudad de Santa María y a Borges rebautizando Buenos Aires; ciudad de estética propia,[113] de interpretación artística de arquitectos y literatos,[114] una manera nueva y de realidad otra de habitarla;[115] ciudad de mitos eternos que se intertextualizan.[116]

El espacio urbano–arquitectónico y citadino como el escenario de vida en la literatura: aportes para esta investigación. Para poder realizar un estudio monográfico sobre de la presencia del espacio en Sab, Frasquito y Una feria de La Caridad en 183..., se inicia por el investigador del tratamiento del espacio general de las novelas, indicando como dialéctica de análisis partir de los espacios universales (países y ciudades del mundo), seguir por los espacios del escenario mas general de la novela (país, geografía) y cerrando en el espacio particular de Puerto Príncipe (provincia y geografía) con las particularidades de las definiciones de esos espacios (para el narrador y para los personajes) y la cuantificación estadística y posibles conclusiones; luego el investigador precisa el tratamiento de los espacios de viaje y residencia en las novelas (los factores de condicionamiento, las circunstancias específicas de Puerto Príncipe, lo urbano y lo arquitectónico) el tratamiento de la ciudad en relación con los otros espacios; precisando en hacia donde se viaja del espacio de residencia de los personajes, los tipos de viajes. (viaje real dentro de narración de un espacio a otro; recuerdo de viaje del narrador o personaje, - como real dentro del espacio imaginario de la novela o por mención de espacios que hace suponer al investigador-, personajes que no se saben si viajan ni de donde han venido a ese espacio y viajes que supone el investigador, - por personajes que han viajado antes de comenzar la historia); el espacio se residencia. (como ciudad, barrio con sus repertorios, o como espacio urbano creado o en creación, que se desarrolla a lo largo de la novela (total o parcialmente), que es generador de conocimientos desde la novela, que indican progreso del espacio; o como espacio que se embellece, ensancha o sanea desde las novelas; así como la organización u orden de los edificios y espacios de la ciudad presentado en las novelas; como espacio arquitectónico se precisa en aspectos del repertorio habitacional, civil, militar y del repertorio religioso.

Al particularizar en Puerto Príncipe como espacio citadino rodeado de naturaleza viva, caminos y paisaje: un tipo de "ínsula en tierra firme," el investigador estudio en las novelas la insularidad de La Habana como ciudad con su espacio total, su espacio Urbano y su espacio arquitectónico; de esa misma manera la insularidad de Puerto Príncipe y como pudo descubrir la insularidad de otros espacios, vio también: (espacio total, urbano y arquitectónico); otro punto de vista concretó en el análisis de la insularidad de los personajes (espacio interno y relación del espacio interno con el externo). Otro momento fue el buscar en cada novela a Puerto Príncipe como lugar para ensalzar la naturaleza desde el espacio construido; con la presentación de los mismos a través de: descripciones (pictóricas, topográficas y cinematográficas), escenarios para: (presentar y / o desarrollar acontecimientos, personas, vivencias; para dar la disposición de los decorados escenográficos; como figura semántica de la obra para determinar el territorio en que se extiende la red de personajes; para constituir un conjunto de locaciones de acontecimientos fabulares, escenas y situaciones en que participan los personajes (lugar para desenvolvimiento temporal); para intervenir en la organización de la situación comunicacional) y como sentido añadido para exponer sistemas hablantes a la manera de ese espacio (sentimientos y estados emocionales que genera el espacio, elementos para mostrar el estatus social de los personajes, escenario como significado de patria lejana, elementos arcádicos o idílicos o lugar para el caos, elementos del espacio que son parte de la psiquis del personaje y elementos del espacio que caracterizan al personaje).

La historia que se cuenta completa a la esencia de la arquitectura en la literatura, le da los sentidos añadidos[118] con sus significados adicionales. Con relación a la descripción, el escenario es un fenómeno hablado dotado de la capacidad de producir sentidos añadidos que devienen en un sistema hablante a su manera. El espacio se pude tratar como estrato de connotaciones nuevas y como equivalente de estados emocionales: la oposición de espacios realistas y fantásticos, los interiores habitables como indicio del estatus social del héroe, el paisaje arcádico del idilio que se opone al caos inhumano del paisaje de la gran ciudad, el escenario como símbolo de patria lejana. En fin el escenario como parte integrante de la psiquis humana o lo que agrega al respecto G. Gronete, que el espacio está seleccionado y filtrado por una actitud perceptiva del narrador o un personaje, que pueden poseer las distancias que Lotman sitúa entre espacio interno y externo; o la precisión importante de que el espacio contribuye, en ciertos casos a la caracterización de los personajes.[119]

