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Cuba |
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Más allá de la Enmienda Platt: El fracaso del Tratado Anglo-Cubano de 1905
[1]Jorge Renato Ibarra Guitart
Con el fin de la dominación española en 1898 los cambios introducidos en las barreras arancelarias favorecieron la presencia del capital extranjero en el país, cayeron las importaciones ibéricas y aumentaron las de los Estados Unidos y el resto de las potencias europeas. Gran Bretaña encabezaba la lista de estas últimas y mantenía poderosas inversiones directas en sectores claves de la economía como el tabaco, la navegación y los ferrocarriles. Importantes renglones británicos de importación satisfacían amplias necesidades de la población cubana, entre estos se destacaban el arroz, los textiles y el aceite vegetal. Esta presencia estaba asegurada por créditos para la venta de esos productos en mediano plazo, así como garantías de diverso tipo en cuanto a su calidad. Las importaciones norteamericanas por esos años no podían ofrecer esas facilidades.
Los Estados Unidos, no conformes con sus ventas en el mercado cubano y con las ventajas de su cercanía geográfica, decidieron enfrentar la competencia comercial de las potencias europeas asegurando privilegios exclusivos a sus productos mediante la imposición del Tratado de Reciprocidad Comercial. Este convenio colocaba a los productos europeos en una situación de inferioridad ya que concedía a sus similares norteamericanos rebajas arancelarias considerables e intransferibles. En virtud de ello el gobierno de Londres, respondiendo a demandas de importantes corporaciones británicas que tenían intereses en Cuba, le propuso a su similar cubano en 1902 un Tratado de Comercio y Navegación para compensar en algo los prejuicios que le causaría el ya propuesto por los Estados Unidos.
Este Tratado, conocido en la época como Tratado Anglo-Cubano, fue objeto de la injerencia de los Estados Unidos que exigió a las autoridades cubanas no lo considerasen hasta tanto no se firmase el previsto con ellos.
Un año después de puesto en práctica el Tratado de Reciprocidad Comercial se firmó el 4 de mayo de 1905,hace ya 100 años, el Tratado de Comercio y Navegación entre Gran Bretaña y Cuba por el Ministro británico en la isla; Lionel Carden y el Secretario de Estado y Justicia cubano, Juan Francisco O'Farrill. El Tratado, que había ajustado sus cláusulas a lo dispuesto por el Tratado de Reciprocidad Comercial y la Enmienda Platt, no preveía beneficios mutuos en el orden de los aranceles aunque establecía cláusulas de nación más favorecida para el resto de las áreas de colaboración. Pero ni siquiera bajo esas condiciones los Estados Unidos se sintieron seguros y comenzaron a hacerle la guerra a este convenio entre cubanos y británicos. El Ministro norteamericano en La Habana Herbert Squiers dirigió una intensa campaña, tanto en la prensa como en los medios diplomáticos estadounidenses, para rechazar las disposiciones del Tratado Anglo-Cubano. A esta empresa se sumaron las instancias superiores del gobierno en Washington: los Departamentos de Estado, del Tesoro y de Comercio así como el mismo ejecutivo en la persona del Presidente Theodore Roosevelt. Los Estados Unidos, que no eran parte de ese acuerdo comercial, amenazaron al gobierno cubano con retirarle los beneficios otorgados al azúcar y tabaco cubanos en el mercado norteamericano si no renunciaba a lo pactado con Gran Bretaña. El Ministro Squiers, en una serie de comunicaciones que dirigió a las autoridades cubanas, le exigió concesiones absurdas que dañaban su soberanía ante el mundo. Así, mediante presiones de diversa índole, Washington logró comprometer al Presidente Tomás Estrada Palma a introducir enmiendas al Tratado firmado con Londres.
Estrada Palma, para no verse comprometido con funcionarios de su mismo gobierno que apoyaban el convenio con Inglaterra, decidió someter a debate público el Tratado Anglo-Cubano. Mientras tanto le aseguró al gobierno norteamericano que esperaría el momento más apropiado para introducir las enmiendas que le exigían. Como resultado del debate público el Centro de Comerciantes e Industriales, la Sociedad Económica de Amigos del País así como los periódicos La Lucha y El Diario de La Marina se manifestaron contra el mismo. En tanto la Liga Agraria, interesada en colocar el azúcar cubano en el mercado de Londres donde habían subido los precios, se manifestó a favor. También fueron favorables a ese acuerdo la Cámara de Comercio de Santiago de Cuba y el periódico "La Discusión".
Hacia fines de marzo de 1906 comenzó la discusión del Tratado Anglo-Cubano en el senado. Previamente la Comisión de Relaciones Exteriores, dirigida por Antonio Sánchez de Bustamante, propuso añadir al texto las enmiendas acordadas por el Presidente Estrada Palma con los Estados Unidos. Con anterioridad a ese debate Estrada Palma se reunió con los senadores cubanos y le sugirió reformar el convenio con Londres para facilitar la firma de un nuevo Tratado de Reciprocidad con los Estados Unidos y hacer valer el Tratado Hay-Quesada que devolvía a Cuba la soberanía sobre la Isla de Pinos. En verdad todo ello eran sofismas porque Washington no estaba dispuesto a ofrecer ningún tipo de ventajas a la mayor de las Antillas.
Finalmente el Tratado Anglo-Cubano se enmendó por mayoría de 11 contra 4. Los cambios introducidos limitaban la cláusula de nación más favorecida y fueron rechazados por la Cámara de Comercio de Londres, aquel acuerdo comercial nunca se llegó a concretar. En su defensa se destacó la voz excelsa del patriota nacionalista cubano Manuel Sanguily quien ya se había opuesto al Tratado de Reciprocidad Comercial. El 30 de mayo de 1906, durante la discusión sobre el Tratado Anglo-Cubano, Sanguily afirmó lo siguiente:
"Yo creo que positivamente en la política de los Estados Unidos está arraigado el propósito de acaparar, de dominar, en absoluto y exclusivamente, desde luego, todo el comercio de la isla de Cuba; y creo también que por ese camino perderíamos indefectiblemente la independencia".
Cuba. Una identità in movimento
Nota
Jorge Renato Ibarra Guitart
Instituto de Historia de Cuba
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