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Una identità in movimento | ||
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Fidel Castro: "Absuelto por la historia"
Luis Báez
Tomado de: Cuba. Una identità in movimento
Presidente de la República Argelina Democrática y Popular
Basta mirar lo que está sucediendo en América Latina para saber que la Revolución cubana no representa un capítulo de literatura, sino una importante dimensión que influirá en la evolución de la situación tanto en el continente latinoamericano, como en el conjunto del Tercer Mundo. Eso se debe al extraordinario papel que ha desempeñado y desempeña Fidel Castro.
El mundo entero lo conoció en 1959 como Fidel Castro, pero en el 2001 sigue siendo el mismo hombre, con el mismo rigor, la misma integridad, la misma moral, el mismo enfoque, la misma presencia, los mismos ideales, tanto para su pueblo, como para la humanidad.
Hemos tenido el inmenso privilegio de tener como amigo al compañero Fidel que nunca nos ha fallado. Fidel viaja al futuro, regresa y lo explica.
Revolucionario cubano
El que tiene que vivir es Fidel.
Ex secretario de Estado del Vaticano
Visité Cuba invitado por el episcopado, no por el gobierno, pero el gobierno fue muy acogedor. Mi visita no tenía un carácter oficial. Pero la noche antes de partir Fidel llamó a la Nunciatura. En esos momentos me encontraba en la Catedral, diciendo misa, y le informaron que estaba ausente y a la hora que estaría de regreso.
Fidel llegó alrededor de las 11:30 de la noche. Estuvimos hablando alrededor de dos horas. Fue una conversación de aspecto humano, cordial.
Una de las primeras cosas que me dijo el Comandante fue: "pensaba en un monseñor gordo y me encontré con un hombrecito muy modesto, muy humilde". Esta fue la primera impresión positiva para él de mi persona.
La conversación se desarrolló sin ningún tipo de agenda, ni la finalidad del encuentro era establecer algo concreto, algo político de relaciones Iglesia-Estado, pero en fin todos esos problemas fueron hablados.
Tengo un recuerdo con un poco de nostalgia, porque he encontrado no solo al país sino a un hombre de inteligencia superior, de gran cultura y con ideas. Naturalmente no coincidíamos en todas las ideas, pero en fin la conversación fue muy interesante y también, bajo ciertos aspectos, agradable. Hablar con un adversario inteligente, es mucho mejor que hablar con un amigo no inteligente. De manera que el recuerdo, es un buen recuerdo.
Bailarina cubana
Quizás Fidel no se haya percatado, pero cada vez que me encuentro frente a él, he sentido que tengo que pararme para poder defenderlo ante cualquier cosa que le quieran hacer. Cada vez que me encuentro con Fidel me pongo nerviosa.
De las numerosas personalidades mundiales que he conocido es, él quien ha dejado en mí una mayor huella por su sencillez, por su carácter humano. Una lo mira y no deja de pensar: "Este hombre ha hecho esto. Este hombre está luchando desde hace tanto tiempo". Es algo que va creciendo, creciendo que termina por apabullarlo a uno. Después uno se convierte en parte de todo ese mundo y ya goza de la naturalidad de ese ser humano. Lo siente. Se convierte en parte de él.
Él no es local. Él es parte de la historia. No solo de nuestra historia, sino de la historia de la humanidad.
Pienso que es tan grande que se convierte en una partecita, en una cosa sencilla. Si sintiera lo grande que es, lo mataría el peso.
Babalawo cubano
Soy cubano cien por cien, de esta tierra no me mueve nadie y además, mis santos protegen a Fidel.
Español, sacerdote jesuita y profesor en el Colegio de Belén donde estudió Fidel. Esta evaluación es de 1945
Fidel Castro cursará la carrera de Derecho y no dudamos que llenará con páginas brillantes el libro de su vida. Fidel tiene madera y no faltará el artista.
Escritora inglesa, nieta de Winston Churchill, ex primer ministro de Gran Bretaña
Conversar con Fidel Castro es como ir al cielo.