El espacio urbano más allá de la forma geométrica exterior y visible, como compleja relación subjetiva (la vida social de las novelas vinculadas con urbanismo, arquitectura y ciudad) se pudo realizar a trabes de un estudio de personajes y espacios que hay en cada capítulo, de qué tipos son, escenas principales; así como las acciones de los personajes en cada espacio; las descripciones, escenarios y sentidos añadidos de este espacio en particular.

Cerrando en el espacio como rezumante de tiempo. Su presencia en las novelas; donde pudo precisar elementos que presentan a las ciudades de las novelas como ciudades sin estilo uniforme; que rezuman tiempo los espacios (observando desde el imaginario de cada autor los espacios reales que existían en la época de escribirse las novelas y los espacios creados para la novela.)


Breves referencias a los autores y las novelas principeñas objetos de estudio

Las novelas que constituyen la muestra de esta investigación fueron escritas en el siglo XIX por autores nacidos en la ciudad de Puerto Príncipe en el propio siglo.

Gertrudis Gómez de Avellaneda nace el 23 de Marzo de 1814 en la villa de Santa María del Puerto del Príncipe, a la que le dan el título de ciudad cuando tenía tres años; publicó la novela Sab en 1841 que junto a Poesías la consagran en esos dos géneros; siendo esta una novela donde abundan los detalles autobiográficos y muchos elementos por los que la crítica la consideran la primera abolicionista de Cuba; porque ella la comienza a escribir en el mismo año que Gran Bretaña había declarado la abolición de la esclavitud en sus colonias y Lord Palmerston presionaba a España para que hiciera lo mismo. Aunque en el proceso de escribir esta novela "no obedeció conscientemente a sus principios filosóficos, religiosos o económico–políticos, sino a los estéticos — que por supuesto contienen a los otros, pero de modo elíptico".[120]

La época, con sus ideas convulsas están en La Avellaneda y por tanto están en Sab, aunque esta "novela no es una "novela de ideas" como las de George Elliot o las de George Sand — las dos escritoras con las cuales ha sido comparada";[121] aunque hable de abolir la esclavitud por boca de sus personajes y con ello, desde la ficción "traduce su actitud general hacia la vida y responde de modo asistemático a cuestiones que son tema de filosofía".[122]

Por eso fue mujer de su época que reflejó en Sab el momento histórico de "reivindicar las razas oprimidas".[123] No por gusto fue prohibida su publicación en Cuba.

José de Armas y Céspedes nace en Puerto Príncipe el 19 de Julio de 1834 y se destacó desde tempana edad en su colaboración en periódicos y revistas, donde llegó a ocupar importantes cargos; su novela Frasquito que "tiene una particular significación en este sentido de acercamiento a los años de la formación de nuestra nacionalidad";[124] y por no tocar la historia como realidad sino como "idealización" no es considerada novela histórica al estilo las de Walter Scott, y aunque toca en muchas partes con el testimonio tampoco lo es ni "versión idealizada de los acontecimientos"[125]; es un acercamiento otro a la realidad al que se puede situar como valor por excelencia el de ser documento para la investigación.

La huella principal de la época anterior a la que le toco vivir y que refleja en la novela está en su "Advertencia", la recibió de su madre "contemporánea de los hechos a que se refiere y de algunos presencial testigo".[126]

José Ramón de Betancourt Betancourt nace en 1823, y escribe en 1841 su novela Una feria de la Caridad en 183..., publicándola en 1856 en El Fanal de Puerto Príncipe con el seudónimo de El Estudiante, trabajo que luego es revisado, ampliado y publicado en La Habana a sugerencia de Cirilo Villaverde en 1858, con lo cual agrega cinco capítulos más a la obra inicial, donde se regodea con "la descripción de paisajes y costumbres de los campos camagüeyanos, con una riqueza expresiva que excusa la falta de ritmo entre los capítulos octavo y decimocuarto".[127]

El autor estuvo marcado por una infancia difícil, pues el padre José Ramón Betancourt y Aguilar se ve precisado a emigrar a México por compartir las ideas políticas de Félix Varela y los mismos principios que perseguían los seguidores de la conspiración Rayos y Soles de Bolívar. Fue graduado en Derecho Civil y Canónico, siendo a su vez abogado y ejerció el cargo de Síndico Procurador General del Ayuntamiento de Puerto Príncipe.


