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Cuba |
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Una identità in movimento | ||
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Adalberto Álvarez: incansable caballero innovador
Jorge Petinaud Martínez
Mientras da los toques finales al próximo compacto que graba para Bis Music, se refiere con entusiasmo a los esfuerzos que realiza para rescatar y generalizar el baile en parejas.
En particular tengo mucha fe en "Para Bailar Casino", obra que será el tema de un programa de televisión en el verano con la participación de orquestas y ruedas de casino en vivo; incluyo hasta las voces del que dirige a los casineros. Este proyecto televisivo es una idea de Víctor Torres y mía.
El nuevo disco marca otro momento de renovación de Adalberto y su Son, con la incorporación de jóvenes instrumentistas y nuevas voces. Simultáneamente, el Caballero del Son preside el comité organizador del I Encuentro Internacional de Ruedas de Casino, que tendrá lugar en la Plaza XIV Festival, de Matanzas, y en Varadero, del 8 al 11 de agosto, con la participación de bailadores de todos los continentes.
El Instituto de la Música, Havanatur y la Corporación CIMEX patrocinan este evento, el cual llega a tiempo de evitar que en otras latitudes se capitalice antes que en Cuba este estilo danzario coreográfico surgido por generación espontánea a finales de los años 40 entre bailadores que frecuentaban el Casino Deportivo, hoy círculo social Cristino Naranjo, y que ya se conoce en todo el mundo.
Otro momento de especial significación para Adalberto en el año 2003 será el homenaje especial que le tributarán el 20 de octubre, Día de la Cultura Cubana, en la Fiesta de la Cubanía.
Adalberto Alvarez confiesa sentirse muy feliz porque el primer homenaje por su onomástico 55 y por sus 30 años de vida artística se lo ofrecieron en Camagüey, que lo reconoció como Hijo Ilustre de la Provincia. Ya ostentaba esa condición en la ciudad capital de ese territorio.
En el camino de Arsenio
Los años 70 fueron decisivos en la actualización y renovación de la música popular cubana. Juan Formell con sus Van Van introdujo nuevos elementos tímbricos, armónicos, rítmicos y vocales en el formato de charanga. Imprescindible es recordar, en otra vertiente, al Grupo de Experimentación Sonora del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). Chucho Valdés y su Irakere oxigenaron a partir de 1973 tan innovadoramente a la jazz-band que su impronta llega hasta nuestros días.
Y fue un joven que quiso ser aviador, y concluyó estudiando fagot en la Escuela Nacional de Arte, quien retomó en 1978 — con Son 14 — los mejores aportes de Arsenio Rodríguez al formato conocido como conjunto y lo enriqueció creativamente, para preservar el sabor bailable y la belleza melódica de "lo viejo", rejuvenecido por el sonido contemporáneo.
Su fidelidad a este estilo dio origen posteriormente al sobrenombre de Caballero del Son. Rápidamente se convirtieron en éxito las interpretaciones de sus solistas — particularmente del carismático guajiro Eduardo "Tiburón" Morales — en una exigente tesitura, y con el acompañamiento de un "primo de coro" que registraba una voz segunda de refuerzo — como en los tiempos de Arsenio —, pero ahora respaldados por una sección de metales con el añadido de dos trombones que Adalberto, como orquestador, independizaba o empastaba con las trompetas para lograr mayor riqueza expresiva, sin desvirtuar el concepto primigenio.
El nuevo sonido cautivó a los viejos bailadores, quienes ya lamentaban la ausencia de Raúl Planas de Rumbavana y habían visto pasar a un segundo plano a las legendarias Estrellas de Félix Chapottín con la sensible disminución de los bailables populares y sin la necesaria actualización tecnológica de los sistemas de audio y de los estudios de grabación.
Aquel tipo de música fue la que él heredó de su padre, Nené Alvarez, director de Avance Juvenil — hoy de los Soneros de Camacho — agrupación para la cual compuso, con la que cantó, tocó varios instrumentos y a la cual dirigió después de regresar graduado de la Academia a Camagüey en 1973, cuando inició su vida profesional como profesor de literatura musical.
El prometedor director de Son 14 no sólo tenía los conocimientos teóricos y la experiencia paterna; en su época de estudiante compuso varios temas para Rumbavana — "Con un besito mi amor" y "El Son de Adalberto" — y aprendió a orquestar para conjuntos con el director de esa agrupación, Joseíto González.
También era portador de las inquietudes estéticas que le proporcionó la interacción recíproca en la semiclandestina orquesta típica estudiantil de la Escuela Nacional de Arte, donde compartió sueños e ideas con otros talentosos jóvenes, hoy reconocidas personalidades como José Luis Cortés, Joaquín Betancourt y el fallecido Emiliano Salvador, entre otros.
Fue decisiva, por otra parte, la presencia de un músico cubano integral, recién egresado del conservatorio Chaikovski, de Moscú, Frank Fernández, con una amplia información internacional, para lograr en A Bayamo en Coche el toque de excelencia que perdura en el tiempo.
Si a todo ello añadimos las virtudes de Adalberto como creador musical de obras que reflejan la particularidad de nuestra cubanía mediante crónicas populares — no populistas — de singular fineza textual y con una fisonomía rítmico-melódica asimilable universalmente, será fácil entender por qué es uno de los autores cubanos de cuyas piezas se han realizado más versiones en diversos países y continentes.
A nadie debe extrañar entonces, que fuera Adalberto de los primeros en insertar un texto rapeado dentro de un son, y que con su iniciativa de incorporar exitosamente una parla sobre la religión yorubá en aquella pieza bailable diera origen a una infinita cadena de imitadores, que no siempre lograron el éxito.
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Cuba. Una identità in movimento
Incansable innovador dentro de la música popular cubana, Adalberto Álvarez Zayas arribó recientemente, en medio de ambiciosos proyectos a sus 55 años de existencia, a los 30 de vida artística y los 25 de la grabación con Son 14 y Frank Fernández como productor — con él aprendí a producir discos, afirma agradecido — de a Bayamo en Coche, una de las más renovadoras piezas de la industria musical cubana en las últimas cinco décadas.
Año 3 Número 31, 18 de Julio del 2003
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