Cubana, secretaria
Fidel es un hombre lleno de bondad y ternura.
Futbolista argentino
Fidel Castro es una personalidad imposible de olvidar.
(El Cuate), pequeño empresario mexicano
Cuando sigue usted a una persona, como seguí yo a Fidel, deposita toda su confianza en él. Siempre he dicho que él convence hasta a las piedras. Yo soy un poco piedra, pero él me convenció fácilmente.
¿Qué vi en él? A una persona exageradamente honrada, con una memoria que los elefantes envidiarían, alguien que cada día crece más y más. Nada en mi vida hubiera tenido importancia si desde que lo vi, no hubiera creído en él. ¿Por qué? No lo puedo explicar.
Intelectual cubano
El sentido antimperialista de toda la gesta de Fidel lo sitúa en el centro de la historia contemporánea, en la que han venido a acumularse y definirse, como única batalla decisiva, los milenarios movimientos de opresión, frente a los imperativos de una eticidad social de la que cada vez depende más, material y espiritualmente, la supervivencia de la especie humana.
Los principios marxistas que libremente asumió en su juventud, en particular los que fundamentaron un desmontaje científico del capitalismo, al injertarlos en la cepa del pensamiento martiano, que de entrada, no obstante reparos metodológicos y distancias filosóficas, reconoció el humanismo de aquella toma radical de partido "con los pobres de la tierra" — acontecimiento político-espiritual preparado por la generación de Mella y de Rubén —, le han permitido a Fidel una argumentación de amplitud latinoamericana que en la práctica ha llegado a ser ecuménica.
La conjunción que siempre ha buscado entre el análisis y la acción, entre la intransigencia y la lucidez, tocando el borde de las posibilidades reales de los factores objetivos y subjetivos en la lucha contra un enemigo tan desproporcionado, después de innumerables pruebas, lo ha llevado a una especie de equilibrio en que previsión y rebeldía se equivalen.
Así está demostrando que lo único prudente es rebelarse contra todo fatalismo histórico. Llegado a este punto, y más allá de cualquier recuento de aciertos y errores, se ha convertido, predicando con el ejemplo de la independencia y la resistencia del pueblo cubano, en mensaje de esperanza, aliento combativo e impresionante convicción de una victoria planetaria.
Historiador de la Ciudad de La Habana
Lo más difícil que hay es tratar de valorar el impacto de una personalidad en la conciencia de sus contemporáneos. Pertenece a los biógrafos la tarea de ordenar las anécdotas y testimonios de las cuales surja — ojalá sea con pasión y verdad — la semblanza de los héroes.
De cualquier forma, lo que desarma y conmueve es la grandeza que se levanta —como una luz de los hechos cotidianos. Por lo breve que es el espacio de la vida, resulta más asombroso cuando podemos llenarlo, cabalmente, de obras.
En el caso del hombre que nos ocupa, nos hemos acostumbrado a que la sociedad y el Estado sean presididos por un ciudadano de excepción. Su ejecutoria no admite discusión, y ya pertenece por entero al devenir futuro. Corresponderá a la historia pronunciar su veredicto.
Para un observador acucioso, no sería difícil hallar fotos, manuscritos y recortes de prensa que esbozaran el instante cuando aconteció el llamado de la vocación, que vino forjándose desde la infancia y la adolescencia.
Henos aquí ante el político, el orador, el hombre público... Si se le despoja de todo atributo militar o protocolario, estamos ante un carácter, cuyo acervo se nutre de la Biblia o Escritura Sagrada, el ideario martiano y el pensamiento revolucionario universal.
Con un verbo adornado por la llama del carisma, ha vivido bajo la urgencia de los profetas y posee un concepto "ignaciano" de la disciplina, que ha ejercitado en la lectura, la meditación y la vigilia.
Aunque aprecia la buena mesa — si tuviese tiempo, gustaría de preparar ingeniosas recetas — come poco, cada vez menos, o para ser más exacto, lo necesario.