    Notas y referencias

      1. DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO U. T . E . H . A. Tomo IV Des-Fer, México, Unión Tipográfica Editorial Hispanoamericana (Barcelona, Buenos Aires, Bogotá, Caracas, Guatemala, Habana, Lima, Río Janeiro, Santiago), 1953, p. 804-806; Diccionario Enciclopédico Abreviado. Tomo VII. ESPASA-CALPE, SA. Madrid, 1957 y Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004;
      2. Ver Eliana Cárdenas: Problemas de la Teoría de la arquitectura, Universidad de Ganajuato, 1998, p. 125, donde plantea De ahí que se tomara como válida la definición planteada por la Doctora Eliana Cárdenas en su libro Problemas de la teoría de la arquitectura, donde plantea que: La arquitectura, tal vez más que cualquier otro producto cultural es una imagen evidente de la estructura social, en tanto las diferencias entre sus componentes por su pertenencia a distintas clases y (o) grupos sociales, los valores de esos componentes y el tipo de valores existentes entre ellos repercuten en el ambiente en que viven. Sin olvidar que existen otros ejemplos significativos que se pueden resumir en las Ideas presentadas por el Dr. Manuel Martín Hernández en su trabajo Algunas definiciones de arquitectura (eje: Marco Vitruvio (De Architectura, I a.C. Trad. de Ortiz y Sanz, 1787; Carlo Lodoli (A. Memmo: Elementi dell'Architettura Lodoliana, (del Vol. I, Cap. VI). 1786; Francesco Milizia (Principi di Architettura Civile, (Del Tomo I); 178); Étienne-Louis Boullée (Architecture. Essai sur l'art, (de la Introducción). 1780; J. N. Louis Durand (Precis des leçons d'Architecture, de la Introducción al Vol. I, 1801-1803); John Ruskin (The Seven Lamps of Architecture, (del Cap. I) 1849; E. E. Viollet-Le-Duc (Dictionnaire raisonnée..., (de la voz "Architecture"(1854-1868); William Morris (Prospects of Architecture in Civilization, 1881; Alois Riegl (Spätrönische Kunstindustrie, 1901; Bruno Taut: Die Stadtkrone, 1919; Le Corbusier: Vers une Architecture, 1923; Louis Kahn (de una conferencia en el Politécnico de Milán, en ZODIAC, 17, 1967.
      3. DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO U. T . E . H . A. Tomo X Ter-Zyw, México, Unión Tipográfica Editorial Hispanoamericana (Barcelona, Buenos Aires, Bogotá, Caracas, Guatemala, Habana, Lima, Río Janeiro, Santiago), 1953, p. 518-519; Diccionario Enciclopédico Abreviado. Tomo VII. ESPASA-CALPE, SA. Madrid, 1957 y Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004.
      4. Armando Silva. Imaginarios urbanos. Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1992.
      5. Diccionario Enciclopédico Abreviado. Tomo III. ESPASA-CALPE, SA. Madrid, 1957, p. 182-183.
      6. DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO U. T . E . H . A. Tomo IV Des-Fer, México, Unión Tipográfica Editorial Hispanoamericana (Barcelona, Buenos Aires, Bogotá, Caracas, Guatemala, Habana, Lima, Río Janeiro, Santiago), 1953, p. 804-806; Diccionario Enciclopédico Abreviado. Tomo VII. ESPASA-CALPE, SA. Madrid, 1957 y Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004.
      7. Claude Lévi-Straus: Le regard eloine, Paris Plon, 1983, cit. Por Fernando Aínsa: Espacios del imaginario latinoamericano. Propuestas geopolíticas. La Habana, Editorial Arte y Literatura, 2002, p. 13.
      8. Fernando Aínsa: Espacios del imaginario latinoamericano. Propuestas geopolíticas. La Habana, Editorial Arte y Literatura, 2002, p. 13.
      9. Ibíd.
      10. Ibídem, p. 14.
      11. Ibíd.
      12. Kenneth Clark: El arte del paisaje, Barcelona, Seix Barral, 1971, p. 13. cit. Por Fernando Aínsa: Op., Cit., p. 14.
      13. Fernando Aínsa: Op., Cit., p. 14.
      14. Le Corbusier: "New Word of space", en Horizon, no. 106, London, october 1948.