Sabe tanto del extraño significado del vino y los laberintos que lo conducen al alma, que puede descubrir sus cualidades y virtudes como si recitase los versos de Omar Khayyám.
Pero deja a un lado lo uno y lo otro, para paladear como un elíxir un sorbo de leche, un jugo de la fruta bomba o una taza de caldo con veinte vegetales.
Su frugalidad ha podido alarmar a sus íntimos colaboradores, porque jamás esta se corresponde con agotadoras jornadas de labor que, en largos períodos, concluyen al alba.
Lee por deber y por placer, nadie osa interrumpir esa abstracción. Las alas de su imaginación le llevan a la ficción literaria, al campo de batalla o a los escenarios más remotos de la historia. Admira la antigüedad y sus héroes. Somete a crítica la república aristocrática de Pericles, y siendo un idealista, en sentido puro, su ser ha sido fiel al razonamiento aristotélico, a la deducción socrática, o a la elocuencia insuperada de Demóstenes.
Más allá de la imagen propagada por avasalladores discursos y alocuciones, es capaz de poner en pie un selecto auditorio, con una oración de diez minutos o unas pocas cuartillas.
En la mesa puede charlar horas. Pero, en las butacas del locutorio escucha con paciencia, interroga y espera las respuestas de su interlocutor.
Entonces, permanece callado al extremo de haberse grabado en la madera en que se apoya la mano, el imperceptible golpecillo del dedo.
No le agrada perder en nada. Su entrenamiento se basa en la información, la duda cartesiana, la deducción... hasta hallar lo exacto o lo razonablemente aproximado a la verdad. Fruto de ello es su memoria.
Ama la soledad y creo que vivir casi siempre acompañado, resulta el peor sacrificio que la Revolución le ha obligado aceptar. Su casa, su familia, su vida... es el deber. Es humano, falible... nada olvida, casi todo lo excusa o lo perdona, excepto la traición. Es severo con el desorden, pulcro en detalle. Nadie debe tocar sus cosas, que son pocas y útiles.
Apegado a sus propias tradiciones, el recuerdo de la casa paterna en tierras remotas ejerce sobre él la seducción del distante y anónimo punto de partida; le sobrecoge el destino, pero se sabe hijo de la providencia que no anticipa los hechos, ni la vida, ni la muerte.
El triunfo es siempre iniciación y, cuando otros creen todo perdido, en su opinión, apenas ha comenzado. Ama y cuida de los suyos — imperceptiblemente — pero su vida personal, solo a él pertenece.
Rechaza y admira a Napoleón, cuyo concepto de lucha ha asumido: estar informado de los pasos del adversario, prever, organizar, entrenar... Escoge el campo de batalla, ataca primero, derrota por separado a los coaligados o a los conspiradores y, en el punto más débil, concentra con energía el fuego de sus armas.
Raigalmente martiano, reserva para el Héroe Nacional Cubano un culto que forjó en los años de su primera juventud. Como de la fuente de agua cristalina recuerda pasajes, versos y epístolas; le llama con propiedad Apóstol.
En años críticos e inolvidables he estado entre sus amigos y discípulos más próximos.
Pero de tantísimas impresiones escojo la del 5 de agosto de 1994 cuando, guiado por su instinto — que rechaza todas las formas de cobardía — encabezó un pequeño destacamento para salir al paso a un motín promovido por la marginalidad en la Ciudad de La Habana.
Previamente, había advertido a los compañeros que nadie usara las armas sin una orden suya; para luego — rescindiendo de ellas y a pecho descubierto — encarar a la plebe que retrocedió ante el estupor de los que le acompañábamos. Avanzó resueltamente y se detuvo al pie del monumento al General Maceo, como quien sviene a pagar un tributo; sin haberse derramado una sola gota de sangre de nuestros adversarios.