      15. Fernando Aínsa: Op., Cit., p. 14.
      16. William Blake: Poemas proféticos y prosas. Barcelona, Barral Editores, 1971, p. 102.
      17. Pedro Laín Entralgo: "Un paisaje y sus inventores", en Arbor, Madrid, 1967.
      18. Ernesto Grassi: Arte y mito, Buenos Aires, Nueva Visión, 1968, p. 169.
      19. J.V. Lastarría: "Discurso ante la sociedad literaria del 3 de masyo de 1842", Recuerdos Literarios, Santiago de Chile, Zig-Zag, 1967, p. 97-98.
      20. Eduardo Caballero Calderón: "Literatura y paisaje", en El Tiempo, Bogotá, 17 de agosto de 1965.
      21. Leopoldo Benítez: Ecuador, Drama y paradoja, México, FCE, 1950, p. 22.
      22. Fernando Alegría: "El paisaje y sus problemas", en Atenea, Chile, tomo XXXV, No. 133, julio 1936, p. 65.
      23. Fernando Aínsa: Op., Cit., p. 17 y Georges Poulet: L'Espace proustien, Paris, NRF, 1964.
      24. Octavio Paz: "Literatura de fundación", en Puertas al campo, México, UNAM, 1966, p. 19.
      25. Octavio Paz: "Paisaje y novela en México", en Corriente alterna, México, Siglo XXI, 1967, p. 17.
      26. Fernando Aínsa: Op., Cit., p. 19.
      27. Gilbert Durand: Les Structures Antropologiques de Imaginarie. Paris, Dunod, 1969.
      28. Gastón Bachelard: La poética del espacio, México, FCE, 1965, p. 17.
      29. Fernando Aínsa: Op., Cit., p. 19.
      30. Salah Stetie: "Ariene, notres oeur", en Poesie-Espace, Misión Internacionale de Poesía, 1930, p. 30.
      31. Michel Butor: "El espacio en la novela", en Sobre Literatura II, Barcelona, Sex Barral, 1967, p. 54.
      32. Fernando Aínsa: Op., Cit., p. 21.
      33. Ibid.
      34. Gérard Genette: Figures I. Paris, Senil, 1966, p. 106 y Fernando Aínsa: Op., Cit., p. 22.
      35. Maurice Blanchot: "La solicitude essentialle", en L'espace littéraire, Paris, Idées, NRF, 1955.
      36. Ricardo Gullón: Espacio y novela, Barcelona, Antoni Bosch Editor, 1980, p. 2.
      37. Georges Poulet: L'Espace proustien, Paris, Gallimard, 1963.
      38. Fernando Aínsa: Los buscadores de utopía, Caracas, Monte Ávila, 1977.
      39. Ver Armando Silva Téllez. Punto de vista ciudadano. Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1987; Graffiti: Una ciudad Imaginada, Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1988; Imaginarios urbanos: propuesta metodológica para el registro de imaginarios sociales. Universidad Nacional de Colombia, 1990.
      40. Carlos Luís Torres G. Una aproximación al carácter de la novela urbana. (Monografía) (http://www.umc.es y http://www.arnig.com).
      41. Ibíd.
      42. Ibíd.
      43. Ibid.
      44. Carlos Luís Torres G. "Imaginarios urbanos (o la semiología de la ciudad)" en Una aproximación al carácter de la novela urbana. (Monografía) (http://www.umc.es y http://www.arnig.com).
      45. Ibíd.
      46. Ibíd.
      47. Ibíd.
      48. Se habla de rizoma en biología cuando se piensa en un tallo horizontal, subterráneo, que por un lado crece en ramas aéreas verticales y por el otro raíces subterráneas. Carece de clorofila y sus hojas se hallan reducidas a escamas. Ser al mismo tiempo aéreo y subterráneo, horizontal y tallo, tal vez llevó a U. Eco a esta denominación y en la novela Sin remedio de Antonio Caballero se mueve en una ciudad de vasos comunicantes, en donde no existe la diferencia de centro periferia. En el deambular de su protagonista, (camino a su casa burguesa) se encuentra con cualquier calle marginal.
      49. Roberts Bryan: "Ciudades de Campesinos", es el titulo que utiliza el autor para denominar las ciudades latinoamericanas anteriores a 1950 que utilizó en su libro del mismo nombre.
      50. Carlos Luís Torres G. "Imaginarios urbanos (o la semiología de la ciudad)" en Una aproximación al carácter de la novela urbana. (Monografía) (http://www.umc.es y http://www.arnig.com).
      51. Según Carlos Luís Torres G: "Los maniquíes de las vitrinas han cambiado en los últimos años. Los maniquíes modernos tienden a sus clientes trampas del deseo: los niños o los hombres se enamoran de sus figuras, desean ser como los seres de cartón piedra de las vitrinas. Recuérdese que las vitrinas del norte poseen espejos para que los clientes se vean reflejados en ellas, entre hombres de papel que muestran cómo deben vestirse".
      52. Ver José Bianco: "La Argentina y su imagen literaria", José Bianco: Diario de escritores y otros ensayos, La Habana, Fondo Editorial Casa de las Américas, colección literatura latinoamericana / 157, 2006, p. 113-122.
      53. Michael Butor: "El espacio en la novela", en Sobre Litertura II. Barcelona, Seix barral, 1967, p. 54.
      54. Aldo Rossi ("Architettura per i musei", 1968).
      55. Ibid. p. 270-277.
      56. Sus representantes generalmente son semiólogos.
      57. Janusdz Slawinski: Op., Cit., p. 278.
      58. Ibíd., p. 278-282.
      59. Teun A. van Dijk: "Descripción de acciones". En La Narratología hoy, La Habana, Editorial Arte y Literatura 1989, p. 211.
      60. Raúl Dorra: "La Descripción". En La Narratología hoy, La Habana, Editorial Arte y Literatura 1989, p. 232.
      61. Apud. G. Genette por Angelo Marchese: Op., Cit., p. 311.
      62. Apud. Ph. Haman por Angelo Marchese: Op., Cit., p. 312.
      63. Apud. G. Matore por Angelo Marchese: Op., Cit., p. 311.
      64. Angelo Marchese: Op., Cit., p. 312.
      65. Ibíd., p. 282-286.
      66. Fernando Aínsa: Espacios del imaginario latinoamericano. Propuestas geopolíticas. p. 163-164,
      67. Jorge Luís Borges: "El sueño de Coleridge", en Otras inquisiciones. Obras completas. Buenos Aires, Emecé, 1974, p. 642-645.
      68. Fernando Aínsa: "Viajes y residencias", en Espacios del imaginario latinoamericano. Propuestas geopolíticas. La Habana, Editorial Arte y Literatura, 2002, p. 66.
      69. Italo Calvino: Seis propuestas para el próximo milenio, Madrid, Siruela, 1990, p. 61.
      70. Marco Polo: Libro de las maravillas, Madrid, Anaya, 1983, p. 32.
      71. Fernando Aínsa: Espacios del imaginario latinoamericano. Propuestas geopolíticas. La Habana, Editorial Arte y Literatura, 2002, p. 74.
      72. Ibíd., p. 79.
      73. Ver Evelio Moreno Chumillas: Las ciudades ideales del siglo XVI, Barcelona, Sendai Editores, 1991.
      74. Antón Francesco Doni: I mondi celeste, terrestre e infernali, degli accademici pellegrini. Citado por Fernando Aínsa.
      75. Fernando Aínsa: Espacios del imaginario latinoamericano. Propuestas geopolíticas. p. 81.
      76. Alejo Carpentier: Tientos y diferencias, La Habana, Ediciones Unión 1974 y Montevideo, Arca, 1967, p. 14.
      77. Ver. Rafael Gutiérrez Girardot: "La transformación de la literatura por la ciudad", en La Ville et la littérature. Marche Romane, Associatio des Romanies d l´Université de Liège, XLIII, 1993, 1-4, p. 129 y Carlos C Torres G.: Una aproximación al carácter de la novela urbana. (Monografía) (http://www.umc.es y http://www.arnig.com).
      78. Ángel Rama: La ciudad Letrada, Hanover, Ediciones del Norte, 1984.
      79. José Luís Romero: Latinaoamérica: la ciudad y las ideas, Buenos Aires, Editorial Siglo XXI, 1976.
      80. Rosalba Cambra: La selva en el damero. Pisa. Gerardini Editori, 1989, p. 9 y 103.
      81. Antonio de Guevara: Menosprecio de la corte y alabanza de aldea (1539).
      82. Andrés Bello: Alocución a la poesía (1823) y Silva a la agricultura en la zona tórrida (1826), Jorge Isaacs: María (1867), Juan León Mera: Cumandá (1879), Domingo Faustino Sarmiento: Recuerdos de Provincia (1850) y Ricardo Palma: Tradiciones peruanas (1872-1896).