Militar, intelectual, político, revolucionario cubano
Esa fuerza telúrica llamada Fidel Castro Ruz, nombre que en pocos años ha alcanzado proyecciones históricas. El futuro colocará en su lugar exacto a nuestro Primer Ministro, pero a nosotros se nos antojan comparable con los de las más altas figuras históricas de toda Latinoamérica. Y, ¿cuáles son las circunstancias excepcionales que rodean la personalidad de Fidel Castro?
Hay varias características en su vida y en su carácter que lo hacen sobresalir ampliamente por sobre todos sus compañeros y seguidores; Fidel es un hombre de tan enorme personalidad que, en cualquier movimiento donde participe, debe llevar la conducción y así lo ha hecho en el curso de su carrera desde la vida estudiantil hasta el premierato de nuestra patria y de los pueblos oprimidos de América.
Tiene las características de gran conductor, que sumadas a sus dotes personales de audacia, fuerza y valor, y a su extraordinario afán de auscultar siempre la voluntad del pueblo lo han llevado al lugar de honor y de sacrificio que hoy ocupa.
Pero tiene otras cualidades importantes como son su capacidad para asimilar los conocimientos y las experiencias, para comprender todo el conjunto de una situación dada sin perder de vista los detalles, su fe inmensa en el futuro, y su amplitud de visión para prevenir los acontecimientos y anticiparse a los hechos, viendo siempre más lejos y mejor que sus compañeros.
Con estas grandes cualidades cardinales, con su capacidad de aglutinar, de unir, oponiéndose a la división que debilita: su capacidad de dirigir a la cabeza de todos la acción del pueblo; su amor infinito por él, su fe en el futuro y su capacidad de preverlo, Fidel Castro hizo más que nadie en Cuba para construir de la nada el aparato hoy formidable de la Revolución cubana.
Fidel dio a la Revolución el impulso en los primeros años, la dirección, la tónica, siempre. Así vamos marchando. A la cabeza de la inmensa columna — no nos avergüenza ni nos intimida decirlo — va Fidel.
Teologo brasileño
Fidel Castro es un hombre privilegiado por su formación cristiana, su opción marxista y la asimilación de la prédica martiana. Es una persona tímida, que casi pide permiso para ser quien es... A pesar de toda su genialidad, de toda la historia que encarna, consigue hacernos sentir su hermano.
En medio de la Crisis de Octubre en 1962
Embajador, diga de mi parte a mi hijito (Fidel) que resista, que el Santo Padre ora por él y por Cuba.
Militar, político, ex presidente de Argentina
Cuando los países no se entregan, o no lo pueden penetrar, dan un golpe de Estado o ponen un gobierno obediente.
La gran virtud que yo veo en la Revolución Cubana y en la acción de Fidel, es precisamente eso; les puso allí un dique que no han podido pasar.
Escritor colombiano premio Nobel de Literatura
Fidel Castro es un lector voraz, amante y conocedor muy serio de la buena literatura de todos los tiempos, y aún en las circunstancias más difíciles tiene un libro interesante a mano para llenar cualquier vacío. Yo le he dejado un libro al despedirnos a las cuatro de la madrugada, después de una noche entera de conversación, y a las doce del día he vuelto a encontrarlo con el libro ya leído. Además, es un lector tan atento y minucioso, que encuentra contradicciones y datos falsos donde uno menos se lo imagina. Después de leer El Relato de un Náufrago, fue a mi hotel sólo para decirme que había un error en el cálculo de la velocidad del barco, de modo que la hora de llegada no pudo ser la que yo dije. Tenía razón. De modo que antes de publicar Crónica de una muerte anunciada le llevé los originales, y él me señaló un error en las especificaciones del fusil de cacería. Uno siente que le gusta el mundo de la literatura, que se siente muy cómodo dentro de él, y se complace en cuidar la forma literaria de sus discursos escritos que son cada vez más frecuentes. En cierta ocasión, no sin cierto aire de melancolía, me dijo: "En mi próxima reencarnación yo quiero ser escritor".
Intelectual y revolucionaria cubana
Conocí a Fidel siendo compañero de mi hermano Abel, cuando era un joven que iba unas veces allí (al apartamento de 25 y O) a comer, a discutir, a buscar a Abel o para hablar con algunos compañeros. Y a pesar de los años, de todas maneras, cada vez que lo veo me emociono, tal como reaccionamos ante aquella persona que vemos por primera vez. Y eso me ocurre siempre, aún después de tantos años y de que nunca he estado demasiado tiempo sin verlo. Solo cuando estuvo en la cárcel o cuando estuvo en México. Invariablemente nos encontramos, aunque sea de lejos, y hay un saludo con la mirada. Bueno, ¡es tan emocionante saber que lo tenemos, y que es de nosotros!
Argentina, figura principal de las Madres de la Plaza de Mayo
Mis hijos me hablaron mucho de Fidel. Pienso que ellos también soñaron alguna vez verlo frente a frente y abrazarlo. Él habla con tal profundidad. Yo comprendí que no era una entrevista formal, que era una entrevista de sentimiento... Se conmovió mucho al recibir mi pañuelo. Yo no quería hablar, yo quería pensar en mis hijos, en los sueños de ellos... ¡cuántas veces habrán querido estar ahí! Y yo me sentía como una elegida, sentía aquello como un privilegio. Cuando nos abrazamos, cuando yo sentí que lo abrazaba a él, pero que él también me abrazaba a mí, nos estábamos trasmitiendo algo muy fuerte.
Él trasmite ternura porque es una persona que todo el tiempo está mirando a los ojos. En la mirada de la gente se trasluce si es sincero, si es hipócrita, si está formal, si está aburrido, si no sabe cómo terminar con la entrevista. Todo el tiempo que estuvo fue el tiempo que quería estar.
Militar, político, presidente de la República Bolivariana de Venezuela
Fidel Castro es uno de los políticos de mayor talla moral del mundo. Sabemos lo que significa él, duélale a quien le duela. Cuando usted le da la mano le está dando la mano a un líder. Ojalá hubiese en América no uno, sino varios hombres de su talla moral. Fidel es un hombre de la historia, de dimensión histórica universal.
Actor norteamericano
He hablado con Fidel Castro de todo, de la vida, de la cultura. Fidel es un genio, un humanista y pienso que nunca quiso romper con nosotros (Estados Unidos). Los cubanos son muy abiertos y no tienen ninguna hostilidad contra el pueblo norteamericano.
Intelectual, político, ex presidente de Estados Unidos
Fidel Castro forma parte del legado de Bolívar. Debíamos haber dado al fogoso y joven rebelde una más calurosa bienvenida en su hora de triunfo.
Escritor portugués, Premio Nobel de Literatura
Fidel Castro encarna el heroísmo del pueblo cubano... Si no fuera por la voluntad del pueblo cubano y la voluntad de Fidel Castro, Cuba no podría vivir. Cuba es más firme que una roca, porque una roca se gasta y eso no ocurre en Cuba.
Novelista norteamericano
Abraham Lincoln y Fidel Castro inevitablemente hubieran sido grandes amigos. Yo dudo que Lincoln tenga algo de común con el general Eisenhower. Lincoln se sentiría a gusto en las calles de La Habana, pero sería un extranjero en Washington.
Escritor argentino
Fidel es un hombre que plasma la Revolución en sí misma como tal: como dirección, orientación, fisonomía. Es evidente que para el conjunto del pueblo cubano, al margen de sus cualidades, de su eficacia como dirigente, es ya un símbolo que adquiere un valor fuera de lo humano, fuera de lo cotidiano. Cuando se oye la palabra Fidel en la boca de un niño, de un adulto, además del valor directo, tiene una serie de resonancias como la música de armónica que toca las fibras de la sensibilidad, de la conciencia. Fidel es el escultor de la Revolución cubana.
Actor norteamericano
Ver mi última película, Trece días, al lado de Fidel Castro es una experiencia para toda la vida.