      83. José Mármol: Amalia (1850), Julián Martel: La bolsa (1890), Lucio V. López: La gran aldea (1884) y Eugenio Cambaceres: Sin Rumbo (1884).
      84. Sarmiento: Facundo (1845) y Héctor Pedro Blomberg: Las puertas de Babel (1920).
      85. Juan Palazzo: La casa por dentro (1921) y Enrique González Tuñón: Camas desde 1$ (1932).
      86. Eduardo Mallea: Historia de una pasión argentina (1937) y La bahía del silencio (1940).
      87. Roberto Art: Los siete locos (1929), Los lanzallamas (1931) y Amor brujo (1932).
      88. Juan Carlos Onetti: Tierra de nadie (1941) y Leopoldo Marechal: Adán Buenosayres (1948).
      89. Ernesto Sábato: Sobre héroes y tumbas (1961).
      90. Jorge Luís Borges: Fervor de Buenos Aires (1923), Julio Ramón Ribeyro: Los gallinazos sin plumas (1955), Oswaldo Reynoso: Cuentos, José Luis Canseco: Duque (1934), Abrahan Valdelomar: La ciudad muerta (1911), Mario Vargas Llosa: La ciudad y los perros (1962), Martín Adán: La casa de cartón (1928), Adriano González León: Asfalto-infierno (1963) y País portátil (1968), Salvador Garmendía: Los pequeños seres (1959), José Balza: Largo (1968), Carlos Fuentes: La región más transparente (1958) y Cristóbal nonato (1987), Fernando del Paso: José trigo (1966), Homero Aridjis: Espectáculo del año dos mil (1981) y El último Adán (1986), Gustavo Saínz: Gazapo (1965).
      91. Alfredo Bryce Echenique: Un mundo para Julius (1970), Juan Villoro: En materia dispuesta (1997), Carlos Martínez Moreno: Con las primeras luces (1966) y Coronación (1957), José Donoso: Este domingo (1966) y El obsceno pájaro de la noche (1970), Manuel Mujica Laínez: La casa (1954) y Misterioso Buenos Aires (1950), Manuel Díaz Rodríguez: Sangres Patricia (1902), Flora Ovares y Margarita Rojas, Carlos Santander, María Elena Carballo: La casa paterna (1993) y Escritura y nación en Costa Rica (1993), con la singular eclosión de villas miserias y favelas de Jorge Icaza: En las calles (1935), Manuel Mejía Vallejo: Al pie de la ciudad (1958), Enrique Congrains: No una, sino muchas muertes (1967), Guadalupe Santa Cruz: Cita capital (1992), Mario Wong: El testamento de la tormenta (1997), Beatriz Sarlo: Instantáneas (1996), Pedro Lemebel: La esquina es mi corazón. Crónica urbana. (1995).
      92. Ver Domingo Ighina: Reconfiguración del espacio nacional argentino en el principio del siglo. Diseño del territorio, revisión historica y proyecto intelectual. Silabario, Cordaba, 1998, p. 93-106 y José Bianco: La Argentina y su imagen literaria, José Bianco: Diario de escritores y otros ensayos, La Habana, Fondo Editorial Casa de las Américas, colección literatura latinoamericana / 157, 2006, p. 113–122.
      93. Andrzej Dembiicz: "Espacio, Memoria Identidad", en El espacio en América Latina: el contrapunteo entre lo local y lo global. Varsovia CESLA, Universidad de Varsovia, 2000, p. 29.
      94. Ver. Gastón Bachelar: La poétique de l'espace. Paris, PUF, 1992, p. 17. En la traducción española citada por FCE, México, 1965, p. 29 y Carlos C Torres: Novelar la ciudad (otra forma de habitarla). (http://www.wikilearning.com).
      95. Ver, Mijail Bajtín. "Autor y personaje en la actividad estética (1920- 1924)" en Estética de la creación verbal. México. Siglo XXI. 1990; "El héroe y la actitud del autor hacia el héroe (1929-1963)" en Problemas de la poética de Dostoievsky. México. Fondo de Cultura Económica. 1993; "La novela de educación y su importancia en la historia del realismo" en Estética de la creación verbal. Madrid. Siglo XXI. 1982-1995. Páginas 200-247; "Las formas del tiempo y del cronotopo en la novela. Ensayos sobre Poética Histórica" en Teoría y estética de la novela. Madrid. Taurus. 1989; "La palabra en Dostoievsky" en Problemas de la poética de Dostoievsky. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica. 1993. Obtenido de http://es.wikipedia.org/wiki/Cronotopo