Periodista y empresario norteamericano
Fidel Castro es uno de los hombres más encantadores y joviales que cualquiera de nosotros hubiera conocido nunca antes. Esté uno de acuerdo con él o no, personalmente Castro es irresistible. Los escritores políticos norteamericanos dirían que se trata de un simple caso de carisma, pero es más que eso. Los dirigentes políticos pueden ser y son carismáticos en su actuación pública, pero bastante normales en los momentos privados. Ese no es el caso de Fidel Castro. Sigue siendo una de las pocas personalidades auténticamente electrizantes, en un mundo en que sus colegas parecen insulsos y pedestres.
Reverendo norteamericano
No hay dudas de que Fidel Castro sigue siendo el primer estadista del planeta.
Escritor y poeta uruguayo
Fidel Castro es hoy por hoy la más importante figura política del Continente americano y una de las más destacadas de la historia contemporánea. La figura de Fidel sigue siendo aleccionante.
Escritora norteamericana
He realizado uno de mis mayores anhelos: conocer personalmente a Fidel Castro. Un hombre sencillamente estupendo.
Escritor cubano
Fidel es una esperanza, una idea, una escuela.
Director de cine norteamericano
Fidel Castro es la personalidad más fascinante que he conocido.
Arquitecto brasileño
Por las tardes recibo a los amigos para conversar y a veces hablamos de filosofía. Pero cuando ellos se refieren a Platón, yo estoy pensando en Fidel Castro.
Pintor, escultor, muralista ecuatoriano
Fidel Castro es el hombre más grande que he conocido en mi vida. He conocido montones de gentes, grandes músicos, grandes literatos, grandes políticos... Jamás nadie me dio la impresión de una cosa íntegra, de un personaje total, en todos sus aspectos, en cada una de sus frases, como Fidel.
El pueblo está al lado de Fidel de una forma absoluta, el pueblo de Cuba dice que ojalá Fidel sea eterno. El pensamiento generalizado en América Latina es que Cuba es la realización de todos los pueblos que aspiran a ser; es nuestra esperanza.
Poeta chileno
El que no esté con Cuba, con su revolución, con Fidel astro, está del otro lado, del lado de la ignominia y de la traición.
Periodista de origen cubano radicado en los Estados Unidos
Fidel Castro ya ha rebasado la historia, ya es invulnerable. Es una leyenda de tiempos fabulosos. Eso es un mito. Mucha gente quiere tocarlo para ver si es real. Cuando él se desliza por un pasillo, lentamente, midiendo sus pasos, un poco a cámara lenta, como suelen siempre caminar los mitos, no es que esté enfermo o que le duela nada es que lleva sobre los hombros una carga tan grande de historia que ha tenido que renunciar a la agilidad de los primeros años.
La imagen que proyecta sobre el mundo es mucho mejor que la que tenía en los años iniciales de la Revolución. Su prestigio internacional ha crecido desde la caída de la Unión Soviética. La imagen de Castro está consagrada. La historia ya lo absolvió.
Poeta español
Las ideas como las que Fidel Castro defiende no envejecen nunca. Sigo reteniendo del líder cubano la imagen de un heroico homérico, tanto por sus incontables combates pletóricos de juventud como por su impresionante personalidad. Fidel es la esperanzada luz de un futuro más solidario y más justo.
Ex fiscal general de los Estados Unidos
Fidel ha mostrado que es posible que un país en medio de la lucha sin recursos eduque, proporcione vivienda, salud, trabajo y todo lo que requiere la humanidad. Y miren el resto del mundo. Necesitamos ese modelo.
Secretario general de la Junta de Educación Superior y Ministerios de la Iglesia Metodista Unida de los Estados Unidos
Fidel Castro es un líder de dimensión mundial, apasionado y con una gran visión del mundo y con un compromiso en la lucha por la igualdad y la esperanza de un futuro mejor.
Cineasta norteamericano
Fidel Castro ya no es un personaje, sino que es más grande que la vida misma. Es un líder mundial extremadamente inteligente.