      96. Ricardo Gullón: Espacio y novela. Barcelona, Antoni Bosch Editor, 1980, p. 75.
      97. Mar Estela Ortega González-Rubio: "Direcciones del cronotopo" en Los parientes de Ester, de Luís Fayad. (http://www.lacasadeasterionb.monested.com).
      98. Janusdz Slawinski: "El espacio en la literatura: distinciones elementales y evidencias introductorias". En Textos y contextos. Una ojeada en la teoría literaria II, Selección y traducción de Desiderio Navarro, La Habana Editorial Arte y Literatura, 1989, p. 267-268.
      99. Angelo Marchese: Las Estructuras espaciales del relato. En La Narratología hoy, La Habana, Editorial Arte y Literatura 1989, p. 311.
      100. Henri Focillon (La vie des formes, 1934.
      101. Heinrich Wölfflin (Renaissance und Barock, 1888.
      102. Gamal Michelén Stefan: La arquitectura como exégesis de la memoria. (http://www.arquiteca.com).
      103. Fernando Aínsa: Espacios del imaginario latinoamericano. Propuestas geopolíticas. p. 13.
      104. Magdalena Aguinaga Alfonso: Novela urbana y novela regional. (http://www.dialnet.unirioja.es).
      105. Omar Rancier: La arquitectura y la ciudad en la literatura. http://www.cielonaranja.com/rancierarquitecturatml. 2007.
      106. Carlos Alberto Cacciavillini: "El vocabulario de la arquitectura y el quitamiento" en la novela "El Conde de Partinoples", en Actas del XIX Congreso Internacional de Lingüística / coordinador Ramón Lorenzo Vázques Vol. 2 1992 (Sección II) ISBN 84-87819 — 127-6, p. 631-638. http://www.lialnet.unirioja.es. 2007.
      107. Cristina Grau: Borges y la arquitectura. En http://www.cielonaranja.com/rancierarquitecturatml. 2007.
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      109. Friedrich Bollnow: Hombre y espacio. Barcelona, Editorial Labor, 1969, p. 113.
      110. Hernán Neira: "La urbe como espacio infeliz", en Cuadernos salmantinos de filosofía. Salamanca, vol. XXIV, 1997.
      111. Fernando Aínsa: Espacios del imaginario latinoamericano. Propuestas geopolíticas. p. 166.
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      113. Antonio Bonet Correa: "Estética y arquitectura en Cánovas del Castillo". (Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Segundo semestre de 1997. No. 85. (http://www.cervantesvirtual.com).
      114. Gamal Michelén Stefan: La arquitectura como exégesis de la memoria. (http://www.arquiteca.com).
      115. Carlos C Torres G.: Novelar la ciudad (otra forma de habitarla). (http://www.wikilearning.com).
      116. Jaime Alejandro Rodríguez Ruiz: Del mito a las postmodernidad: Álvaro Pineda Botero. (http://www.javiera.edu.co).
      117. Cristina Grau: Borges y la arquitectura. En http://www.cielonaranja.com/rancierarquitecturatml. 2007.
      118. Janusdz Slawinski: Op., Cit., p. 286.
      119. Olga García Yero: "El Pan dormido en su tiempo", En Leer Páramos lejanos, Camagüey, Editorial Ácana, 2001, p. 44.
      120. Gertrudis Gómez: Sab, p. 35, referencias hechas en el prólogo por Mary Cruz.
      121. Ibídem.
      122. Ibid. p. 36.
      123. Ibid. p. 37.
      124. José de Armas: Frasquito, p. 7, referencias hecha en el prólogo por Isaac Barreal.
      125. Ibid. p. 8.
      126. Ibid. p. 19, referencia de La Advertencia.
      127. José Ramón de Betancourt: Una feria de la Caridad en 183..., p. 8, referencias hechas en el prólogo por Raúl González de Cascorro.






Página enviada por Eliécer Fernández Diéguez
(21 de noviembre del 2007)


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