Intelectual y político cubano
La vida me reservó honores revolucionarios con los cuales nunca soñé ni cuando colgué una estrella del bombillo eléctrico en mi celda de Presidio: haber merecido la confianza de nuestro Comandante en Jefe para desempeñar el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores, y ser contemporáneo de Fidel y haber merecido su aprecio colma mi felicidad revolucionaria. Más que eso, ¿qué?
Fidel oye la hierba crecer y ve lo que está pasando al doblar de la esquina.
Político, ex presidente de Estados Unidos
Debemos estar seguros de un hecho: Fidel Castro posee esas cualidades indefinibles que le permiten ser un líder de hombres. Independientemente de lo que pensemos de él será un factor clave en el desarrollo de Cuba. Tiene la potestad del liderazgo.
Presidente de Zimbabwe
Permítanme decirle a Fidel Castro: por favor, continúe este magnífico trabajo. Hay quienes dicen que ustedes exportan la Revolución a otros países. Si exportar la Revolución es educar a estos jóvenes para que al regresar a sus propios países impartan los valores que han conocido aquí, entonces yo digo: ¡Hace falta más, porque nos hace falta!
Actor norteamericano
Admiro a Fidel Castro. ¿Cómo no admirar a un hombre que se las ha arreglado para mantener a su país durante tanto años, frente a toda la presión norteamericana?
Periodista norteamericano
Fidel tiene varios títulos. Pero al parecer, su autoridad se deriva mejor del nombre que el pueblo le da: Comandante. Todo el mundo en Cuba le llama Fidel. Parece que todos le han visto en persona alguna vez. Gobierna como una especie de jefe de familia.
Su vida está adornada con detalles legendarios. Al verlo personalmente impresiona inmediatamente su voz: suave, de tonos altos; su apariencia física no parece predecir esa voz, porque Fidel es alto y musculoso.
Castro ha proyectado su personalidad en la Cuba revolucionaria, de tal manera que afecta a cada ciudadano.
Castro no hubiera podido suscitar tanto entusiasmo y lealtad entre los cubanos, si además de su personalidad, no les hubiera ofrecido realizaciones, las cuales ha cumplido y esto no ocurrió antes con ningún político en Cuba.
Escritor y poeta cubano
Me encontraba en Matanzas cuando los sucesos del 5 de agosto de 1994. Esa noche oí por radio la intervención de Fidel. Y a la tarde del día siguiente, ya en la Habana, me enteré de los detalles del incidente y vi las imágenes relativas a él. Una algazara contrarrevolucionaria había sido disuelta como sal y agua no solo por la rápida intervención de activos ciudadanos, sino por la del propio Fidel, quien se había presentado en el lugar, y había caminado desarmado por las calles, siendo vitoreado incluso por algunos de los que momentos artes gritaban consignas hostiles y esgrimían palos o piedras. Naturalmente, en muchos causó perplejidad esa imagen del gobernante máximo de un país descendiendo de su vehículo y echándose a andar en medio de un tumulto que nadie sabía en lo que iba a parar. A mí me trajo a la memoria un recuerdo de muchos años atrás, el recuerdo de la primera vez que oí a Fidel hablar en público, en la Universidad de La Habana.
Era a finales de la década del 40 del siglo pasado, como hay que acostumbrarse a decir. Estudiantes universitarios habíamos ocupado el recinto de nuestra Alma Mater en señal de protesta ante un alza del precio del transporte en los vehículos públicos. Deambulábamos, sin mucho sentido, sobre todo por la Plaza entonces llamada Cadenas, frente a la cual no habían desarmado aún el escenario de madera que se empleaba para las representaciones del Teatro Universitario. De repente, a dicho escenario se subió Fidel Castro y se dirigió a nosotros los estudiantes. Aunque él era ya alumno de Derecho "por la libre" (es decir, que no asistía a los cursos regulares), visitaba con frecuencia la Universidad donde era bien conocido. Se sabía, por ejemplo, de sus intervenciones en acontecimientos como el de Cayo Confites en 1947, intento al cabo frustrado de invadir la República Dominicana para deponer el tirano Trujillo; y el Bogotazo, que en 1948 conmovió a Colombia tras el asesinato de Gaitán. Además, en Cuba Fidel solía participar en lo que en la juventud de Roa y Pablo de la Torriente llamaban las tánganas universitarias. Era pues un joven inquieto y batallador, a quien se hubiera podido aplicar el verso martiano "¿En pro de quién derramaré mi vida?". Yo lo había visto en otras ocasiones, casi siempre rodeado de muchachas, pero ni había conversado con él, ni lo había oído hablar en público. Lo haría por vez primera ese día. Admirador como era y soy del mundo griego (estudiaba Filosofía y Letras), me llamó la atención, al verlo erguido en el escenario donde se representaban obras del teatro clásico, algo en que creo que no había reparado antes: su perfil, que recordaba al que se nos ha trasmitido como el de algunos personajes de La Ilíada: por ejemplo, los que ilustran el correspondiente artículo de Martí en La Edad de Oro. Pero mucho más me llamaron la atención las escasas y singulares palabras que nos dirigió. Al parecer, algunos líderes estudiantiles del momento estaban en contubernio con el Gobierno, y trataban de sofocar la protesta universitaria. Fidel la defendió con pasión y de pronto exclamó que el sol era muy fuerte (nos encontrábamos al mediodía) y no facilitaba que estuviéramos allí, por lo que proponía que siguiéramos intercambiando ideas mientras marchábamos en señal de desacuerdo hacia el Palacio Presidencial. A continuación de lo cual bajó del estrado y encabezó el inesperado desfile.
Cuando comenté con algunas personas cómo el Fidel del 5 de agosto de 1994 me había recordado al de aquella anécdota lejana que probablemente él había olvidado, no faltaron los que encontraron traída por los pelos mi evocación: ¿Acaso no se trataba del héroe del Moncada, de la Sierra, de Girón, de centenares de hazañas? Por eso, y por mucho más, me satisfizo tanto escuchar el discurso que Fidel pronunció en el Aula Magna de la Universidad de La Habana el año siguiente, el 4 de septiembre de 1995, al cumplirse medio siglo del inicio de sus estudios en dicha Universidad, aquel discurso en que Fidel proclamó: "Fue un privilegio ingresar en esta Universidad... porque aquí aprendí quizás las mejores cosas de mi vida, porque aquí descubrí las mejores ideas de nuestra época y de nuestros tiempos, porque aquí me hice revolucionario, porque aquí me hice martiano, y porque aquí me hice socialista".
Político, ex presidente de Chile
La Revolución cubana, siendo auténticamente nacional, pertenece a los pueblos latinoamericanos por su proyección antimperialista y antifeudal.
La presencia del guajiro con su ansia de tierra y su fe en el destino de Cuba que él contribuirá a crear es símbolo vivo de la Reforma Agraria. Semilla sembrada en el agro cubano que germinará en tierras de toda América.
Hoy seré testigo de un gobierno y un pueblo unidos, en la tarea, de impulsar el desarrollo económico independiente del tutelaje foráneo y de afianzar su plena democracia.
Intelectual y político chileno
Para mí Fidel Castro es el hombre del siglo. No solo a nivel continental, sino mundial. Yo he conocido, por los avatares, incluso de exilio, a muchos dirigentes políticos y a muchos jefes de Estado. Nunca vi un hombre más grande, más profundo, más inteligente, más de principio. Lo digo en todas partes, si los Estados Unidos tuviera un Presidente el 10 por ciento de Fidel, sería un gran país democrático.
Escritor norteamericano
Fidel Castro no fomenta el culto al individuo, sino a los hechos de la Revolución.
Manténganse firmes, coño, no traicionen a la Patria. No le fallen al Comandante, y no se preocupen, que él no los va a dejar solos.
LUIS BÁEZ
Absuelto por la historia
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2001
Webmaster: Carlo Nobili — Antropologo americanista, Roma, Italia
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